Crítica de Querido John; ¿Donde quedó el romanticismo?

3/10


Si bien las películas de amor adolescente no son especialmente de mi agrado por la manida recreación de lugares comunes y clichés repetidos hasta la saciedad, me acerqué a Querido John con la curiosidad del que desea ser sorprendido o, al menos, entretenido por una historia de pasiones de las de antes. Mi gozo se fue a lo hondo del pozo. Querido John no es solo una película para adolescentes extasiadas con los músculos de Channig Tatum, sino además una inverosímilmente fallida historia de amor sin un ápice de sentimiento o credibilidad.

El director Lasse Hallstrom , que continua en su caída libre hacia la más absoluta mediocridad, utiliza el best-seller de Nicholas Sparks (adaptado con algo más de fortuna en El diario de Noa) en lo que prometía ser una almibarada película de amores sin fronteras y sentimientos profundos, para acabar en una frustración realmente molesta. Es obvio que el género romántico, que tan buenos resultados ha dado al cine a lo largo de su historia, se encuentra en una grave crisis de identidad. Desde uno y otro lado se ha venido a criticar lo ordinario de los finales felices o el triunfo del amor sobre todo lo demás, incluso la muerte, dando paso a la adopción de un giro radical en la concepción de la trama amorosa; hoy día lo común es el cinismo, la desconfianza, la banalización del amor o el simple truncamiento de la misma historia. Por otro lado, la acaparación de este género por el cine adolescente tampoco aporta demasiado pues las emociones se instalan en el nivel más básico, es decir, en el atractivo físico o en el simple flirteo de los implicados.

Querido John es un claro ejemplo de todo lo anteriormente dicho. La historia arranca con el clásico pavoneo del chico duro y misterioso, que conquista a la joven sensible y hastiada de compañías insustanciales. Surge, pues, el romance; la etapa de besos, promesas y confesiones, por la que se desvelan sus personalidades, realmente planas por otro lado. El chico es miembro de un batallón de élite del ejército americano con un pasado oscuro, remendado, parece ser, por la “disciplina” del servicio, hasta acuñarlo en una moneda idéntica a las demás, como muy acertadamente se cataloga el propio protagonista. Así pues, la guerra se interpone entre la feliz pareja y los años transcurren pero su relación jamás se vuelve a recobrar por circunstancias cada vez más extrañas. Como pueden ustedes observar, aquí de amor se trata muy poco, a pesar de lo que se ha querido vender a los millones de jóvenes que han acudido a ver la cinta.

Afortunadamente, la película adquiere cierto vuelo gracias a la subtrama dominada por el gran Richard Jenkins, en el papel del padre autista del chico. Y es que este actor llena la pantalla con su sencillez, con su callada maestría y su rostro abatido; una verdadera joya interpretativa por reivindicar.

Así pues, podríamos concluir con la desesperanza del ya consabido no retorno del cine romántico, ese con el que se disfruta en pareja, que llega a nuestros corazones y, por qué no, nos hace llorar. Cualquier género, en sus dosis justas, es necesario para configurar una oferta cinematográfica de calidad, donde elegir de acuerdo con las apetencias de cada momento, de nuestra situación personal o simples preferencias. Desgraciadamente, Querido John no cumple ninguna función y se erige como un simple y aburrido fracaso más del cine comercial que intenta empobrecer el ánimo de los adolescentes. ¡Con lo grande que es el amor!

Festival de Cine español de Málaga


Que Málaga sea, a lo largo de buena parte del mes de Abril, sinónimo de cine español no es un lugar común que pueda afirmarse a la ligera. Y es que, efectivamente, la ciudad de la Costa del Sol no sólo alberga el ya por hoy festival de cine español más importante del país, sino que lo vive, lo siente como una prolongación del devenir cotidiano en sus calles y plazas. Se trata de un Festival que ha echado raíces profundas y que implica a buena parte de su población, entusiasmada por ser el centro, durante una semana, de todas las miradas del mundo del cine. Sin duda, su consolidación como referencia nacional es un premio merecido por el empeño y la originalidad de sus propuestas.
El humilde servidor que aquí escribe tuvo la oportunidad de pasear por la multitud de alfombras rojas que engalanan la ciudad, los teatros decorados para la ocasión, los establecimientos que a lo largo de toda Málaga que promocionan su Festival y, fundamentalmente, mezclarse con la gente que acoge con devoción a actores, directores y gentes del cine en general que llegan para promocionar sus películas.
En el terreno más puramente cinematográfico, la edición de este año (la número 13) arrancó con una reducción de las cintas a concurso, tan solo 13, pero con una calidad tendente a repuntar. No olvidemos que el Festival de Málaga se centra principalmente en seleccionar películas de directores noveles, arriesgadas o, al menos, no incluidas en los circuitos donde se mueven los grandes estrenos. Este año sobresalía comercialmente la película de Nacho G. Velilla Que se mueran los feos, una comedia protagonizada por Javier Cámara y Carmen Machi entre otros que ha servido como percha del Festival, al ser una punta de lanza de la promoción del mismo, apoyada, sin duda, por el patronazgo de Antena 3 Televisión.
Pero fueron muchos más las películas a concurso. Muestra de ella fue un palmarés heterogéneo sonde tuvieron cabida propuestas muy diversas. La Biznaga de Oro recaló en Rabia, del director ecuatoriano Sebastián Cordero, que además se alzó con el premio al Mejor Actor de reparto para Alex Brendemuhl, Fotografía y Premio del Jurado Joven. Rabia es una película descarnada que aborda la inmigración en nuestro país pero que viaja más allá y se interna en el thriller psicológico y el suspense, alcanzando un resultado muy aplaudido dentro del Festival. Por otro lado, el Premio Especial del Jurado fue para Bon Appetit, una bonita historia del director novel David Pinillos y protagonizada por Unax Ugalde (que ganó el Premio al Mejor Actor). En la interpretación femenina destacaron Marisa Paredes por su papel en El dios de madera, dirigida por el escritor Vicente Molina Foix, y la debutante Aura Garrido en Planes para Mañana. Finalmente, el Premio del Público fue para Héroes, una tierna historia filmada por Pau Freixas que se llevó gran parte de los aplausos del Festival.
Más allá de la Sección Oficial, Málaga siguió apostando por las arriesgadas propuestas de Zonazine, dedicó sendos homenajes a Rosa María Sarda y a Julio Medem, y presentó en primicia la última y esperada película de este, Habitación en Roma.
Como decíamos al comienzo, Málaga es cine español por su apuesta firme por la promoción de nuevos valores que prometen renovar y hacer progresar nuestra cinematografía. Ya esperamos impacientemente una nueva edición.

Crítica Cinco Minutos de Gloria; Grandes interpretaciones: decente película

7/10

La historia comienza cuando, en plena época de los 70, con el grupo armado irlandés IRA en lucha por la independencia del Reino Unido. Existe una guerra civil entre los partidarios de la permanencia de los británicos en la isla irlandesa y los que amenazan a los católicos, considerados republicanos por un grupo de jóvenes encabezados por Alistair Little. Este grupo, denominado Fuerza Voluntaria del Ulster, irrumpe una noche en un domicilio y asesina a un joven católico. Pero cuando Little sale de la casa, en la calle permanece un niño de unos 12 años con un balón de fútbol en la mano mirándole a los ojos con cara de extremo horror. Han asesinado a su hermano a sangre fría. Años después, con la paz del Ulster firmada y con una paz relativa en el país, Alister Little y Joe Griffin van a encontrarse en un programa de televisión. Mientras uno busca redimirse, otro busca vengar la muerte de su hermano.
Una más que decente película sobre dos personalidades enfrentadas interpretados por un correcto Liam Neeson y una nerviosa recreación de su personaje por parte de James Nesbitt, un actor desconocido de nombre pero muy recordado en papeles secundarios en películas como Match Point, Bloody Sunday o Despertando a Ned. Si esta cinta se hubiese trasladado al teatro, las impresiones serían las mismas. Se suele echar en falta un mayor compromiso por parte del director a la hora de plantear la película. Con un prólogo realmente excelente en el que se nos plantea la historia, la historia va perdiendo fuelle conforme van pasando los minutos. Buena culpa de ello tiene la decisión del guionista de cambiar el nudo del debate entre los dos protagonistas dando un giro a la trama, un giro un tanto desafortunado aunque no desacertado. Podemos disfrutar de dos interpretaciones que nos legan dos psicologías distintas motivadas por unas circunstancias en la vida de cada uno que les han hecho ser lo que son y enfrentarse a sus respectivos problemas de una manera diferente. Por un lado, la actitud confiada y seguro de sí mismo que tiene el personaje de Neeson mientras la débil, frágil e inestable psique del personaje de Nesbitt. Sin embargo, cada uno lleva vidas totalmente contrarias a lo que su actitud desprende. Mientras el hombre confiado y seguro de sí vive solo en un piso pequeño en Belfast, Joe, el más débil de los dos, vive en una urbanización de las afueras en un chalet y con una fantástica familia que no duda en mostrarle su cariño.
No espere usted una película profunda acerca del terrorismo en Irlanda, un tema muy interesante que ya se ha tratado en cintas como Omagh o En el Nombre del Padre. Si decide ver Cinco Minutos de Gloria contemplará una buena historia sobre dos hombres que buscan sus cinco minutos de lucimiento ante las cámaras de televisión de todo el país. Uno para hacerse sentir más fuerte y pedir perdón ante el público a su némesis por haber matado a su hermano y el otro para vengarse de la muerte de un ser querido, una imagen imborrable que se le introdujo en su cabeza a los 12 años y de la que jamás se libró ya que durante años, toda su familia le creyó el auténtico culpable del crimen de su hermano.
Dirigida por Oliver Hirschbiegel, uno de los grandes creadores del cine alemán de los últimos años. Producto de su buen hacer son magistrales cintas como El Hundimiento, donde Bruno Ganz interpretaba de manera sobrecogedora a Adolf Hitler y El Experimento, en la que el gran actor alemán Moritz Bleibtreu se mete en la piel de un hombre cualquiera en un experimento psicológico capaz de llevarte a la locura.

Crítica Un Hombre Soltero; Robo en los Oscar

8/10

Cada año me fío menos de los Oscar. Queda comprobado este año cuando, viendo las cinco interpretaciones de los actores a concurso, me he quedado anonadado al ver como Jeff Bridges se alzaba ganador. Está claro que ha sido una entrega de premios en la cual se ha querido homenajear a un actor con una carrera larga y dilatada como Bridges y no al buen trabajo del año. En mi opinión, el verdadero ganador tendría que haber sido el gran actor británico Colin Firth. Por encima de Clooney, muy bueno en Up in the Air o incluso Morgan Freeman por Invictus, un actor que nació para hacer de Nelson Mandela. Por supuesto, no pienso hablar de Jeremy Renner y su inexpresivo personaje de En Tierra Hostil. Firth construye un personaje fantástico, intrigante, dramático, expresivo y absorbente. Todo ello inmerso en una película dirigida por el modisto Tom Ford, un debutante en cine que ha realizado una de las mejores películas del pasado año 2009. Una cinta sencilla con un ciento por ciento de glamour en todas sus escenas. Yo, que tengo mucha debilidad por los trajes de chaqueta, las camisas impolutas y las corbatas bien anudadas, he sentido que en esta película se me ha querido transmitir una realidad, la de los 50, de otra época en la que el buen vestir, los buenos modales, la educación y la amistad eran los valores imperantes. Ford se ha inspirado, casi con toda seguridad, en la serie Mad Men para realizar el diseño de su película puesto que ahora mismo es la referencia para todo aquel que se atreve a sumergirse en una época en la que la Guerra Fría y la crisis de los misiles de Cuba era la nota política, el incipiente consumo de cigarrillos, los jóvenes con pantalones vaqueros y camisetas blancas imitaban el estilo de James Dean y comenzaba a liberalizarse la sociedad americana.
En esta película, Colin Firth interpreta a un profesor de universidad que roza la cincuentena y que tiene que enfrentarse a la dura realidad que le espera tras la muerte de su compañero sentimental. Tom Ford trata la homosexualidad en una época en la que casi era un tema tabú. George Falconer, el personaje de Firth, comienza a cuestionarse su vida después de Jim (interpretado por Matthew Goode) y si realmente su existencia tiene sentido. Vive la misma rutina cada mañana y siente que le falta algo a su lado. Con solo ver una fotografía, todo un mundo de recuerdos se vienen ante él. Recuerdos que le dominan y le hacen tomar una decisión desesperada en una de las mejores escenas de la película.
El casting lo completan Julianne Moore, una actriz que me cae bastante mal pero a la que hay que reconocerle sus buenos trabajos, el joven modelo español Jon Kortajarena en un más que interesante papel y Nicholas Hoult, el último hombre por el que Falconer intentará sentir algo parecido a lo que sintió por Jim. Su amiga y confidente, Charlotte, interpretada por Julianne Moore, será la persona que le ayude a deshinibirse de su realidad pero también será la que le eche en cara su pasado.
Como conclusión, afirmar mi total reconocimiento a un gran actor que pasa desapercibido para el gran público y que se ha consagrado con un complicado papel. Ganador de la Copa Volpi del Festival de Venecia, nominado al Globo de Oro y al Oscar al mejor actor. Merece la pena acercarse a esta película porque es una de las que trata el buen gusto de una manera exquisita. No sobra ni un solo plano. No falta ni una sola escena. La historia de este profesor está tan bien contada que los 90 minutos de duración se hacen incluso cortos cuando descubres el final de la trama.
Un final que en el fondo, estoy seguro, nadie desea.

Crítica El Secreto de sus Ojos; Pasión argentina

8/10

Movido por las buenas críticas que ha recibido esta película y gracias a la consecución, contra todo pronóstico, de la victoria en los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa decidí ver El Secreto de sus Ojos. Desde que comienza, Juan José Campanella, su director, crea una atmósfera perfecta digna de cualquier película de cine clásico. La combinación de suspense, intriga, drama, tragedia, amor y toda una serie de improperios argentinos hacen de esta cinta una de las delicias que 2009 dejó a su paso. Y es que es inolvidable escuchar a Ricardo Darín pronunciar las palabras "boludo" o "pelotudo" sin que te produzca una sonrisa con ese arte y ese deje argentino que le hace ser lo que es: uno de los actores más grandes sobre el que jamás hemos puesto los ojos.
Precisamente, Ricardo Darín es el protagonista de esta belleza argentina. Interpreta a un abogado jubilado que está tratando de escribir una novela sobre un caso que vivió hace 20 años junto a sus compañeros y enemigos de juzgado. Entre ellos se encuentra el personaje de Soledad Villamil, ganadora de un Goya a la mejor actriz revelación que se le queda un tanto tardío puesto que Villamil lleva ya más de una década trabajando entre nosotros.
Con unas interpretaciones portentosas y dignas de elogio, la película ahonda en los recuerdos de su protagonista acerca de todo lo que puede recabar en su memoria acerca del asesino de una joven de 23 años con un futuro prometedor y una belleza inimitable. Él, jamás dedicado a la literatura, trata de comenzar su novela en muchas ocasiones pero en ninguna de ellas, llega a convencerle del todo.
Campanella, uno de los directores más respetados del cine argentino y mundial, crea una atmósfera que, a los que hemos visto mucho cine negro, nos recuerda a las grandes películas del género. El ambiente que transmiten los cigarrillos, la invasión de hogares ajenos en búsqueda de pistas y pruebas así como todos los elementos característicos de este tipo de cine. También es capaz de contarnos una historia haciendonos retrotraer al pasado sin necesidad del uso de unos flashbacks que dejan al espectador con ganas de volver de una especie de vórtice espacial sin salida y tan de moda en nuestros días. En esta cinta, los decorados, el maquillaje y la recreación magnífica del ambiente de los 70 nos permiten saltar de época en época sin perder el hilo de la trama. El retrato del descarnado paso de la edad y la consecuente evolución de la psicología humana quedan al descubierto en esta magnífica cinta.
Con movimientos de cámara realmente espectaculares donde se combina de manera magistral la cámara fija con la cámara en mano formato documental (véase la espectacular secuencia del estadio de fútbol), Juan José Campanella nos transmite la sensación de estar ante una cruda historia que nos tocará la psique y el corazón.
Con un final tan sorprendente como inesperado, El Secreto de sus Ojos nos recuerda porqué vamos todavía al cine y nos consuela saber que todavía hay gente que cuenta historias y no cae en el uso de las nuevas tecnologías sacrificando una buena historia en favor de unos espectaculares índices de recaudación y acrecentando una cada vez mayor ignorancia entre el público cinematográfico de los últimos tiempos.
Premiada en multitud de certámenes tanto en apartados técnicos como interpretativos, El Secreto de sus Ojos cuenta con un 55% de producción española entre TVE y Canal + España. Encima, tuvo la osadía de ganar en la pasada entrega de los Oscar a la gran favorita y en la que todos teníamos un voto a favor: La Cinta Blanca, película alemana unánimemente aclamada y dirigida por el gran Michael Haneke.
Ahora y viendo El Secreto de sus Ojos me alegro de que los grandes premios del cine hayan sido repartidos entre dos de mis películas predilectas del año.
Ya está en DVD y si tienen oportunidad, acérquense a esta película y disfruten de lo que queda de cine del bueno en este, nuestro planeta Tierra.

Crítica Desde París con Amor; Efectista acción a la francesa

6/10

Desde la primera vez que vi el trailer de esta cinta de acción dirigida por Pierre Morel, algo me decía que tenía que ir a verla. No se si por volver a ver a John Travolta en un papel de acción tras sus malísimas películas realizadas hasta la fecha por este actor al cual las buenas interpretaciones se le cuentan con los dedos de una sola mano. Por el contrario, pensé que la principal razón sería ver a uno de mis actores preferidos: Jonathan Rhys Meyers, un actor irlandés de corte interpretativo muy natural y con grandes dotes de elegancia en la gran pantalla. Visto en Match Point o la serie televisiva de Showtime Los Tudor, Rhys Meyers se ha creado con trabajo y a pulso el ser uno de los actores con más proyección de esta última década.
Pero, a medida que se acercaba la fecha del estreno, cada vez eran más las malas críticas que leía acerca de esta película. Movido por mi curiosidad, mi respeto a los franceses cuando hacen comedias y películas de acción amén de todas estas críticas negativas, decidí ver ese cóctel y decidir por mí mismo qué opinar acerca de esta cinta.
Mi impresión fue más que positiva. Aunque no es la gran película de acción del siglo, sin duda es una obra entretenida y con muy buenas intenciones. Rodada de forma frenética en las calles de París, la torre Eiffel, los suburbios de la capital gala e incluso en medio de una autopista, Desde París con Amor se nos ofrece como un conjunto de elementos que explotan al final de la película como cualquiera de los coches que vemos a lo largo de la cinta. La cámara de Pierre Morel se mueve al ritmo que impone el guión que resulta un tanto mediocre. La película la salva una efectista puesta en escena, explícitamente sencilla, que contiene escenas muy bien rodadas. Hay que recordar que la cinta no tiene un gran presupuesto y aún así, en vez de recurrir a los tremendistas efectos especiales que últimamente pueblan nuestras salas de cine, se decide utilizar el montaje y la edición de secuencias mediante el uso de la cámara lenta, los travellings, la toma de vistas aéreas y demás recursos visuales.
Valorando la parte interpretativa, hay que destacar la alocada interpretación de un John Travolta que tampoco me ha parecido tan rimbombante como me hacían creer. Interpreta a un agente con unos métodos poco ortodoxos a la hora de resolver problemas de seguridad nacional. A mi parecer, es evidente que no le van a dar un Oscar, pero cumple con su trabajo de la mejor manera que sabe (y puede). En su camino se cruza el personaje de Rhys Meyers, un ayudante del embajador americano que, sin quererlo, se ve envuelto en toda una trama de terrorismo procedente de Oriente Medio así como tráfico de drogas, llegando a verse obligado a portar un objeto lleno de un material poco permitido en Francia y que servirá como desencadenante de buena parte de la acción de la película. Juntos, cargarán sus pistolas y se lanzarán a las calles de París a intentar acabar con los malos malísimos en una película de acción que no pasará a la Historia del Cine como una de las mejores. Tampoco haremos una mala inversión en una entrada de cine para pasar una hora y media de disparos, acción, sorpresas y locura por las calles de París.
Es lo que se llama acción "a la francesa".

Películas para dos vidas; La Jauría Humana

Llega mi primera crítica en esta sección que mi compañero, muy acertadamente ha decidido inaugurar para mostrar a todos vosotros, fieles lectores, cuáles son nuestras películas más personales y porqué han marcado nuestra vida.
Ya que aquí abrimos nuestros corazones para transmitir nuestras sensaciones al ver las películas de nuestra vida he decidido comenzar por la que quizás fue la primera que me impresionó cuando la vi por primera vez, a los 16 años y recién llegado a la vida rural.
De la mano de Marlon Brando, mi actor de referencia, el hombre que mejor define el cine (a mi entender, claro está) y todo un símbolo para mí, comencé el visionado de esta cinta como una más del ciclo Brando que comenzó por aquella época. La compré, me gasté el dinero en la edición metálica de la obra porque tenía un buen presentimiento hacia esta cinta de Arthur Penn.
Y sin duda, no me equivoqué.
Con un comienzo digno de las mejores películas de Hitchcock, se nos plantea la vida en un pequeño pueblo de Texas gobernado por un supermagnate del petróleo al que parece que hay que agradecerle todo lo bueno que pase en el lugar. Cada persona lleva su propia vida y se inmiscuye en la de los demás, como buena persona pueblerina. Hay todo tipo de negocios, tiendas y establecimientos. Bares, zapaterías y tiendas de moda donde las mujeres entran a comprar modelitos y a despotricar de su vecina o de su más íntima amiga. Pero la vida del pueblo cambia cuando se conoce la noticia de que un habitante, convicto en una prisión estatal, se ha fugado de la cárcel y se rumorea que se encuentra en las inmediaciones del lugar. En ese momento, su ex-mujer intenta por todos los medios protegerlo a pesar de las objeciones de su padrastro y su novio (hijo primogénito del supermagnate local). Y en todo esto aparece el personaje de Brando, un sheriff serio, honrado y en busca del cumplimiento de la ley por encima de todo. El sheriff Calder se enfrenta diariamente a acusaciones de todo tipo acerca de su "enchufismo" en el puesto de jefe de policía local en base a favores personales con el magnate.
¿Qué es lo que se pretende en esta película? Mostrar la hipocresía de la gente. La sociedad rural en la que se desarrolla la cinta es perfectamente extrapolable a cualquier sociedad, rural o urbana. Y es que nadie es dueño más que de su vida. Es muy incómodo llegar a un sitio en el que nadie te conoce, especialmente un pueblo, y sentirte encerrado mientras te interrogan constantemente sobre ti, tu vida, tus apetencias y tus deseos. Pero la cosa no acaba ahí. La gente interesada indaga como el mejor Sherlock Holmes hasta encontrar tus puntos flacos, tus debilidades. Y cuando crees que puedes confiar en una persona, descubres de la noche a la mañana que se trata de una cortina, que nada es lo que parece y que la falsedad así como la hipocresía están a la orden del día.
Mi experiencia personal me llevó a identificarme con el sheriff Calder. Mi vida tomó un cambio de rumbo radical cuando marché de Madrid para ir a parar a un pueblo perdido en el sur de la más profunda Extremadura donde intentar coger una línea de autobús para moverte a cualquier ciudad es una auténtica odisea. Allí, prácticamente incomunicados, se desarrolló mi vida durante dos eternos años. Yo, al igual que el personaje de Brando, era interrogado constantemente sobre mi pasado, mi vida y demás datos que no incumben a nadie. Afortunadamente, y por caprichos del destino, no terminé igual que el sheriff Calder pero poco me faltó.
La Jauría Humana es un retrato descarnado de la vida rural americana. Yo, que soy un cinéfilo bastante americanizado, tengo por cabecera esta película que tantas veces he visto y tantas veces veré. Siempre me recordará una etapa de mi vida digna de olvido. Es evidente que las costumbres pueblerinas de Texas no son las mismas que las de un pueblo de Extremadura. Pero como el cine lo que precisamente pretende es transmitir sensaciones e identificarte con la historia que te están contando, el objetivo está más que plenamente cumplido.
A usted, querido lector, le animo a ver esta película. Todas y cada una de las interpretaciones merecen ser citadas. Tanto Robert Redford, en una de sus primeras películas, Jane Fonda, James Fox, Robert Duvall y Angie Dickinson hacen interpretaciones realmente verdaderas y dotan a sus personajes de una realidad pasmosa que a mí me impresionó. Y como olvidar a Marlon Brando y una de las escenas más sobrecogedoras de toda su filmografía. Un actor que siempre vendrá conmigo allá donde vaya y al cual siempre recordaré como base y pilar fundamental de mi pasión desmedida por el Séptimo Arte.
La Jauría Humana. Incomprendida en su época. Olvidada en nuestros días. Una verdadera pena. Es por esto que insto a todo aquel que me lea a que vea esta película y se siente a disfrutar de dos horas de gran cine. No le dejará indiferente y estoy muy seguro que se verá identificado con alguno de los protagonistas.
Hágame caso, merece la pena.

Crítica Alicia en el País de las Maravillas; Ni Fú, Ni Fá

6/10

Cada día que pasa me doy cuenta de cuanto le gusta hacer el payaso a Johnny Depp en las últimas producciones que hace. Sin embargo, aunque cada día se parezca más a Jim Carrey por su exacerbado histrionismo, gusta disfrutar del que, al fin y al cabo, es uno de los mejores actores que han pasado en estas dos décadas por la gran pantalla.
Sin embargo, Alicia en el País de las Maravillas, la nueva película de Tim Burton no es gran cosa. Se basa en las maravillosas interpretaciones de Depp, Helena Bonham Carter y la inocente Mia Wasikowska. Cada uno en su línea pasándoselo bien y haciendo porque el espectador no sufra en la hora y cuarenta minutos de duración de esta película.
El director, Tim Burton, hace una onírica y gótica interpretación de los dos libros de Lewis Carroll Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del Espejo. Muy en su línea, el director de cintas como Batman, Mars Attacks, Big Fish o El Planeta de los Simios convierte a Alicia en una chica de 19 años a la que piden en matrimonio y decide huir por el bosque siguiendo a un conejo blanco. Es entonces cuando cae por un pozo y comienza su aventura a lo largo de un universo en el que la Reina Roja (más que aceptable interpretación de Helena Bonham Carter) le ha arrebatado el trono a la Reina Blanca (interpretada por una Anne Hathaway que rechazó el papel de Alicia para poder interpretar a la némesis de la Reina Roja).
Lo que jamás entenderé serán las risas en los cines cuando menos gracia tiene lo que estamos viendo. Mientras veía la cinta de Burton recordé la última vez que fui al cine, hace una semana, a ver la nueva de Polanski. De repente, un hombre dio una sonora carcajada cuando McGregor encontró un pen-drive. Pues en esta ocasión, cuatro amigos se estuvieron partiendo de risa cada vez que Anne Hathaway abría la boca o movía algún brazo. Insoportable.
Críticas aparte, la película merece un punto a favor por sus increíbles efectos especiales conseguidos a base del trabajo en una pantalla Croma-Key. Todos los actores se complementan a la perfección rodeados de efectos informáticos. Hubo muchas protestas por parte del equipo de James Cameron, los cuales pasaron 12 años para realizar Avatar y ahora, gracias a un programa informático, se puede convertir cualquier película rodada en 2-D, al formato de las tres dimensiones que tanto tirón está teniendo.
Para concluir, acerquense a ver Alicia en el País de las Maravillas si quieren disfrutar de unas interpretaciones divertidas de Depp, Bonham Carter y Hathaway. Si esperan una fiel adaptación de la novela de Carroll, quedense en casa y disfruten de la versión de Disney realizada en dibujos animados en 1951.

Películas para dos vidas; Forrest Gump


Una pluma blanca que, ingrávida, danza al capricho de las corrientes de aire, sin dirección o meta a la que dirigirse, que sólo vive momentáneamente en la frágil levedad de un espacio infinito, hostil y profundamente tentador; es la obertura de una obra de orquesta, magistralmente interpretada y dirigida, en la que, como la pluma, las situaciones se desarrollan caprichosamente, como producto del azaroso destino, en episodios tiernos, hilarantes e incluso mágicos. Curiosamente, es esa misma pluma la que pone el punto y final a la sinfonía, como recordándonos que todo lo que ha vivido nuestro peculiar héroe ha sido causa y resultado de una instancia superior que dirige arbitrariamente sus pasos, o bien a un cúmulo de casualidades yuxtapuestas engarzadas por el ímpetu del protagonista. Sea como fuere, la historia que aquí se nos presenta nos traslada a un mundo improbable de fantasía recubierto de una profunda pátina de realismo que únicamente puede ser relacionado con la vida misma. La vida como confluencia de caminos, como generadora de magia, como forjadora de relaciones incorruptibles, como condición del amor. Forrest Gump es una historia de amor, de amor a la vida y a todo lo que ella conlleva.
Posiblemente sea ese amor que desprende en cada fotograma, en cada frase, en cada nota musical, lo que hace a esta película grande. Una película que tiene como protagonista a un hombre que vence sus propias limitaciones convirtiéndose en héroe de guerra, empresario de éxito, deportista de élite o figura mediática, pero al que se le resiste el amor que, desde la más tierna edad, se le descubrió para rescatarlo de la soledad del incomprendido social. Ese amor es una constante en su vida, una nota que se repite periódicamente, que reaparece y desaparece bruscamente a golpe de azar y que, una vez tras otra, le va calando con mayor fuerza propiciando su desarrollo como hombre, un hombre si bien incompleto pues, desgraciada o afortunadamente, ya ha descubierto lo que significa amar.
La figura de madre protectora es fundamental en el devenir de nuestro personaje, pues es, al fin y al cabo, quien lo introduce en un mundo hostil con armas para defenderse y un gran corazón para conquistar a aquellos que quieran ver más allá de las apariencias. A partir de ahí, Forrest camina (o más bien corre) con la seguridad del que se sabe bien la lección y la ingenuidad del niño que al final dejará de ser obligado por las circunstancias. Su vida se constituye como un catálogo de experiencias extrañas aunque emocionantes en las que jamás dejará de ser él mismo, a pesar de que muchos intenten socavar el mundo paralelo en el que discurre. Se empeñan en decir que se trata de un chico subnormal cuando, a través de sus actos, no hace más que reivindicarse como un maestro.
Forrest Gump es una historia de vida elevadora, tierna, maravillosa. Como espectadores, disfrutamos de las andanzas de Forrest, de todas las etapas por las que transcurre su vida a golpe de suerte o destino, las situaciones cómicas en las que se ve envuelto, así como en las dramáticas que de igual modo sufre.
Además de ello, Forrest Gump es también historia. Historia de un país grande y poderoso que, sin embargo, cuenta en su haber con demasiados episodios trágicos que han marcado a generaciones de ciudadanos, ya sea través de la Guerra de Vietnam, el asesinato de los Kennedy o el caso Watergate. Aquí, la inteligencia con la que se ha insertado a Forrest en el devenir de los hechos, incluso como protagonista de los mismos con técnicas tan novedosas como la mezcla de imágenes antiguas y actuales, supone un nuevo aliciente y una lectura complementaria de la película a modo de crónica de una época convulsa en un país que se erigía como amo del mundo.
Por último, la crítica de esta película quedaría francamente incompleta si se obviara la interpretación magistral que Tom Hanks hizo de su personaje, calzándolo como una segunda piel, haciendo suyos sus movimientos, gestos y diálogos; creando, al fin, una persona tangible, poderosamente cercana, con taras y tics que llegan a olvidarse por la calidez que transmite en la pantalla. Hanks jamás ha llegado al nivel de perfección del que hizo gala en Forrest Gump, pues es en la esencia del personaje donde se encuentra ese brillo especial que refulge en la piel del actor. Desgraciadamente, Hanks continúa con una clara tendencia dramática en la elección de sus personajes, dejando a un lado su apreciable vis cómica que conjugó a la perfección en Forrest Gump y que le llevó a ganar su primer Oscar con todo merecimiento. Además, su personaje estaba apoyado por grandes actores como Sally Field en el papel de madre, Robin Wrigth Penn en el de la huidiza Jenny o Gary Sinise como el inolvidable teniente Dann, un personaje traumatizado por la guerra que se debate entre las más bajas pasiones y que finalmente es salvado por segunda vez por Forrest (desafortunadamente para Sinise, en esa edición de los Oscar se encontraba una peso pesado como Martin Landau, quien triunfó gracias a su interpretación en Ed Wood).
Todos ellos fueron dirigidos por un director de incuestionable imaginación (aunque con derivas extrañas en su carrera) que tocó el cielo gracias a esta película (no en vano logró el único Oscar de su carrera) por méritos propios, basándose en el guión que Eric Roth tomó de la novela homónima de Winston Groom. Alan Silvestri acompañó musicalmente a las imágenes, ya fuese por piezas de composición propia o por canciones inolvidables de la época y Don Burguess firmó la fotografía de forma impecable.
Forrest Gump es una de las películas de mi vida por varias razones, algunas expuestas ya a lo largo de esta crítica; se trata de una cinta que emociona, entretiene y conmueve a través de un personaje que llega directamente al corazón, con situaciones emocionantes, algunas disparatadas, que contagian unas ganas irrefrenables de vivir, de soñar, de correr. Jamás podré olvidar esa primera carrera con metales saltando a cámara lenta o aquella por la que salvó a cinco compañeros en Vietnam, o por la que, con barba de varias semanas, fue el centro de todos los medios de comunicación. La gran hazaña de Forrest Gump es que perdura en el tiempo, frases que asaltan tu memoria, imágenes que ya pertenecen a tu propia vida; es una película-experiencia que siempre irá en el corazón de este cinéfilo.

Nueva Sección; Películas para dos vidas


A tenor de la decadente tendencia de la cartelera de nuestros cines que, como buena costumbre, cae en un tedio galopante una vez han pasado los primeros meses del año, desde El Cine que vivimos peligrosamente lanzamos una nueva sección que promete convertirse en uno de los referentes de este blog. Desde este momento, los dos críticos del mismo reseñarán algunas de sus películas favoritas, las de siempre, las que permanecen grabadas en nuestras mentes aun cuando el tiempo transcurre y nuevas historias se yuxtaponen a las antiguas. No tienen por qué ser películas aclamadas por la crítica o los galardones, son simplemente historias que nos han emocionado, entretenido o hecho reflexionar en algún momento de nuestras vidas, integrándose en la propia esencia de nuestro devenir. Cintas dispares como Ladrón de Bicicletas, La jauría humana, La noche de la iguana, Moulin Rouge, Lost in traslation, La huella o Forrest Gump, con la que arrancaremos la sección. Desde nuestro blog, esperamos sinceramente que nuestro trabajo sea un placer para aquellos que nos leen y nuestras reflexiones una ayuda para comprender, aunque sea mínimamente, el mundo cinematográfico que nos hace soñar.

Crítica 2001: Una Odisea del Espacio; Pura poesía a la evolución del hombre

9/10

"La película de ciencia ficción más espectacular jamás realizada". Así recogía la revista norteamericana Entertainment Weekly las impresiones más favorables que se desprendieron tras el estreno de esta cinta de Stanley Kubrick en 1968. Una película que trata de manera magistral la evolución del hombre desde que era un primate hasta que da el salto al espacio para investigar la vida más allá del planeta Tierra.
Con una obertura de unos cuatro minutos de duración en la que escuchamos una pieza clásica que forma parte de la maravillosa banda sonora en la que se incluyen obras de Richard Strauss (Así Habló Zaratustra), Johann Strauss (El Danubio Azul) o Gyorgy Lygeti (Atmospheres). Tras la obertura, se abre ante nosotros un paisaje espacial en el que vemos una estrella y un planeta que están dispuestos como un eclipse perfecto. Esta entrada sirve de presentación para la película, el director y la productora.
Hasta los 10 minutos aproximadamente, la película no comienza a tomar cuerpo. Sin duda, un espectador que vea esta película de primeras y sin haber tenido contacto con ninguna forma de explicación, creerá que está delante de una de las mayores tonterías que un director de cine puede rodar. Por esta razón y para no minusvalorar tamaña obra maestra, predicaré con el ejemplo.
La primera parte de la película se nos presenta bajo el título "El Amanecer del Hombre". Aparecen una serie de primates en medio de un planeta incierto. Es como si esta escena la hubiese dirigido Franklin J. Schaffner. Pero no. Aquí se nos presenta la que pudo ser la realidad de hace millones de años en la Tierra. Un grupo de seres que convivían entre sí intentando sobrevivir según la naturaleza les dejaba. Sin embargo, una mañana aparece ante ellos una extraña figura que les deja, en un primer momento, atónitos y expectantes. Sienten miedo aunque no les durará demasiado. Su escasa inteligencia no les permite identificar si ese objeto, ese monolito, les causará algún problema o no. A medida que avanzan las secuencias descubrimos como el futuro "hombre" va tomando conciencia de que puede interactuar con los objetos que va encontrando. De hecho, un hueso le sirve de base para conocer que puede romper otros objetos, que puede cazar y que puede tomar el mando de la comunidad donde habita y dominar a sus congéneres. Con este prólogo y con la imitadísima escena del primate arrojando el hueso al cielo termina la primera parte de la cinta.
Ese hueso se convierte en una nave espacial que sirve para explicarnos la elipsis que Kubrick ha querido imponer a la película. Nos ahorramos todos los miles de años que han pasado desde que el primer hombre tiene conciencia de lo que tiene alrededor hasta que tiene conciencia de que fuera de su planeta puede también intervenir. La era planetaria y espacial sirve para introducirnos a la segunda parte de la cinta. Si nos damos cuenta, es la elipsis más larga de la Historia del Cine ya que abarca un periodo de unos 4 millones de años. En esta parte de la película, tiene lugar una de las escenas más bellas de la Cinematografía mundial: la coreografía de naves espaciales mientras suena de fondo "El Danubio Azul". El protagonista de esta sección de la película, el Dr. Floyd, viaja a través del espacio en una nave hasta una estación donde mantendrá conversaciones con científicos de la URSS, algo más que relevante puesto que es una época donde la Guerra Fría está a la orden del día. Kubrick propone que la carrera espacial fue, es y será cosa de las dos potencias. El descubrimiento de un monolito sirve de hilo conductor para la investigación del Dr. Floyd. Y es que queda claro que esa extraña figura, oculta en un cráter de la Luna, ha sido enterrado con premeditación. Queda evidentemente reflejada la hipótesis de la vida inteligente fuera de la Tierra.
El resto de la cinta no deja de ser la revelación de que una máquina puede llegar a pensar por sí misma y a tener "vida" propia. Y si no, que se lo pregunten al personaje de Keir Dullea, con el que asistiremos a un viaje psicodélico por un más allá incierto y que le lleva a la resurrección como único ser perfecto y redimido de todos sus males, los males que ha llevado el hombre desde que nació por primera vez.
Si tengo que rescatar alguna escena memorable, sin duda ninguna, será la muerte de HAL-9000. Uno de los asesinatos más cruentos que ha visto la pantalla. El hombre mata a la máquina. Por fin, un futuro libre de "pensamientos artificiales". ¿A dónde llegaremos?

Crítica The Lovely Bones; Onírico relato del Más Allá

7/10

Partiendo de la saludable condición de mi desconocimiento profundo de la obra literaria que sirve como raíz a la película de Peter Jackson, Lovely Bones se ha abierto ante mí como una estimulante flor que se desnuda, pétalo a pétalo, de su naturaleza dual; la del descarnado relato de una familia rota por la muerte de su hija, y la del Más Allá de fantasía que se abre ante la víctima como un tentador camino a la eternidad que, sin embargo, no será completo hasta que su familia conozca la verdad de lo sucedido.

El hecho de no haber leído las páginas del best-seller de Alice Sebold, Desde mi cielo, no es algo circunstancial. Es un debate explotado hasta la extenuación la idoneidad de las adaptaciones cinematográficas a partir de obras literarias, con argumentos a favor y en contra de la misma aunque sin una idea clara del factor clave; ambos son medios diferentes con recursos y lenguajes dispares que difícilmente pueden llegar a simultanearse fotograma a fotograma. Así pues, sin valorar el seguimiento escrupuloso del libro en la pantalla, se percibe una cierta sensación a libertad contemplativa que nos lleva al disfrute de buen cine, pues, al fin y al cabo es lo que esperamos.

Y, efectivamente, se trata de buen cine. Peter Jackson no nos defrauda y ofrece al espectador una compleja historia en la que se mezclan, con enorme talento, una gran diversidad de géneros que matizan, ahondan o rebajan, según convenga, las fuertes emociones que le trama destapa y desarrolla a lo largo de la película. El asesinato de una joven vital y resplandeciente a manos de un retorcido asesino con apariencia de anodino vecino de al lado bien podría haberse convertido en un drama antológico sobre la lucha de unos padres desesperados por conocer la verdad, y esa sin duda es una de las vertientes que explota Lovely Bones, sin embargo Jackson va más allá y complementa la historia con fantasía, intriga e incluso humor (para ello aparece, aunque parezca realmente paradójico, Susan Sarandon). Todo ello engarzado con un montaje prodigioso y una dirección francamente insuperable. Lovely Bones puede parecer a algunos algo remilgada o sencillamente desvirtuada, no obstante, lo que no se le puede negar es la pasmosa habilidad de Peter Jackson para engarzar la fantasía con la realidad, combinando planos, voces y lugares de forma continua, como una larga secuencia de dos horas de duración sin cortes aparentes.

Jackson ya demostró en la saga de El Señor de los Anillos (curiosamente, y en referencia a lo que mencionábamos anteriormente, una de los mejores ejemplos de adaptación cinematográfica exitosa en la historia del cine) el genial equipo que formaba junto a su mujer, Fran Walsh, y Philippa Boyens, en sus tareas como guionistas, y en Lovely Bones repiten éxito. Más allá de algunas escenas innecesarias y excesivamente oníricas (las cuales no desvelaremos por respeto a nuestros lectores) que rompen con la dinámica de la trama, la película funciona bien, atrae nuestra atención, nos emociona y nos conduce hacia donde el autor quiere. Además, cuenta con un elenco de actores de calidad reconocida; Mark Wahlberg (aunque no sea de mis actores-fetiche) como padre de la joven víctima, la siempre deliciosa Rachel Weisz como la madre, Susan Sarandon en el papel de abuela alocada (y algo desubicada dentro de la película), Michael Imperioli (en un importante cambio de registro tras Los Soprano) o Stanley Tucci, quien encarna magistralmente al asesino ebanista, papel que le ha valido sendas nominaciones a Mejor Actor Secundario a los Globos de Oro y los Oscar. Mención aparte merece Saoirse Ronan, una joven actriz que ya despuntó en Expiación y que promete convertirse en estrella gracias a papeles como el que interpreta con gran maestría en Lovely Bones, mostrando su dominio tanto en las escenas más dramáticas como en las que expresa una mayor naturalidad y viveza.

Recomendamos, pues, Lovely Bones a todos los que quieran emocionarse con una historia honda y descarnada aunque filmada con la sensibilidad e inteligencia suficientes para no caer en la depresión más absoluta.