Series de Televisión; The Borgias

Siempre que aparece una serie de este estilo suelen salir tambien de debajo de las piedras centenares de expertos que se ubican en la corriente del llamado "escepticismo televisivo". Esta denominación podría enmarcar a todos aquellos que analizan cada segundo de cada ficción de la pequeña pantalla para poder criticar simple y llanamente (aunque a veces, con mucha razón) comportamientos de los guionistas que poco tienen que ver con lo realmente sucedido.
Yo no proclamo la inexactitud histórica pero todos sabemos de qué pie cojeamos. La objetividad es un mito viviente y aún hoy, para los que tenemos la ingrata suerte de estudiar Periodismo, es uno de esos preceptos máximos y dogmas de fe a los que debemos llegar algún día. Los periodistas somos como una suerte de budistas que esperan llegar a su "nirvana".
Efectivamente, la objetividad en la ficción televisiva histórica es algo que resulta casi quimérico. Nuestro viaje por el éxito comenzó en 2005 cuando la Meca de la Televisión, la Home Box Office (HBO) realizó con un presupuesto de 100 millones de dólares por temporada una de las series más exitosas de la historia de la pequeña pantalla: Roma. Un recorrido por una de las más apasionantes tramas urbanas de la Roma imperial y que tenía a carismáticos personajes como lúcidos protagonistas. Vorenus, Marco Antonio, César y toda la sarta de arpías y sátrapas que poblaban los palacios romanos estaban reflejadas en una serie que pasará a la Historia por querer narrar cientos de relatos de una manera apabullante y que posteriormente quedó en un exceso de metraje y una apabullante puesta en escena que bien mereció cada dólar invertido en su producción. Roma fue uno de los primeros ejemplos en la televisión actual de que la objetividad no estaba tan diáfana como se pretendía. Hay teorías, procedentes de los historiadores más ávidos, que investigan la procedencia real de cada uno de los personajes que aparecen en el metraje.
En todas estas series hay una obsesión por encontrar un equilibrio entre la realidad / Historia y la ficción / licencias narrativas. Al final nos preocupamos más de si Marco Antonio realmente concibió a sus hijos con Cleopatra en un campamento entre Tebas y Alejandría que de intentar disfrutar con una superproducción como nunca jamás volveremos a ver. Por si fuera poco, se nos introducía en una espiral de sexo y violencia que a poca gente gustó en su primer visionado pero que fue sustituyendo por altas dosis de calidad en la redacción de todos y cada uno de sus veinticuatro capítulos de una hora de duración.
En segundo lugar, y dos años después, el actor irlandés Jonathan Rhys Meyers estrenaba bajo el auspicio de la productora Showtime una serie muy popular sobre un tema muy recurrente en la Historia como son los seis matrimonios del rey Enrique VIII y el fatídico destino de algunas de sus esposas. Con un planteamiento tan atractivo, a Los Tudor le llovieron los palos nada más comenzar. Nadie se imaginaba al orondo y rosado monarca británico con aquel porte esbelto que poseía Rhys Meyers. Sin embargo y a pesar de su flagrante éxito, las inexactitudes históricas en la serie son evidentes. Muchos de los acontecimientos ni siquiera sucedieron o están confundidos de una manera bastante escandalosa. La muerte de Ana Bolena o Tomás Moro, el nacimiento de Bolena, la fundación del Vaticano o algunas fechas de guerras imposibles de librar por Enrique VIII son algunos de los ejemplos más demostrados de una serie que terminó con su cuarta temporada pero que le dio numerosas alegrías tanto a su productora como a sus intérpretes, resucitando las carreras de Sam Neill y Jeremy Northam o relanzando la de Jonathan Rhys Meyers.
Es normal que para el estreno de The Borgias la mayor parte de los historiadores ya estén de uñas a ver lo que se encuentran en esta serie que bebe, sobre todo, de Los Tudor en su planteamiento aunque difiere en su temática. Especialmente atentos se hallan los expertos españoles que, viendo como nos tratan fuera de nuestras fronteras, están a la espera de cualquier atisbo de ineficacia narrativa para comenzar a dar palos a diestro y siniestro.
Tras ver el episodio piloto (en versión original, por supuesto) este escritor os anima y os exhorta a no perder el hilo de una serie que promete seguir en la estela de las grandes ficciones históricas. En España tendremos ocasión de verla en Cuatro aún sin fecha confirmada aunque ya podemos ver las correspondientes promos que nos ponen la miel en los labios.
Puedo afirmar que la serie tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en un éxito. Jeremy Irons ha sido siempre un intérprete formidable y lo sigue demostrando a sus 62 años encarnando de manera sublime a Rodrigo Borgia, heredero de la familia española que llega como miembro de la curia a Roma y se convierte en Vice-Cardenal del papa Inocencio VIII. La trama comienza con la muerte de dicho pontífice y se nos van retratando las intrigas que rodean a una saga familiar que ha sido objeto de las más diversas teorías y conspiraciones. Los cuatro hijos de Rodrigo Borgia (Juan, Gioffre y, sobre todo, César y Lucrecia) serán el origen de los desvelos del protagonista y de nosotros, los espectadores ansiosos de ver cada uno de los capítulos de una serie que ya ha conquistado su terreno en Estados Unidos y Canadá como perfecta heredera de la recientemente desaparecida Los Tudor.
Creada por Michael Hirst, guionista de todos los episodios de la trama de Enrique VIII, The Borgias supone la primera incursión de un director consagrado como es el irlandés Neil Jordan (Juego de Lágrimas, Entrevista con el Vampiro, Michael Collins) en el terreno televisivo. Diálogos sólidos, una ambientación perfecta de la ciudad de Roma en el año 1492, cuando Rodrigo Borgia comienza sus fechorías, y un tema inicial que invita al visionado de cada capítulo es lo que se nos ofrece en esta nueva apuesta de la cadena Showtime, la cual sigue teniendo en Dexter a su buque insignia dentro de la alta competencia inserta en la nueva ficción televisiva norteamericana.
Sólo hemos visto un episodio, el piloto, pero las sensaciones son más que excelentes. Yo, gran amante de la Historia y de las artes interpretativas de Jeremy Irons, encuentro en esta serie un aliciente para seguir creyendo que todavía existen posibilidades de poder ver buenas tramas en televisión alejadas de los condicionantes adolescentes o de los tópicos harto repetidos de las series que se están estrenando recientemente. La fidelidad a ficciones como Mad Men, Dexter, House o Breaking Bad son garantía de calidad.
Y ahora más que nunca. Mi compañero Jesús Benabat tuvo el placer de hablar sobre sus sensaciones acerca de la llegada de la primera temporada de Juego de Tronos a la pequeña pantalla, en lo que supone una nueva serie de HBO que está enamorando a centenares de miles de espectadores y que, junto con The Borgias, se convierte en una de las apuestas más importantes para este 2011 en lo que a televisión se refiere.

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