Crítica Larry Crowne; El Hanks-actor salva al Hanks-director

6/10
La silla del director continúa siendo un simbólico objeto de poderosa atracción para muchos actores consagrados de Hollywood. El significativo paso entre los decorados y el concurrido espectáculo de bastidores detrás de las cámaras no sólo se identifica con un mero cambio de roles en el proceso creativo de una obra cinematográfica, sino con todo un universo de ambiciones en busca de la legitimidad artística, o bien por el simple monopolio de los beneficios. En la historia del cine contemporáneo, buena parte de los intérpretes con cierta prevalencia en la industria han experimentado la emoción de proferir el mítico ¡acción! ante un nutrido equipo de técnicos y artístas (algunos incluso a ellos mismos), aunque, eso sí, con suerte dispar. La fama de muchos actores se ha llegado a asimilar a su propio reconocimiento como realizadores; es el caso de Mel Gibson, Kevin Costner, Clint Eastwood o Robert Redford. Otros, por el contrario, pusieron fin a una carrera mediocre delante de las cámaras para triunfar tras ellas, como Ron Howard, Sydney Pollack, Jon Favreau (en la vertiente más comercial) e incluso Ben Affleck (ampliamente elogiado por sus dos primeras cintas).
No obstante, la tendencia general es que la gloria obtenida a través de interpretaciones memorables constituya una losa demasiado pesada para ser desplazada por un reconocimiento alternativo. Al Pacino, Sean Penn Jodie Foster, Ben Stiller, Ed Harris, Anthony Hopkins, Kevin Spacey, Tim Robbins y hasta George Clooney (el caso, quizás, más honroso), han dirigido alguna vez en su carrera una o más peliculas con resultados desiguales; pero la sensación común es que nunca han dejado de ser actores, que su empeño por aportar algo diferente al cine no ha alterado su papel dentro de él.
Toda esta retrospectiva en torno a las difusas fronteras creativas en el mundo del cine, viene al hilo de un caso paradigmático del último grupo descrito. Y es que Tom Hanks, ese portentoso actor de cintas como Forrest Gump, Philadelfia o Náufrago, presenta su segunda película tras las cámaras después de The Wonders (1996), un film que tuvo la misma repercusión en la carrera del intérprete que la que promete esta Larry Crowne, es decir, nula. Es muy digno que las personas experimenten situaciones a las que no suelen estar acostumbrados, pero el peligro a ser incomprendidos o directamente despazados por la crítica ante una evidente falta de oficio siempre es una amenaza latente. De poco vale que te rodees de una sempiterna estrella de la comedia romántica como es Julia Roberts y de un atractivo elenco de secundarios encabezado por Bryan Cranston; pues si no tienes nada que contar (o lo narras sin pulso y con una acusada falta de pasión) el resultado será tan solo una mancha en un brillante expediente que corrobore la necesaria separación entre actores y realizadores.
Larry Crowne narra la historia de un veterano vendedor de un centro comercial que es despedido súbitamente por una reestructuración interna y debido a su falta de estudios universitarios. Acosado por las deudas y por una comprensible crisis existencial, Larry decide inscribirse en un curso universitario de discurso informal (supongo que los estadounidenses sabrán qué significa esto) y de economía, donde, además de hallar la solución a sus problemas más inmediatos, conocerá a una atractiva profesora algo malhumorada que terminará por cambiarle la vida.
Es cierto que el desarrollo de los acontecimientos de la película no tiene coherencia alguna, sino que obedece a un cúmulo de circunstancias yuxtapuestas teñidas de una complacencia evidente; sin embargo, sorprende advertir que llega a funcionar como un simple entretenimiento inofensivo a través del que disfrutar del talento cómico (ya algo difuminado por los años y las operaciones) de Tom Hanks. Y es que es curioso cómo la torpeza del Hanks-director llega a ser compensada por el encanto y la ternura del Hanks-actor, salvando a la película del más absoluto y previsible desastre.
Debo reconocer que siempre he sentido cierta debilidad por la vis cómica del actor de Big, Esta casa es una ruina o La Terminal, progresivamente dilapidada por sus incursiones en el género dramático (y comercial en los últimos años), por lo que cualquier recuerdo de un pasado mejor es siempre bienvenido. Larry Crowne es una película sin pretensiones, con una estructura bastante simple y sin grandes alardes histriónicos; pero la ternura de su personaje principal se contagia con facilidad y termina por conquistar la mirada escéptica del espectador más exigente.

Cine en la Otra Orilla; Alamar (México)

8/10
La belleza abisal del mar posee un extraño poder de atracción para el ser humano. La monotonía ondulante de su superficie, en ocasiones desatada súbitamente por un motor invisible, mágico, es apenas un hipnótico preámbulo del insondable universo que guarda en su interior, más allá de los terrenales rayos del sol, más allá de la inclemencia del mundo aéreo. Y como en el alma del hombre, es preciso bucear hasta lo más hondo, hacia la oscuridad incierta, para hallar su auténtico esplendor, el que permanece oculto, como una perfecta metáfora simbólica, aguardando a ser descubierta.
La película del mexicano Pedro González-Rubio bien podría ser concebida como un sugestivo viaje a la hermosa realidad del mar y sus gentes, una humilde muestra de la naturaleza simbiótica mantenida entre ambos en lo más recóndito del arrecife de coral caribeño, donde la intemporalidad de la vida nos arroja a un estado de instantaneidad perpetua. Allí, los escasos pescadores que duermen cada noche sobre palafitos practican rutinariamente las técnicas de pesca que sus antepasados les legaron como única herencia, un modo de vida en el que la conexión con el mar es mucho más que una tarea de subsistencia.
El espectador asiste a la aventura iniciática del joven Natan, un niño de cinco años criado en Roma que acude a Banco Chinchorro para pasar una temporada con su padre, un pescador local que mantuvo una relación amorosa con una italiana truncada finalmente por el carácter antagónico de sus culturas y necesidades vitales. En el breve preámbulo narrado en voz en off, se argumenta con magistral sencillez la génesis y desarrollo de una historia abocada a la incomprensión, únicamente salvada por ese vigoroso vínculo suscitado con el nacimiento del niño.
Ante los ojos de Natan desfilan una amalgama de sonidos, colores y texturas nunca antes experimentados; el vaivén insidioso del mar, el sabor del pescado fresco, la frugalidad de la vida del lugar, la excitante sensación del aprendizaje de lo desconocido. Y sobre todo, la relación con el padre, el respeto y la admiración hacia aquel que, a través del cariño y la protección, descubre ante ti las maravillas ocultas de la vida, como un precursor de todas aquellas experiencias que aún quedan por advertir en el futuro.
La película de González-Rubio focaliza toda su acción en la mirada contemplativa de la rutina; una mirada sosegada, como un mar en calma, que bucea en los hermosos detalles que componen el majestuoso fresco marítimo retratado por la cámara con una belleza plástica insuperable. Cada encuadre de la trama parece obedecer a una clara intencionalidad artístitica, como si el director hubiese deseado engarzar instantáneas fotográficas en un discurso fílmico pausado e irradiado por el carácter oceánico del paisaje. Una delicia visual para disfrutar con el ánimo tranquilo y la mente despejada, para dejarte contagiar por ese espíritu de conquista continua de la naturaleza que nos rodea, en la batalla diaria por la supervivencia, en lo esencialmente humano que aún detentamos en nuestro interior más recóndito.
Alamar es una rara avis en el cine mexicano contemporáneo, contaminado justificadamente por la violencia que inunda el orden social del país en un ejercicio de crónica histórica necesaria de cualquier forma. Una película que muestra que existe algo más que dolor y pesar en un pais definido por sus contrastes. La belleza de sus paisajes continúa tan vívida que por momentos todo se olvida en favor de la más deleitable contemplación, al más pura conexión con la naturaleza.

Crítica Frida: El pincel de la angustia reprimida

7/10
En ocasiones el cine tiene la extraña cualidad de arrojar luz allí donde las sombras siempre ocultaron la grandeza de hechos históricos olvidados, manifestaciones culturales imprescindibles, o personajes inmortales de vidas apasionadas. La materia de la que está confeccionada la fama y la gloria es tan escurridiza como la propia voluntad de aquellos que la sustentan. Y una película puede erigirse como ese leve soplo que contribuye a forjar el mito que durante su presente permaneció en el más absoluto silencio.
La pintora y pensadora mexicana Frida Khalo tuvo que asistir postrada en su cama a la primera exposición que su país brindaba a una obra conocida en el resto del mundo, en 1953, a tan sólo un año de su muerte. Ni la enfermedad adherida a su existencia, ni el desánimo ante un final prematuro y, de algun modo, liberador tras años de obstinado sufrimiento, pudo contener el deseo irredento de la pintora de ver sus lienzos en los muros de la Galería de Arte Contemporáneo de Ciudad de México, entre los suyos, agasajada por última vez como un acto de justicia final para una de las creadoras más importante de un país en el que la violencia parecía ahogar su floreciente cultura.
El nombre de Frida Khalo ha estado relacionado durante mucho tiempo con el exotismo de su figura artística. Los coloridos vestidos de influencias prehispánicas que portaba con cierto orgullo de raza, su talante público extrovertido y espontáneo, su reconocible rostro ajeno a los estándares de la belleza femenina, su agitada vida social o incluso el surrealismo estridente de sus cuadros, propiciaron que su verdadera naturaleza, su nutrido mundo interior de pesares y pasiones quedara oculto, inexplorado para el gran público, como si todo su ingenio y lucidez fueran sólo la paleta impresionista de una artísta mucho más profunda y trascendente a la que era necesario observar desde la distancia justa para apreciar la angustia y el frenesí de su pincelada.
En 2002, el empeño de la actriz mexicana Salma Hayek logró volver a poner en boga el nombre de Frida a partir de una película realizada en Hollywood y con una amplia distribución internacional, que pretendía ahondar en los aspectos fundamentales de la accidentada existencia de la pintora a modo de fresco vital apresurado; el prematuro contacto con la enfermedad, su talento pictórico primitivo, el trágico accidente que con 18 años la postró durante largo tiempo en una silla de ruedas, el tormentoso romance vivido con el afamado muralista Diego Rivera, el aborto de su hijo, su floreciente carrera como pintora o el agravamiento de sus dolencias en sus últimos años de vida.
La película bucea en la existencia dual de Frida, en esa perpetua confrontación entre la tristeza a la que era abocada sin remisión y la  felicidad que hallaba en su pertinaz ánimo de soñadora empedernida. La vida le golpeaba una y otra vez, pero la alegría brotaba con insólita obstinación entre los parajes más aciagos de su destino. Incluso el amor fiel profesado a su alma gemela, a Diego, le devolvía el amargo sabor de la traición, en una relación de luces y sombras, de infidelidades y devociones, de un cariño natural y espontáneo aglutinado por el arte y el talento que los unió. Y qué mejor forma de expresarlo que a través de la arquitectura, de ese estudio de trabajo compartido en el barrio de San Ángel compuesto por dos edificios diseñados por Juan O'Gorman y comunicados por una pasarela que significaba mucho más que su mera funcionalidad.
Hoy día la Ciudad de México se siente orgullosa de su emblemática artista. La Casa Azul, allí donde Frida pasó buena parte de su vida y más tarde convertida en museo a modo de tributo al pueblo mexicano, luce con el mismo esplendor que encandilara a tantos artistas y pensadores que gozaron de la compañía de sus inquilinos, desde André Breton hasta León Trotsky. Sus hermosos jardines se encuentran salpicados por la extensa colección de figuras de arte prehispánico que el matrimonio coleccionó en vida, así como las frases que ambos se dedicaron inspirados por un amor pasional y un cariño eterno. Frida parece estar viva en cada uno de sus cuadros, en los tristes autorretratos que ofrendó a su remendado cuerpo.
La película de Julie Taymor se inscribe en el encorsetado género biográfico al cual debe su propio argumento, aunque salpicado por las pinceladas de fantasía a las que el espíritu de la pintora incita o por la hermosa banda sonora (incluída la participación de Chavela Vargas) que acompaña a los desgarrados episodios de su vida. Salma Hayek realiza un trabajo excelente que secunda un correcto Alfred Molina en virtud a un parecido físico evidente con Diego Rivera, así como una larga serie de secundarios de renombre; Geoffrey Rush, Antonio Banderas, Ashley Judd o Mia Maestro; hasta componer una estimulante crónica vital de un personaje capital en la historia del arte universal.
En cada rincón de Coyoacán, el barrio donde nació y murió, todavía resuenan los bellos versos que Frida consagró a su maltrecho aunque recio espíritu; "Pies para qué los quiero si tengo alas pa' volar".

Crítica El Árbol de la Vida; En el Nombre de Malick


8,5/10

Estoy realmente impresionado ante lo que acabo de ver. No tengo palabras. No hay expresión posible que pueda definir lo visto. Algo menos de dos horas y media en los que se detalla la creación del Universo mezclado con retazos de la condición humana mientras observamos con detenimiento como se forma el cúmulo nebuloso donde vivimos mientras asistimos a la formación de una familia, el verdadero origen de nuestro comportamiento como personas. 
Terrence Malick ha tejido un poema en imágenes, dominando la cámara y utilizando como una extensión de su propio cuerpo. El Árbol de la Vida comienza con una cita del libro de Job que parece una pedida de explicaciones de Dios a Job, al paciente santo que soportó una incisiva prueba por parte de Satán con la autorización del Altísimo. Precisamente en el desarrollo de la trama observamos como la familia protagonista soporta ciertos avatares y sufrimientos que parecen ofrecidos a Dios y por hacer cumplir sus deseos.
A lo largo de la cinta, el director se plantea cuestiones vitales que han intentado definir nuestra existencia en el Universo frente a la heterogeneidad que puebla las infinitas medidas del patio de recreo en el que nos encontramos sumergidos. El Árbol de la Vida es precisamente eso. Intentar responder a unas cuestiones que no tienen respuesta, al igual que algunas secuencias de la película. El uso de la narrativa y las técnicas audiovisuales del que presume Malick es de un carácter envidiable. Pocas veces hemos visto algo semejante en la Historia del Cine y es ahí donde un director en sí misterioso, poco dado a las cámaras, como es Terrence, se ha lucido.
A través de unas imágenes incomparables, de una belleza extrema, el director nos va sumergiendo en la creación del mundo, en esos siete días que Dios se tomó para conectar cada uno de los elementos que servirían como “caldo primordial” al desarrollo de todas las especies vegetales y animales que pueblan la Tierra. Por si fuera poco, y al más puro estilo Carl Sagan, Malick nos ofrece unas espectaculares fotografías en movimiento del Universo, de las nebulosas, de los planetas, de las atmósferas externas. Meteoritos, cometas, asteroides, el Sol luchando contra sí mismo. El espectador tiene dos opciones. O liberar la mente y abstraerse ante la maravilla fílmica que Terrence Malick nos propone o directamente, y como ha hecho mucha gente, huir en desbandada a la primera película “terrenal” que haya en la siguiente sala. No estamos ante un documental de Discovery Channel, ni tan siquiera de La 2. Estamos ante una obra maestra de la poesía cinematográfica que ilustra con imágenes las creencias de millones de personas en la dualidad vida-muerte debida a Dios. Pero también demuestra el hecho demostrado por Darwin de que, en este planeta, sólo sobrevive el más fuerte. Prueba de ello son los minutos donde vemos a los dinosaurios pisando nuestro planeta, en una fecha que nos parece incomprensible. 
Aunque es evidente que El Árbol de la Vida bebe de 2001: Una Odisea del Espacio, se sigue prefiriendo la obra magna de Kubrick para entender mejor el origen del cúmulo espacial en el que nos movemos. Podemos decir que constituyen un binomio fílmico que se debería de vender junto a La Biblia y El Origen de las Especies. El prólogo de la película ilustra precisamente todo lo que hemos comentado escenificado con piezas musicales extraordinarias de grandes maestros como Bach, Mozart, Brahms, Berlioz y uno de los mejores compositores actuales, Alexandre Desplat. 
Las cuestiones que nos plantea son excesivamente intensas, sobre todo aquella por la cual debemos encontrar el verdadero significado de la vida poniéndonos, como a Job, ante la tesitura de actuar frente al nacimiento de un niño y ante el fallecimiento de un ser querido, sobre todo si pensamos que todavía no tenía edad para morir. 
El Árbol de la Vida es más que cine, es un manual de cine elaborado por un maestro que en cuarenta años ha realizado cinco películas, todas ellas con un gran reconocimiento. Malas Tierras, Días del Cielo, La Delgada Línea Roja y El Nuevo Mundo. Malick no pasará a la historia por diálogos pesados sino por utilizar la cámara y la narrativa de manera concisa, densa, donde sus tramas prevalezcan por encima de los tópicos de la duración establecida. 

Crítica La Piel Que Habito; Mudando la epidermis

9,5/10
No me queda más duda que corroborar que estamos ante una de las mentes más lúcidas que ha dado el cine español en toda su historia. Cuando parece que el arte fílmico en nuestro país se reducía a los típicos clichés anclados en la Guerra Civil, las historias de barrio sin mayor trascendencia e incluso los tópicos alimentados por el público (y en ocasiones por los propios creadores), aparecen intentos muy acertados de intentar cambiar el rumbo.
Y en este cambio de orientación, situamos la nueva película de Pedro Almodóvar. Un director ególatra hasta niveles máximos que ha demostrado durante los últimos treinta años poseer un don especial para el séptimo arte y que, aunque anclado durante lustros, ha encontrado la horma de su zapato en una película distinta, alejado de los típicos melodramas a los que el manchego nos tiene acostumbrados en los que la homosexualidad o transexualidad eran la nota dominante. Cuando vemos una película del realizador y observa el comienzo, encuentra que tan solo aparecen cuatro palabras que se han convertido en todo un icono del cine español: “Un film de Almodóvar”. No hay nombres. Ni actores, ni técnicos. Sólo el apellido del manchego. Y esto es sólo una parte del amplio abanico de detalles que conforman el estilo de un realizador único e irrepetible.
Con La Piel Que Habito, Pedro demuestra que está en forma. Que conoce el oficio y sabe dirigir. Muestra de ello es la reconversión de Antonio Banderas en un terrorífico cirujano que debe vengar una serie de hechos que han golpeado su vida. Y para ello decide tomarse una de las venganzas más exquisitas que jamás hayamos podido ver en los más de cien años de Historia del Cine. Era impensable que aquel Banderas de Philadelphia o La Máscara del Zorro podría convertirse en este frío y calculador padre que pierde piezas ampliamente importantes de su vida. Antonio Banderas está imponente, irresistible, convirtiendo a su Robert Ledgard en lo mejor de la película en el terreno interpretativo demostrando porqué después de 80 películas, sigue siendo el referente hispano en Hollywood.
Almodóvar nos regala una de las mejores películas de su filmografía, e incluso me atrevería a decir que es considerablemente superior a Átame o Volver, sus dos obras de referencia. Una cinta de terror psicológico a la que ayuda la impresionante banda sonora de un Alberto Iglesias absolutamente inspirado. Combinando piezas orquestales con temas donde los tambores llevan al espectador al suspense más absoluto, elementos que rozan los límites de la psique consiguen que estemos ante una película muy distinta, donde encontramos la motivación de Almodóvar por regenerarse a sí mismo y mudar esa piel a la que hace referencia el título.
Con escenas sobrecogedoras, alejadas de cualquier convencionalismo o tópico previo sobre el director manchego, Banderas y su partenaire Elena Anaya ejecutan una partitura interpretativa casi perfecta. Pocas veces en el cine español dos interpretaciones habían resultado tan creíbles en una trama que recoge los mejores elementos de aquel cine de suspense frío francés o incluso, del primer Polanski, aquel que nos sobrecogió con El Cuchillo en el Agua o Repulsión.
Aunque Almodóvar quiera reinventar su propio cine hay algo que también sabe hacer y es introducir los elementos que le han hecho mundialmente reconocido con el único fin de no perder su identidad como director, algo que le honra como uno de los pocos realizadores de los que podemos presumir en España que poseen estilo propio. Una serie de detalles que el espectador tendrá que ir intercalando con magistrales secuencias donde la acción, la lucha, la muerte, la venganza o la ira se combinan con los sentimientos más oscuros del ser humano.
La Piel Que Habito puede parecer incluso una cinta de una crudeza considerable. Pero debemos pensar que todo lo que aparece en ella pertenece a nuestra condición de seres débiles, tentados por un mal con el que nacemos por naturaleza y que, en ocasiones, se manifiesta de las maneras más trágicas con el único objetivo de defender lo que consideramos como nuestro.
Si decide ir a ver La Piel Que Habito, debe alejarse de los tópicos con los que hemos sido criados con respecto al cine de Almodóvar y que se repiten continuamente a lo largo de una vida llena de películas. Libere la mente. Piense que está usted ante un ejercicio de estilo absolutamente irrepetible. Ya lo hizo Álex de la Iglesia el pasado año con Balada Triste de Trompeta con un éxito más que notable y ahora le toca el turno al manchego.
Créame. No lo lamentará jamás y gozará de una de las mejores películas de nuestro director más internacional.

Crítica No Tengas Miedo; El talento oculto de Michelle Jenner

7,5/10

Siempre me había movido por el prejuicio de que Michelle Jenner no era más que una cara bonita, aquella que por tantos suspiraban los protagonistas y los que veían Los Hombres de Paco. Uno de mis muchos fallos es el de prejuzgar a las personas, en este caso a los actores/actrices, por un trabajo y no por una totalidad. 
Ha tenido que llegar No Tengas Miedo, la última obra de Montxo Armendáriz para darme cuenta de la complejidad a la que la intérprete puede llegar a someterse para ponerse en la piel de su personaje. Sin duda hablamos de una película necesaria y valiente, de esa que enmarcamos dentro de aquel "cine denuncia" que parece estar relegado a las clases de universidad y que tan bonito queda en palabras de algún profesor de cine. Sin embargo, hace mucha falta que nos impliquemos todos en acabar con ciertas lacras. Ya está bien de machismo. Ya está bien de maltrato. Basta ya de abusos sexuales, sean a menores, mujeres o a cualquier ser humano.
Es por eso que reivindico la figura del personaje de Michelle Jenner en esta película, una Silvia marcada por un pasado oscuro en el que su padre ejercía de tutor en muchos más aspectos de los que realmente le corresponden. Una vida sombría, depresiva, angustiosa. Una vida que nadie querría vivir si estuvieramos en el pellejo de aquel que sufre la tremenda lacra de los abusos sexuales. Pido perdón por mis prejuicios y confieso mi más sincera admiración a la actriz por este impresionante papel.
Armendáriz nos trae una trama a la que no le sobra ni le falta ningún plano. La historia es tan fría como su protagonista, una chica que sufre abusos desde que apenas tiene uso de razón. Problemas familiares, divorcios, malos entendidos y la consecuente falta de atención a una vida que está germinando en un hogar destrozado. Con una brutalidad extrema que hiela la sangre, Michelle Jenner se pone en la piel de Silvia para ilustrarnos de manera maravillosa lo incomprensible que nos resulta poder entender hasta donde llega la capacidad de sufrimiento del afectado. Mención aparte merece un Lluís Homar empeñado en introducirse en las mentes más perversas que han traído los últimos años del cine español. De otro lado, Belén Rueda y Nuria Gago le dan el contrapunto perfecto a una trama suspendida por dos actores formidables. Posiblemente le falte algo más de profundidad en las subtramas que rodean la tremenda existencia de nuestra protagonista, Silvia.
Gracias a películas como la de Armendáriz poco a poco vamos consiguiendo ayudar a las personas que más lo necesitan y que más cerca tenemos. Aquellas que sufren en silencio problemas mucho más graves de los que tenemos o podemos llegar a tener en nuestra vida. 
Gracias a películas como No Tengas Miedo, aprendemos a pensar que nuestra vida es maravillosa por muchos inconvenientes que tengamos y muchas puertas que se nos cierran. Es por ello que debemos pensar que nosotros somos los únicos que tenemos la potestad y el deber de ayudar cuando más se nos necesita. Si damos la espalda, puedo asegurar que seremos nosotros los que tendremos miedo.
Basta ya. Por favor. Hagamos un mundo mejor. No por nosotros, sino por aquellos que todavía tienen que venir.

Películas Para Dos Vidas; Blade Runner

Se que para hablar de una película como Blade Runner primero hay que lavarse las manos y la boca. Pocas veces en la Historia del Cine tendremos la oportunidad de ver algo igual o parecido. Una experiencia inigualable que sentó las bases del llamado cyberpunk (que luego recuperaron 12 Monos o Matrix) y que constituye todo un manual de estilo de la ciencia-ficción.
Su director, Ridley Scott, venía de realizar otra masterpiece de la ficción más científica. Alien supuso un shock para aquellos que creían haberlo visto todo a finales de los años 70. Los extraterrestres nunca habían sido tan terroríficos desde las peores películas de la serie B. Scott es un realizador muy singular. Capaz de narrar la historia de dos mujeres en plena carretera como hizo en Thelma y Louise o maestro del peplum en la oscarizada Gladiator, en 1982 adaptó con muy poco éxito la obra de Phillip K. Dick en una película que el tiempo ha puesto en su lugar.
Blade Runner posee legiones de fans en todo el mundo que adoptan las ideas de Dick como suyas propias y que hacen de los "replicantes" una forma de vida. Sorprende ver la cantidad de imágenes recreando la película que existen en esos clubes de fans. Sin embargo, no son hartibles por su aparición en las Comic-Cons vestidos de Deckard o travestidos de Pris. Parece que Blade Runner tiene otro aura, de respetabilidad, de mito. ¿Quién sabe?
Lo cierto es que la historia, aunque algo incomprensible, tiene toques del apocalipsis más cercano que se viene sobre nosotros. Un apocalipsis donde la clonación humana sustituye a las formas tradicionales de procreación y donde ciertas empresas se lucran a costa de destrozar a la raza humana. Sin embargo, en pleno 2019, todavía queda algún resquicio de humanidad que nos lleva a pensar que las máquinas son malvadas y que hay que luchar contra ellas. Para ello, encontramos la figura legendaria de Rick Deckard. Hablamos siempre de Harrison Ford como un actor basto, desprovisto de capacidad alguna para expresar sentimientos. Puede ser verdad, pero tambien es cierto que Ford es uno de los mejores intérpretes que han pasado nunca por la gran pantalla.
Prueba de ello es este personaje que recrea en la cinta de Ridley Scott. Pensado inicialmente para Dustin Hoffman, Harrison Ford es prácticamente el alma mater de una película que se sostiene gracias a su poderosa interpretación de un policía alcohólico y depresivo. Si fue nominado a los Oscar como mejor actor en Único Testigo, somos muchos los que nos preguntamos porqué por Blade Runner no obtuvo reconocimiento, incluso sabiendo que con el paso del tiempo se ha convertido en la mejor película que ha hecho nunca. Sorprende la recreación, muy compleja, de este polícia atormentado que es capaz de disparar a mujeres por la espalda sin ningún tipo de escrúpulo.
Mención aparte merecen los tres actores que acompañan a Harrison Ford en la película. Impresionante está Rutger Hauer como el replicante jefe. Poderoso al máximo, pronuncia una de las mejores frases que se han escuchado nunca en un guión de cine, resumiendo todo el metraje de la película. Lo inexistente, lo frágil del tiempo y lo increíble:
- "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto rayos D brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia."
Sean Young y Darryl Hannah otorgan a sus papeles de una complejidad manifiesta, en un contexto en el que ciertamente ni el protagonista ni el espectador sabe quien es más malo. A esto nos ayuda una atmósfera incomparable. La recreación de un Los Ángeles humeante, oscuro, sombrío, es un reflejo del futuro que nos espera. Blade Runner cuenta además con una de las grandes maravillas de las bandas sonoras. Vangelis compone una obra clásica mezclada con sintetizadores electrónicos que dejan a más de uno boquiabierto al volver a revisar una y otra vez la película.
Blade Runner es mítica, única, inimitable, incomparable, desconocida, ininteligible pero de lo que no hay ninguna duda es de que estamos ante una de las obras maestras del cine de nuestro tiempo.

[Mostra de Venecia 2011] Michael Fassbender vence en la Biennale



Los palmarés de los grandes festivales siempre provocan odios y alegrías a partes iguales pero en esta ocasión, el León de Oro del Festival de Venecia de este año ha ido a parar a las manos del director ruso Alexander Sokurov por su película Faust, con lo que las alegrías se han convertido en incertidumbre. Por otro lado, Michael Fassbender ha sido galardonado, de manera muy justa, con la Copa Volpi al mejor actor convirtiéndose en el gran ganador de la Biennale 2011.
Con indistintas sensaciones ha terminado una gala en la que Marco Müller, director de la Biennale, ha destacado por controlar los tiempos de agradecimiento de sus premios más que por preocuparse de informar al público y los periodistas sobre si deja su cargo o si se convierte en un gobernante vitalicio, algo que se llevaba esperando desde hacía meses. Finalmente, en una apologética intervención final, ha despedido y clausurado la Mostra de Venecia 2011.
En cuanto a la entrega de premios, lo más destacable ha sido el hecho de que se ha notado la mano de Aronofsky en la entrega de los premios. Ninguna de las grandes favoritas ha resultado premiada. Los cineastas e intérpretes consagrados no han recibido absolutamente nada. Excepto la Copa Volpi, otorgada a un actor alemán que presentaba dos películas a concurso. Michael Fassbender traía bajo el brazo Una Historia Peligrosa y Shame, por la que finalmente ha resultado premiado. Su interpretación de un solitario y depresivo adicto al sexo ha bastado para consagrarse con este galardón como uno de los actores a tener en cuenta. El propio Fassbender ha tenido palabras de recordatorio para el otro contrincante favorito, Gary Oldman.
El galardón al mejor director ha recaído en Shangjun Cai por Ren Shan Ren Hai, una cinta que llegó gafada a la Biennale y que fue inscrita a última hora. Por otro lado, la Copa Volpi a la mejor actriz ha sido para Deanie Yip por A Simple Life mientras que el galardón especial del jurado ha ido a parar a las manos de Terraferma, de Emanuele Crialese.
Los guionistas de la película griega Canino, estrenada hace dos años en el Festival de Cine de Sevilla, han vencido este año en la categoría de Mejor Guión por Alpeis. De esta forma, Yorgos Lanthimos se corona definitivamente como una de las figuras más importantes del cine en Grecia.

[Mostra de Venecia 2011] Todo listo para entregar los premios de la Biennale


Tomas Alfredson ha presentado en la Mostra de Venecia una de las películas que más han entusiasmado al público y crítica asistente. El Topo es toda una declaración de intenciones en forma de adaptación de una de las novelas más leídas del maestro del espionaje John Le Carré. 
Con un trío actoral realmente espectacular encabezado por Gary Oldman, El Topo constituye uno de los platos fuertes en la sección oficial a concurso. Junto al oscarizado Colin Firth y Tom Hardy, Alfredson nos trae una apasionante intriga sobre un infiltrado en los servicios de inteligencia de Inglaterra. 
Tanto la interpretación de Oldman como la magistral dirección del realizador sueco así como el guión adaptado de Bridget O´Connor huelen a Oscar. Tendremos que esperar hasta el próximo mes de noviembre para comenzar a hacer las quinielas de esta temporada de premios. Una mezcla de espionaje con thriller psicológico que ha hecho las delicias del Lido en esta semana en la que también han fascinado el segundo proyecto de Al Pacino como director, Wilde Salome, y el nuevo e intenso drama del realizador Steve McQueen, Shame, en el cual repite con Michael Fassbender en el papel protagonista. La cinta de McQueen es, de momento, la que más posibilidades tiene de alzarse con el León de Oro. 
Aunque la competición también tiene muchas papeletas para encumbrar a la última obra de Roman Polanski, Un Dios Salvaje. El jurado está presidido por Darren Aronofsky, el cual ya afirmó que "la ganadora va a ser la película que más le impactara emocional y intelectualmente."
Esta tarde a las 19:00 se entregarán los premios en una ceremonia que tendrá lugar en el Teatro del Lido de Venecia. Estaremos muy atentos. Nombres como Kate Winslet, Michael Fassbender, George Clooney o Gary Oldman pueden salir victoriosos. 

[Mostra de Venecia 2011] Steven Soderbergh "contagia" la Biennale

 
Ayer se presentó en la Mostra de Venecia la nueva película de Steven Soderbergh. Contagion supone una nueva vuelta de tuerca al inclasificable cine del director norteamericano. Kate Winslet, Jude Law, Matt Damon, Marion Cotillard y Gwyneth Paltrow se enfrentan a un desconocido virus que se transmite por el contagio entre humanos.Autor de cintas como Solaris, Sexo, Mentiras y Cintas de Video o la taquillera trilogía de Ocean´s, Soderbergh ganó un Oscar por su dirección en Traffic y estuvo nominado por Erin Brockovich. Si hay algún realizador más prolífico que debamos nombrar en la última década, ese es Steven Soderbergh.
En la Biennale, y fuera de concurso, el realizador estrenó con aplausos y muy buenas sensaciones su última cinta, Contagion. No estamos ante la típica película de zombies, ni tan siquiera ante la tópica película de virus que se transmiten en el aire. Aquí no hay estrellas con más protagonismo que otros. En ciertos momentos del metraje, comprobaremos que más de uno de los actores protagonistas sufren las consecuencias del virus y que su condición de “estrella” no les sirve de nada ante este peligro que está diezmando al planeta en cuestión de minutos.
Soderbergh, director procedente del cine independiente, se pliega de nuevo a su estilo indescriptible para ofrecernos una película angustiosa, que hará las delicias de los amantes del cine apocalíptico. La oscuridad, la soledad, el miedo, el suspense y la desesperación se ponen al servicio del disfrute más absoluto del espectador en una película que se estrenará el próximo 14 de octubre en España.

[Mostra de Venecia 2011] Al Pacino, premiado por toda su carrera en la Biennale


De paso para promocionar su última película como director, Al Pacino ha recibido el galardón Jaeger-Le Coultre Glory to the Filmmaker 2011. La ovación de todo el público y prensa presente en el Lido ha sido atronadora para un intérprete que nos ha legado obras maestras como El Padrino, El Precio del Poder o Esencia de Mujer. En esta edición de la Biennale, el actor presenta fuera de concurso su segundo proyecto como realizador, Wilde Salomé.
El arrollador recibimiento al intérprete ha tenido lugar cuando se disponía a presentar su película, a la par que entraba en la sala donde se proyectaría Wilde Salomé. Los presentes, con los ojos lacrimosos al ver a aquel que tantas tardes de diversión nos dio, prorrumpieron en aplausos cuando hizo su aparición en compañía de la actriz con la que protagoniza su última aventura como realizador, Jessica Chastain.
El galardón, que homenajea toda la extensa carrera de Al Pacino, le será entregado esta misma noche en una ceremonia especial a la que asistirá el actor tras las primeras impresiones de la prensa y el público al ver su Wilde Salomé. El intérprete ha compartido cartel a lo largo de su vida con maestros y contemporáneos como Marlon Brando, Robert De Niro, Robert Duvall o Paul Sorvino y ahora ve reconocida su filmografía en esta edición de la Mostra de Venecia.

[Mostra de Venecia 2011] Aplausos para Cronenberg, abucheos para Bellucci

Sólo han pasado tres días de Mostra de Venecia para que escuchemos los primeros abucheos. Y no a una película desconocida, sino a toda una Monica Bellucci que sale de la Bienale escaldada con su película Un Été Brulant. Sin embargo, continuamos con las sesiones de aplausos y le ha tocado el turno a David Cronenberg con su Un Método Peligroso
Mientras el cineasta David Cronenberg (Una Historia de Violencia) presentaba su película, muchas eran las voces que no sabían si profetizar que estábamos ante una obra maestra o simplemente una tomadura de pelo ejemplar. Sin embargo, el enfrentamiento de dos de los más importantes psicólogos de la historia de la Humanidad, Sigmund Freud y Carl Jung, ha cosechado los aplausos de todos los presentes a la presentación de la película en el Lido.
Su trío actoral, formado por Viggo Mortensen, Keira Knightley y Michael Fassbender, es quizás lo más destacado de una película firmada enteramente con el sello Cronenberg. Una cinta en la que, parafraseando a Toni García en el diario El País, parece que el realizador quiere demostrar que “el cine está hecho para una serie de elegidos“, entre los que egocéntricamente suponemos que se encuentra él mismo. No decepciona en absoluto esta trama de tríos amorosos sino que incluso estimula de cara a su estreno el próximo mes de noviembre.
Por si fuera poco, y para más emociones, faltaba por ver el segundo estreno de la tercera jornada. Monica Bellucci llegaba a la Mostra igual que una Madonna, cabeza pensante de aquel grupo que cree que viene a comerse el mundo. Bellucci, pésima actriz pero con evidentes atributos físicos, ha vuelto a liarla con Un Été Brulant. Su director, Phillippe Garrel, ha sufrido que el público presente reciba con signos de malestar la historia de amor entre la actriz italiana y su propio hijo. Quizás, el elemento más polémico y esperado de la cinta era el desnudo (otro más) de una Monica Bellucci que no ha conseguido salvar la película ni tan siquiera con sus atributos.

[Mostra de Venecia 2011] George Clooney y Roman Polanski triunfan en la Bienale


Las dos propuestas presentadas en el Festival de Venecia han dado muy buenos resultados de crítica y asistencia. Tanto Los Idus de Marzo, dirigida y protagonizada por George Clooney como Un Dios Salvaje, del realizador polaco han triunfado en sendos pases al público y periodistas asistentes a esta 68º edición de la Mostra de Venecia.
De un lado, la película que inauguró la presente edición de la Mostra resultó ser todo un thriller político en el que las intrigas, la maldad, la falsedad y la hipocresía definían el concierto ejecutivo mundial. George Clooney pone a caer de un burro a toda la clase política mundial basándose en la verdadera historia de un joven idealista que comienza a trabajar en la campaña electoral de un candidato a las primarias del Partido Demócrata. Pronto se dará cuenta de que en el juego político sólo vale ganar, caiga quien caiga.
Por otro lado, la nueva cinta de Roman Polanski, Un Dios Salvaje, hizo que su reparto saliera vencedor en una noche que brilló con luz propia. Kate Winslet, Jodie Foster, Christoph Waltz y John C. Reilly, de los cuales faltaron Foster y Polanski, se alzaron con los aplausos del Lido mientras público y prensa contemplaban una adaptación de la obra teatral de Yasmina Reza en el que dos matrimonios se reúnen para hablar de las peleas de sus hijos en un parque sin saber que esa discusión terminará llevándose hasta límites insospechados.
Pocas horas después, llegaba la primera decepción. Tampoco nos esperábamos mucho de la segunda película como directora de Madonna. La cantante aterrizaba en Venecia imaginándose que su cinta iba a triunfar entre tanto nombre consagrado. Sin embargo, los bostezos y los sustos en el asiento (provocados por espasmos musculares de cansancio) triunfaron en una película que intentaba reflejar las vicisitudes a las que se enfrentó el rey Eduardo VIII tras verse obligado a abdicar a causa de su matrimonio con Wallis Simpson. Lo que se pretendió ver como una película histórica se ha convertido en una mala secuela de El Discurso del Rey.
Estamos a la espera de ver las primeras impresiones acerca de las dos películas que se estrenan hoy. Por un lado, la nueva cinta de David Cronenberg, A Dangerous Method y lo nuevo y polémico de Monica Belucci, Un été brûlant.

Crítica Cowboys & Aliens; Sentimientos encontrados

4,5/10
La última vez que se juntaron Indiana Jones y James Bond salió una obra maestra del cine de aventuras: Indiana Jones y la Última Cruzada. Estamos en el año 1989 y sus protagonistas eran un Sean Connery pletórico y un Harrison Ford que venía de probar las mieles del éxito. Ahora, en 2011, otra reunión de estos dos héroes nos deja una sensación un tanto insípida acerca del resultado final de este estreno, Cowboys and Aliens, que trataremos de analizar fríamente.
Lejos queda comparar a aquel escocés con porte elegante y sobrio cuyo apellido sirvió para ensombrecer a todos los intérpretes que tuvieron la suerte y agallas de encarnar a Bond, James Bond. Connery fue el que sentó las bases y el encargado de dar vida al agente 007 en estos tiempos es el rudo Daniel Craig, que por su apariencia física, parece ser la antítesis de lo que Ian Fleming tenía pensado para su Bond.
No es que Craig actúe mal. Es que la película no está hecha para él. Cowboys and Aliens es un producto confuso, quizás el más indefinido del año. Una cinta que navega entre la ciencia ficción y el western. Éste que os escribe es muy poco dado a las mezclas extrañas. Y este cóctel entre La Guerra de los Mundos y Sin Perdón me parece un tanto retorcido.
A priori, su reparto resulta incluso interesante. Harrison Ford, Daniel Craig, Sam Rockwell, Olivia Wilde, Keith Carradine, visto en la segunda temporada de Dexter y Paul Dano, excelente actor joven que triunfó con Pequeña Miss Sunshine y Pozos de Ambición. Pero todos estos intérpretes se hallan perdidos en medio de un pozo sin fondo que parece no tener término.
Con un argumento absolutamente inverosímil, parece querer plantear en el espectador que en el Lejano Oeste aterrizaron los extraterrestres para aterrorizar a indios y vaqueros. Aunque parezca una completa tontería, lo cierto es que peores cosas se han visto en el cine durante los últimos años. Si atacan la Tierra en pleno siglo XXI, ¿por qué no lo iban a hacer dos centurias atrás? Suponemos que los aliens son una civilización avanzada y nos atacan cuando nos da la real gana.
Es por eso que tengo sentimientos encontrados con una película. Por una parte, mi instinto me dice que es una absoluta gilipollez. Sin embargo, y aunque los actores no me digan absolutamente nada y haya pasado dos horas de absoluta insulsez viendo esta sucesión de secuencias a cual más grotesca para ambos géneros cinematográficos, algo me dice que no debo ser cruel. El poder de innovar hace más que el placer de destrozar cualquier película.
Podemos intentar excusar a Jon Favreau, que se debió quedar en el backstage de Iron Man, excusándonos en que se trata de la adaptación de un cómic publicado en 2006 y que mezcla con mucha ironía los dos géneros más propensos al espectáculo. Favreau comienza la trama como si de una película de Sergio Leone se tratara pero termina convirtiéndose en un Roland Emmerich cualquiera.
¿Cuál es mi conclusión? Pues ciertamente no lo sé. No me ha gustado que Harrison Ford se venda ante cualquier guión que le ofrezca un suculento cheque. Tampoco me ha gustado que un poderoso Craig que tan duro luce en la saga Bond no tenga absolutamente nada que decir en esta cinta. Que por no decir, no dice ni su nombre. Tampoco me ha gustado que se desaproveche el talento de dos fantásticos intérpretes como Paul Dano y Sam Rockwell.
Sin embargo, tampoco creo que sea para tanto. Es cierto que el guión no resulta todo lo sólido que debería y que la banda sonora es demasiado insustancial para una película que podría haber ofrecido mucho más espectáculo del que da. Quizás ver a unos vaqueros liándose a mamporros con aliens en vez de con los tradicionales indios del Mississippi, bien vale una entrada de cine.
¿Entretenimiento? Puede. Pero tampoco es para tirar cohetes.