Crítica Ice Age 4; Las moralejas del 3D

6,8/10

La familia que lucha junta permanece junta. Sin duda es la moraleja que se desprende del estreno de Ice Age 4: La formación de los continentes. Dirigida por uno de los responsables de la tercera entrega, la cuarta película de la saga representa uno de los mayores entretenimientos del año destinados al público infantil. Todos los personajes, ya míticos de las tres entregas anteriores, de nuevo muestran todas sus armas en esta cinta que recupera el espíritu de diversión que han hecho de la franquicia uno de los éxitos más destacados de los últimos diez años. La primera película ya fue nominada a los Oscar a la Mejor Película de Animación y ha sido considerada como una de las aventuras, ajenas a los consabidos éxitos de Pixar o DreamWorks.
En esta cinta veremos como Scrat encuentra su Atlántida en un éxtasis bellotero jamás visto anteriormente. Ice Age 4 está repleta de situaciones divertidas propias para la diversión infantil más auténtica gracias al cataclismo que provoca tan divertido animalito en la eterna persecución de su escurridizo fruto. También veremos como el enorme Manny da veracidad a la moraleja inicial manteniendo a su familia a salvo de las fauces de un villano que recuerda en demasía al Davy Jones de la exitosa saga de Piratas del Caribe.
Por si fuera poco, Sid vuelve con todas sus fuerzas y en esta película trae a su Abuela Gruñona para dotar a ciertas partes del guión de una profunda complicidad con el espectador gracias a situaciones de humor cotidiano transformadas en animaladas. Ice Age 4 profundiza en el sentimiento de la amistad, visto en sus entregas anteriores, y trae a colación la unión familiar como excusa para construir una trama que ahonda en las diferentes situaciones que se dan en la adolescencia como en la edad adulta. Sin embargo, y como contrapunto, la película parece ofrecer un mensaje muy alejado de las producciones recientes tales como Lorax o Los Muppets en los que, según pregonan algunas voces, se vierten contenidos cercanos al izquierdismo político en consonancia con la lucha ante el empresario opresor o el capitalismo. Aquí, se vuelve a recalcar la idea de la familia como punto de partida para comenzar la trama. Recordemos que estas teorías siempre están al servicio de aquellos que buscan más allá de lo que se contempla en la gran pantalla.
El que aparece mucho más desaparecido es Diego, quien parece ser la mera compañía de la trama sin aportar más allá de la nota de amor que siempre tiene que aparecer en la película. El argumento es plano y navega entre un Jasón con sus Argonautas o un épico Ulises volviendo a su ansiada Ítaca al lado de su Penélope. Bien es cierto que el argumento de Ice Age 4 puede pecar de ya visto o redundante aunque también resulta adictivo y reconciliador ante aquellos que odien o aborrezcan el formato de las tres dimensiones. El uso del 3D resulta más que agradable dotando de una belleza animada a los paisajes que aparecen detrás de los personajes aumentando la realidad de la acción. Esto parece definitorio y novedoso aunque para alguien que deteste este formato le resultará digno de agradecimiento. Fox ha preparado, también para su exhibición en salas, un cortometraje que sirve de prólogo a la película sobre una lucha que mantiene Maggie Simpson en una guardería para salvar a una mariposa. Este corto parece no premonizar una nueva película de la familia más amarilla de los Estados Unidos ya que la productora no tiene todavía noticias de que Matt Groening y cía. estén interesados en dotar de secuela a su predecesora. Ojo también al detalle, sin venir a cuento, en el que se suelta una perla en relación con el supuesto fin y solución a las descargas ilegales. Algo que, cuanto menos, resulta algo patético en medio del metraje.
Por tanto, aquel que decida elegir entre las opciones de la cartelera Ice Age 4 debe saber que no verá una profunda película con elementos renovadores del cine de animación actual sino un entretenimiento infantil con altas dosis de adrenalina que harán las delicias de cuantas familias quieran disfrutar de una aventura amenizada, con personajes simpáticos y un sinfín de situaciones peligrosamente divertidas.

Crítica Red State; Sectarismo religioso a lo Kevin Smith

6,8/10

Kevin Smith es uno de esos cineastas que reinventaron el concepto de cine independiente en Estados Unidos en el momento en que estrenó su aclamada Clerks. Partiendo de un presupuesto inferior a lo conocido y con un formato pseudo doméstico, Smith se hizo un hueco en el panorama del cine de culto. Red State se aleja de todo lo que el director ha realizado hasta el momento y quizá ahí radique lo interesante de esta sangrienta película.
Tomando como ejemplo el caso real del líder extremista religioso Fred Phelps, Kevin Smith nos traslada hacia cuatro paredes en las que obtendremos el agobio y la repulsión como punto de partida a una cinta galardonada en el pasado Festival de Sitges. Repulsión hacia los grupos extremistas que asesinan, torturan y embaucan a miles de personas en todo el mundo prometiéndoles todo tipo de perdones y salvaciones. Habrá cientos de religiones y opciones políticas en este mundo pero Smith arremete contra las que promocionan la violencia y la xenofobia gratuita en un país tan cuarteado como es Estados Unidos.
Red State peca de ser excesivamente interesante. Desde la interpretación de su actor protagonista, Michael Parks, galardonado en Sitges e inolvidable Earl McGraw para los amantes del cine de Tarantino. Basándose en la figura del sangriento Phelps, el actor recrea a los líderes de estas sectas que lavan el cerebro de manera irremediable defendiendo con su sangre, e incluso la vida de sus hijos, unas creencias muy indeterminadas.
Mención aparte merece la interpretación de Melissa Leo, una de las mejores actrices del panorama norteamericano contemporáneo. Una de las mayores virtudes de Kevin Smith es la de sacar el mejor partido a sus actores en los terrenos más inexplorados por él como cineasta. En Red State se aleja de la comedia para introducirnos de lleno en la violencia, el racismo y la intolerancia de los grupos extremistas. Pero, pese a lo interesante del planteamiento, Smith se pierde en ocasiones en la irreverencia que le supone llamarse Kevin Smith y haber rodado productos de muy baja calidad. Su sello queda impregnado en una película que lo desmerece. Red State, en las manos de otro director, podría haber sido un melodrama de proporciones épicas y no una película con un sanguinario final, demasiado para su condición de denuncia.
Kevin Smith inaugura su filmografía seria con un thriller de corte psicológico que en ocasiones llega a helar la sangre al contemplar atrocidades que resultan más auténticas y reales de lo que podemos imaginar. El monólogo sobre la certeza de la religión que libera Michael Parks es una lección de asfixia al espectador imaginando caer en las redes de los grupos sectarios religiosos que existen a lo largo y ancho de tan infinito mundo.
Red State es una cinta que merece la pena ver, quizás una de las más interesantes del año por lo que a temática y realidad se refiere. Sin embargo, habrán de disculpar a Kevin Smith y su obsesión por fantasear demasiado cuando crucen la última frontera de la película, aquella que muestra un desenlace desmerecedor de una película que podría haber callado muchas bocas.

Crítica Los Vengadores; Mucho ruido y pocas nueces

6/10

Los Vengadores constituyen un ejercicio fabricado por y para fans del universo Marvel. Es por eso que las notas numéricas de un producto tan discutible como el que contemplamos estén tan infladas en diversos sitios de la red. Joss Whedon ha realizado una película para uso y disfrute exclusivo de las legiones de amantes de los superhéroes de la factoría ya mencionada.
Desde el punto de vista del que redacta esta reseña, no se trata de una película de escasa o nula calidad en absoluto sino que, simplemente, no siente el aprecio necesario para que las acciones que llevan a cabo los diferentes roles de la cinta surtan efecto y simpatía como amante del cine. Eso sin contar el aberrante uso del 3D en secuencias fabricadas específicamente para tal fin como lo son todas aquellas películas previamente diseñadas para rascar los bolsillos más descosidos.
Los Vengadores es, a pesar de lo coral de su reparto, una película para disfrute y lucimiento (una vez más) del gran Robert Downey Jr. Su presencia en la pantalla inunda y devora a sus demás compañeros con un solo levantar de pestañas. El carisma que desprende su personaje unido al que despierta su propio rostro le hacen no necesitar nada más para llevarse los aplausos y las risas del público. Si hemos de ponernos exigentes, notamos que al rol de Downey Jr. se unen el de Chris Evans y Mark Ruffalo como puntos interesantes de la película en cuanto a captación psicológica de su condición de superhéroes. Iron Man, el Capitán América y Hulk se bastan ellos solos para sostener el peso de la guerra alienígena que se les viene encima en la eterna secuencia final. Ni Scarlett Johansson, ni Chris Hemsworth, tampoco Jeremy Renner o el veterano Samuel L. Jackson consiguen funcionar individualmente dentro del grupo sino que parecen estar pidiendo a gritos una película para ellos solos, en el caso de Thor, las ganas de que llegue su secuela.
A Los Vengadores no hay quien les niegue su presencia en los premios técnicos de la próxima temporada de galardones. A fecha de hoy, vaticinamos por lo menos los Oscars a Efectos Visuales, Efectos de Sonido y Montaje de Sonido. La espectacularidad de sus escenas es sobrecogedora y eso no se lo arrebata nadie. Sin embargo, cuando el espectáculo devora al guión hay un problema. Y Los Vengadores adolece de falta de trama. Por no hablar de un villano que, desde que apareció en Thor, se ha ganado la antipatía del que escribe por sobreactuado.
La historia del origen de Los Vengadores es lo suficientemente interesante como para mostrar algo de respeto por aquel escuadrón de superhéroes que consiguió hacerle frente a la Liga de la Justicia de DC Comics, liderada por los héroes de la competencia, Batman y Superman. Sin embargo, nos remitimos al background que nos proporciona haber visto las distintas aventuras de Thor, Hulk, Capitán América o Iron Man para no perdernos en una trama reconducida hacia estos propios personajes.
Los Vengadores resulta interesante como espectáculo visual y sonoro. Su artificio embauca de principio a fin. Sin embargo, la dosis de adrenalina que se descarga a partir del tercer cuarto de hora debió ser dosificada para no cansar al espectador más exigente con la obra original. Primer y segundo acto deberían haber estado alternados para presentar algo más la psicología de todos los personajes y no abandonar los momentos más llamativos de la película en un Robert Downey Jr. que sabe aprovecharse bien de estas situaciones.
Con ojo crítico, y desde el punto de vista de este redactor, Los Vengadores posee una gran cantidad de aspectos muy mejorables y otros tantos excesivamente virtuosos, tales como una impactante fotografía y una banda sonora que roza la más absoluta épica.

Crítica Project X; la Risky Business a lo bestia

5,5/10

La sociedad cambia a medida que avanza la peligrosa combinación que ofrecen las distintas formas de diversión que abundan entre adolescentes cada vez más precoces y la posibilidad que tienen de acceder a todo tipo de redes sociales a través de sus teléfonos móviles. Es lo que ocurre en Project X, una película que ahonda en la extrema capacidad de diversión de los menores de 18 años en Estados Unidos. Sorprende el éxito de taquilla que una película aparentemente intrascendente como puede ser Project X ha cosechado tras su estreno. Y es que la cinta dirigida por Nima Nourizadeh no ahonda en el perfil psicológico de los jóvenes que organizan estas macrofiestas sin el consentimiento paterno y abandonan su condición de seres humanos por cada hectolitro de alcohol que entra por sus venas sino que retrata cualquiera de las fiestas organizadas por los jóvenes norteamericanos elevada a su máxima expresión.
Al final de la película contemplamos un apocalipsis etílico que, aunque pueda rozar los límites del surrealismo, es más real de lo que parece. Los jóvenes ya no se divierten organizando partidos de fútbol ni yendo a comer hamburguesas mientras discuten sobre el instituto, las chicas o los videojuegos y películas que tienen en casa. La mayor parte de los adolescentes, sobre todo en Estados Unidos, están más preocupados por teclear en su móvil todo tipo de bárbaras ocurrencias y averiguar en qué momento perderán la virginidad y con cuántas chicas.
Es lo que se desprende del comportamiento de estos centenares de adolescentes que se reúnen en casa de un pobre diablo que cumple 17 años y que desconoce el número de escobas y fregonas que necesitará para recoger el desastre que sus amigos le han organizado. Project X analiza el descontrol que existe entre los menores de edad que, en ocasiones, roza lo peligroso. Facebook y Twitter se han convertido en herramientas básicas para la diversión de los jóvenes norteamericanos, y de medio mundo, fomentando la comunicación instantánea y la organización de macroeventos de todo tipo en cuestión de segundos.
En la película, rodada con un estilo documental, se deja de lado las verdaderas inquietudes de los jóvenes antes de pegarse al cuello de la botella. Sin embargo, resulta interesante de ver por el simple hecho de contemplar en qué desemboca todo lo que estamos viendo aún sabiendo que, al salir de la sala de cine, no recordaremos absolutamente nada. Project X es una película rodada para el público adolescente, el cual suele llenar los cines si la ocasión lo merece. Sin embargo, para un amante del cine le parecerá más que intrascendente e incluso aberrante. Y es que tener detrás al director de Resacón en Las Vegas como productor, Todd Phillips, no ayuda demasiado a evadirse del género. Project X es la Risky Business del siglo XXI. Sus protagonistas son la versión bizarra de aquel Tom Cruise que bailaba en calzoncillos con una escoba. Eso ya no se lleva. Los hastags del futuro mandan ponerse hasta arriba de todo lo que se encuentre y realizar bromas pesadas que resultan cargantes y hasta odiosas. Y es lo que analizan películas como la que nos ocupa o sus referencias más allá de la cinta de Cruise tales como Supersalidos o Aquellas Juergas Universitarias.
Si analizamos fríamente Project X el resultado no es ni una comedia ni un drama. Es una película de desprende un miedo atroz sobre las terribles consecuencias que tienen las costumbres de los adolescentes de nuestros días. Aún sin saber de qué tienen que evadirse, utilizan el alcohol y las fiestas épicas para demostrar su valía de cara a una sociedad que parece marginar al más débil. Parece que en Estados Unidos si no organizas la fiesta más legendaria jamás conocida, nunca llegarás a conseguir el respeto que necesita tu ego para seguir sobreviviendo. Pero, ¿de qué huyen los jóvenes en realidad? Es lo que Project X abandona a favor de una jungla doméstica de costosas consecuencias.