La saga Harry Potter (Parte II)

Harry Potter y El Prisionero de Azkaban    8/10

Cuando todo parecía indicar que la saga Harry Potter se dejaría llevar por la inercia de una historia plenamente arraigada en la mente de millones de lectores que colmarían con su imaginación los evidentes huecos de los que adolecía su adapatación cinematográfica, un seísmo creativo de la talla del mexicano Alfonso Cuarón removió los cimientos de la mojigatería y complacencia infantil latentes en sus predecesoras para traer nuevos aires más acordes con la avanzada pubertad de Harry y sus amigos. El prisionero de Azkaban, cuya novela correspondiente no era, sin duda, la más trepidante ante la ausencia explicíta de ese vértice maligno encarnado por Lord Voldermort, renueva los códigos cinematográficos de la saga introduciendo elementos tan necesarios como trancisiones que aligeren el peso de una sucesión de acontecimientos infinita o escenas en las que se pretende conectar con el mundo interior de su protagonista, ejemplarizado con sus conversaciones con el profesor Remus Lupin.
Probablememte esta sea la adaptación más fiel de todas, aunque Cuaron eluda la traslación paso a paso de los diferentes pasajes del libros, de hecho obvia algunas subtramas que muchos ortodoxos reclamen como imprescindibles. De forma mucho más sencilla, lo que el realizador mexicano hace es contar una historia de forma coherente, como una cinta de aventuras con un principio y un final que funciona de forma autónoma y eficaz. Desde ese espectacular arranque en la casa de la familia muggle de Harry y su consecuente huida en el autobús noctámbulo (¡que portento de estética gótica en un oscuro y enigmático Londres) con los terroríficos dementores tras sus pasos, hasta ese ingenioso juego de tiempo-espacio que J.K. Rowling se saca de la manga para salvar a Sirius Black en un sorprendente final que cobra una dimensión especial visto en la gran pantalla.
Por si fuera poco, en esta tercera entrega tenemos el privilegio de disfrutar de Gary Oldman como el enloquecido y defenestrado Black, el caricaturesco Timothy Spall como el vil vasallo Colagusano, Emma Thompson en el rol de la alucinada profesora de adivinación o Michael Gambon en sustitución del fallecido Richard Harris como profesor Dumbledore. De igual modo se agradece un avance considerable en las aletargadas dotes interpretativas del trío protagonista, quienes se desarrollan tanto fisica como emocionalmente para el alivio y el disfrute del personal.
El prisionero de Azkaban es pura magia fílmica, encuentra el secreto de la pocima del entretenimiento y la agita hasta encandilar a los espectadores que asisten maravillados a un espectáculo de aventuras sin concesiones. Aquí Harry Potter alcanza un nivel de adaptación que se acerca a la excelencia gracias a una estética más atrevida y oscura, un ritmo sostenido y con una fluidez inédita hasta ahora, y un espíritu que empatiza en mayor medida con los seguidores adolescentes de la saga que con el público infantil atraído por una promoción poco fiel a la realidad.

                                                                       Harry Potter y el Cáliz de Fuego  4/10

Paradójicamente, la que podría haberse erigido como cima absoluta de la saga Potter, en consonancia a la calidad literaria y creativa de la cuarta novela, sin duda la más trepidante, densa y bien construida; El cáliz de fuego deviene más bien en un intento fallido de ahondar en la oscuridad del mundo mágico de Hogwarts hasta alcanzar cotas esperpénticas que no casan con el tono general de una historia muy alejada de ese aire grave y apocalíptico que parece querer insuflar a la trama los responsables de la película.
Entre los culpables, lo más factible sería señalar a Mike Newell como causante de una evidente merma cualitativa respecto a sus predecesoras, aunque quizás pecáramos de simplistas e injustos. Es cierto que la nota predominante de la carrera cinematográfica de Newell no ha sido precisamente la coherencia o el caracter personalísimo de sus propuestas (su obra más destacada es la mediocre Cuatro bodas y un funeral), sin embargo cabria preguntarse si es el único responsable del desliz creativo de esta cuarta entrega que decepciona en diversos ámbitos.
En primer lugar, se hace notorio el buen trabajo realizado por Alfonso Cuarón en la dirección de los actores más jóvenes del reparto, los cuales vuelven a adolecer del más mínimo dinamismo y credibilidad en esta película; Potter es, una vez más (aunque ahora de mayor, lo que es más grave), un sosainas sin sangre fluyendo en las venas; Ron detenta cierta comicidad aunque sus caras de espanto no dejen de ser francamente risibles; y Hermione desarrolla esa capacidad genuina suya de irritar al personal a raíz de cada una de sus expresiones de preocupación. El desarrollo del guión tampoco ayuda; la larga extensión del libro se convierte más en un escollo que en una oportunidad para explotar diferentes subtramas, suscitando esa sensación de amalgama de circunstancias hiladas con dificultad que ya se repetían en las primeras entregas. Todo parece caricaturesco, impostado, manierista en las formas, muy desencaminado del producto de entretenimiento que, al fin y al cabo, es Harry Potter.
Es una suerte que en esta película se pueda disfrutar por primera vez de un Lord Voldemort físico encarnado por Ralph Fiennes (electrizante e inquietante ese renacer del caldero y su encuentro con los vasallos) o del auror enigmático Ojoloco Moody, al que da vida Brendan Gleeson. Además, se hace patente un progresivo uso del humor que aligera en ocasiones el discurso épico grandilocuente y que queda plasmado en situaciones realmente divertidas, como ese gran baile de gala en el que Harry y Ron se inician torpemente en las dotes amatorias propias de los adolescentes de su edad.
El Cáliz de Fuego deja esa amarga sensación de lo que pudo haber sido, la adaptación cinematográfica de la, posiblemente, mejor novela de la serie de J.K. Rowling. Desgraciadamente, no se supo extraer la esencia de su reverso literario y quedó como muestra de lo difícil que es emular la imaginación de un lector fantasioso en imágenes reales concebidas para el cine.

3 comentarios:

  1. Siento decir que desde la segunda no he visto ninguna, pero por comentar que no quede. En el cartel del caliz de fuego Harry parece Ash Ketchup con esos ropajes! XDDDD

    ResponderEliminar
  2. yo por mi me se todos los parlamentos y e visto todas por mi yo hubiera kerido ke siguieran haciendo mas peliculas pero ya no fue asi solo digo ke amo las peliculas de HARRY POTTER WUUU ME FACINA BESO GRACIAS POR HABERLAS KREADO

    ResponderEliminar
  3. MI NOMBRE ES CAMILA RODRIGUEZ DIAZ

    ResponderEliminar