Series de Televisión; American Horror Story

6/10
De acuerdo, todos sabemos que el mercado inmobiliario, a pesar de que la burbuja haya reducido la presión en los últimos años, continúa siendo una jungla impenetrable donde los bancos detentan el poder absoluto del crédito frente a los que las familias poco pueden hacer, sin embargo, de ahí a, en un acto desesperado, comprar la casa de tus sueños por un precio irrisorio obviando de que se trata de la principal atracción turística de la tournée de los horrores de San Francisco, hay un considerable trecho en el que juega un papel trascendental la amenaza de ruina que se cierne sobre el matrimonio Harmon tras la aventura pasional de Ben (interpretado por Dylan McDermott), un prestioso psicoterapeuta enredado con una joven paciente a la que da vida Kate Mara.
Salvar una relación de pareja en horas bajas y de paso estrechar vínculos con una hija con tendencias autodestructivas puede constituir dos poderosas razones para volverse rematadamente loco, sin embargo en American Horror Story no es más que el telón de fondo de un espectáculo de terror surrealista, tintes góticos y un cierto toque de erotismo pervertido. No puede negarse que Ryan Murphy es un creador televisivo especialmente habilidoso para la explotación de géneros a priori desfasados o difíciles de ubicar en la pequeña pantalla, tal y como demuestran sus dos éxitos precedentes, la mordaz sátira sobre el mundo de la cirugía plástica Nip/Tuck y la comedia musical adolescente Glee. En su nueva serie redimensiona la ficción de terror al formato seriado y le imprime un estilo propio lleno de matices y referencias a los grandes hitos del género.
Por si fuera poco, consigue que el espectador se remueva en el sofá de su salón ante algunas escenas escalofriantes empezando por la propia cabecera, un espectral recorrido por fotografías de niños de aspecto diabólico, lugares oscuros y recónditos o herramientas de tortura acompañado por una inquietante música que pone los pelos de punta. El miedo que intenta suscitar American Horror Story no es la típica colección de sustos (mayormente sonoros) explotada hasta la extenuación (literalmente hablando) por las películas de terror adolescente, sino un curiosa conjunción de elementos psicológicos (o sencillamente psicópatas), crimenes brutales y un escenario idóneo para historias de suspense. Al fin y al cabo, la hermosa casa de reminiscencias decimonónicas en la que se desarrolla la trama es la auténtica protagonista de la serie, como si de una maléfica presencia que altera las conciencias de sus inquilinos, al más puro estilo de El Resplandor, se tratase.
Es una lástima que American Horror Story, si bien formalmente roza la perfección, no logra enganchar al espectador a lo largo de los trece episodios de su primera temporada (ya se ha confirmado la segunda), por una cuestión evidente; el escenario y los personajes son siempre los mismos, por lo que la evolución de la serie se encuentra lastrada por la repetición de situaciones rocambolescas que no aportan nada nuevo, sino que redundan en el brillante planteamiento de la misma. Y eso que todos sus actores se esfuerzan en construir un ambiente lo más verosímil posible, especialmente una inquietante Jessica Lange (reconocida con el Globo de Oro a la mejor actriz secundaria) en el papel de una vecina un tanto curiosa con grandes secretos que guardar.
Desconocemos cuáles serán las líneas por las que transcurrirá la segunda temporada de American Horror Story, pero es un hecho manifiesto de que el interés de la serie no puede extenderse indefinidamente en el tiempo, más aún tras corroborar que la primera temporada se hace inusitadamente larga. Son muchos los aspectos interesantes de la serie creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk, sin embargo su súbito éxito comercial puede constituirse como su propia perdición. 

Crítica J. Edgar, Con forma pero sin fondo

6,5/10

Clint Eastwood narra la tiránica psique de uno de los más importantes nombres de la historia reciente de Estados Unidos. El nombre de John Edgar Hoover está ligado a la fundación de un organismo en la más plena actualidad, el FBI, y el realizador de Mystic River o Million Dollar Baby juega sus cartas en esta cinta tan irregular como interesante. La obsesión por luchar contra el comunismo y la amenaza que supone para la integridad física y moral de los Estados Unidos fue tan enfermiza en Hoover como lo fue en la persona de otro controvertido nombre, Joseph McCarthy. Eastwood ilustra en torno a esta base la fundación de la Federal Bureau of Investigation y como J. Edgar Hoover llegó a convertirse en un hombre tan temido como respetado en los Estados Unidos.
El director utiliza a uno de los actores más carismáticos del Hollywood moderno para contar una trama que apenas provoca la empatía en el espectador. Su guión, falto de energía y centrado en convertir a Leonardo DiCaprio en un tiránico dictador sacrifica aspectos de la historia de Estados Unidos que son clave para el desarrollo de la trama. La supervivencia de Hoover a la presidencia de siete hombres, cada uno con su idiosincrasia, es una llave que abre la puerta del comportamiento del director del FBI. Coolidge, Hoover, Roosevelt, Eisenhower, Truman, Kennedy y Johnson supieron lo que era tener a J. Edgar como uno de los principales aspirantes a tener todo el poder de la nación más poderosa del mundo en aquel momento.
Cuando estamos ante una película de Clint Eastwood, nos enfrentamos ante una fotografía tenue, una banda sonora muy particular casi siempre compuesta o por el propio director, como en este caso, o por Lennie Niehaus y estamos seguros de que cualquier actor que participe en la película ha sido exprimido al máximo por un realizador exigente y muy consciente de la industria para la que trabaja. Eastwood es un cineasta universal al que siempre recordaremos por ser un icono del western y del cine de acción. Y es por eso que cuando comete algún fallo, debemos apiadarnos de él y confiar en que su estilo resucite con la próxima película que realice. Y ha sido el caso. Si tras la buena experiencia que supuso Invictus, Eastwood se alejó de su estilo para contarnos una historia que ni siquiera entretenía. Más Allá de la Vida supuso todo lo olvidable que resulta una película del bueno de Clint antes de traernos J. Edgar, que pese a sus fallos, es todo lo que queremos ver de uno de nuestros directores favoritos.
Sin embargo, y pensando en la figura de J. Edgar, Clint Eastwood podría haber tenido una actitud más arriesgada. La cantidad de archivos personales que escondía Hoover daban para dar a conocer la verdadera cara de un personaje tan controvertido como respetado. La película un simple entretenimiento con una excelsa interpretación de Leonardo DiCaprio que ha sido injustamente olvidada por los miembros de la Academia de Hollywood pero que, en ocasiones, resulta algo exagerada y tan antipática como el personaje real. La esencia de la película se ha perdido en detrimento de un farragoso guión y un cadavérico maquillaje que convierte la función en una experiencia que desestima una serie de acontecimientos que el propio espectador tiene que echar de menos.

Crítica Los Idus de Marzo; Las intrigas de Clooney

6/10

Al más puro estilo Barack Obama, George Clooney se inspira en el actual presidente de los Estados Unidos para traernos una película escrita, dirigida y protagonizada por él sobre las intrigas casi palaciegas que nacen del desarrollo de una campaña electoral. Con una dirección artística en la que destaca el amplio presupuesto para cartelería electoral, Clooney se pone detrás de las cámaras tres años después de aquel desastre llamado Ella Es El Partido para ofrecernos una película que bebe directamente de la intriga política. Se ve que Clooney vio demasiado cuando participó en la campaña por la presidencia de Obama y decidió inspirarse en la obra teatral de Beau Willimon para ofrecer una de las cintas más correctas del año.
Resulta llamativo el hecho de que cada elemento que aparece en los discursos, los centros de campaña o las apariciones televisivas del gobernador Mike Morris, al que encarna Clooney, recuerdan sobremanera a la campaña del actual presidente norteamericano. Incluso la propaganda electoral tiene un sospechoso parecido que, en ocasiones, llega a rozar el tedio. Clooney no posee la originalidad y la frescura que debería y se limita a contar una historia situada en un tiempo presente con elementos que todos ya conocemos. Sin embargo, los pocos escrúpulos demostrados por un político con excesivas ansias de poder ayudan a relacionar la película aún más con la plena y más rabiosa actualidad.
Quizás, y por la increíble sugestión que ofrece el título, Los Idus de Marzo tendría que haber ahondado mucho más en una historia que desembocase en un final más dado a la moraleja que a la simple idea de corrupción política mundialmente conocida. La película no posee la capacidad de denuncia que se le presupone a un actor comprometido con varias causas políticas y humanitarias. Un par de frases sueltas en contra de Irak, inexorablemente unidas a la existencia de un presidente republicano en la película malo malísimo y contra el que hay que luchar.
George Clooney no es el protagonista directo en el metraje pero sabe jugar muy bien sus cartas. Todas las situaciones narradas en la película están relacionadas con su persona. No pasa ni una sola secuencia en la que no haya una acción – reacción que tenga que ver con su personaje. Incluso alguna escena de sexo se ve interrumpida por un discurso televisado del candidato demócrata al que recrea con corrección y maestría un Clooney inspirado. Quizás el punto fuerte de la película sean las interpretaciones de todos los demás actores que forman el elenco protagonista. Todos ellos llenan sus respectivos guiones de una credibilidad ampliamente necesaria para una película tan tramposa como esta intriga política. En este tipo de cine se nos miente igual que en las campañas electorales y es preciso que el espectador se crea que lo que está sucediendo es creíble. Es por eso que las interpretaciones de Ryan Gosling, el hombre del momento merecidamente calificado, Phillip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood son de lo más destacable de la película creando un ambiente teatral que recupera el espíritu de la obra de Willimon.
Puede ser la primera vez que una banda sonora se vea relegada a un segundo plano y más hablando del gran Alexandre Desplat. Pero cuando en otras situaciones, el espectador tiene que buscar otro tipo de concentración en la sala de cine cuando el metraje no le satisface. Sin embargo, lo interesante de la trama hace que los aspectos técnicos de la película se complementen unos con otros realzando la calidad de la cinta.
Los Idus de Marzo posee secuencias de un carácter narrativo brutal en las que no se dice ni una sola palabra. Quizás hay que comprender la totalidad de la narración para hallar esas pequeñas escenas que engrandecen una trama que resulta bastante interesante.

Critica Los Descendientes; Porque el paraíso también puede joderse

6,5/10
Al comienzo de la película, Matt King, personaje al que da vida George Clooney en un portento de madurez interpretativa, reclamaba su derecho a sentirse desgraciado, abandonado e irremediablemente triste, a pesar de vivir en Hawaii y ser uno de los propietarios de tierras más respetados (y próximamente millonarios) del archipiélago del Pacífico. Lo que asevera, en cierto modo, es que hasta el más bello paraíso puede joderse de la forma más absoluta. De poco importa el azul intenso del mar, las playas de arena fina en las que tumbarse bajo una sugestiva palmera, la placidez constante del clima, el lujo de sus casas coloniales, o la envidiable posibilidad de hacer tu vida en pantalones cortos. Si tu mujer está en coma en el hospital y además te enteras de que te ha engañado con otro hombre ante tu propia pasividad de marido ausente que debe ahora ejercer de padre de dos hijas disfuncionales con una manifiesta carencia de cariño, nada te puede salvar de tu desgracia, ni siquiera el paraíso soñado de la mitad de la humanidad.
Categorizar a Los Descendientes como una tragicomedia supone, así pues, un ejercicio de ironía que roza el mal gusto, a no ser que nuestro sentido del humor sea cómplice de esa gigantesca comedia humana de la que todos formamos parte y que incluye las miserias, paradojas y conatos de felicidad que jalonan nuestras vidas. Matt King no esboza una sonrisa en toda la trama, ni siquiera las personas que lo rodean tienen suficientes razones para mostrar un estado de alegría fingido. Es, por el contrario, el drama el que sobrevuela en todo momento los actos y caminos emprendidos por sus protagonistas; el dolor por la pérdida, la rabia por una traición que en el fondo se siente como algo merecido, el desapego familiar, la inconsistencia de una vida que parece carecer de sentido...
No obstante, Alexander Payne posee una admirable habilidad para hilar una historia de evidentes resonancias trágicas sin caer en un tremendismo sombrío. Es más, consigue imprimir una naturalidad que no es más que el fiel reflejo de la propia existencia humana, esa concatenación de momentos tristes, instantes de fugaz felicidad y una rutina omnipresente que se aleja de los discursos graves de grandes hombres en situaciones límite. Los Descendientes fluye de forma amena (aunque en ciertos momento se debate de forma peligrosa con el tedio) y sencilla en un escenario de una belleza incomparable tras los dubitativos pasos de un hombre en su propia encrucijada moral, desorientado entre el amor y el odio, con el que, no obstante (y desde un enfoque personal) resulta difícil empatizar.
Payne ya había demostrado su ingenio y talento en Entre Copas, una tierna historia de dos parejas que se enamoran y desenamoran al mismo tiempo que degustan una cantidades ingentes de vino californiano; y ahora regresa con una película llamada a ser la protagonista de una interesante temporada de premios espoleada por la figura inconmensurable de George Clooney que, independientemente de si consigue o no tejer la mejor interpretación de su carrera, soporta todo el peso de la trama de forma eficaz e incluso notable. Los Descendientes no es una película grandilocuente, ni siquiera es una película que merezca más reconocimientos que su propia sencillez; únicamente nos narra una historia dramática en el seno de un paraíso terrenal que desvela la frágil consistencia de la felicidad humana.
Elevar la nueva película de Payne a la categoría de obra maestra o cima absoluta del año puede resultar todo un despropósito pues, personalmente, no creo que ni el propio director lo pretendiese. Contentémonos, pues, con una historia sencilla, bien dirigida e interpretada, tan fácil de ver como de olvidar, que aporta una visión sin complejos de la pérdida y el dolor.

[Globos de Oro 2012] The Artist y Homeland triunfan en la 69 Edición de los Globos de Oro


La 69 edición de los Globos de Oro entregó anoche sus galardones en una ceremonia en la que su presentador, el mordaz Ricky Gervais, no cumplió con las expectativas puestas en él y se marcó un discurso alejado de la polémica del pasado año.
La producción francesa The Artist consiguió alzar tres galardones, correspondientes a Mejor Comedia o Musical, Mejor Actor para Jean Dujardin y Mejor Banda Sonora. Por su parte, la premiada con el Globo de Oro al Mejor Drama fue Los Descendientes, dirigida por Alexander Payne y que también consiguió el galardón al Mejor Actor de Drama para George Clooney.
Las mejores intérpretes femeninas de la noche fueron Meryl Streep por La Dama de Hierro en el apartado dramático y Michelle Williams por Mi Semana con Marilyn. Streep se convierte así en la actriz más premiada y nominada en los Globos de Oro con 26 candidaturas y 8 galardones. Por su parte, en los galardones correspondientes a intérpretes de reparto, Christopher Plummer consiguió el Globo de Oro por Beginners y Octavia Spencer obtuvo su reconocimiento por su papel en Criadas y Señoras.
Los grandes nombres del cine también obtuvieron su premio. Hasta tres cineastas, de esos que ya calificamos como inolvidables, consiguieron ganar un Globo de Oro que sabe a disculpa por errores pasados. Es el caso de Martin Scorsese y su premio a la Mejor Dirección por La Invención de Hugo, Steven Spielberg y el Globo de Oro a la Mejor Película de Animación para Las Aventuras de Tintín y Woody Allen, que alzó el premio al Mejor Guión Original por Medianoche en París.
España tenía presencia en esta 69 edición de los Globos de Oro con las esperanzas puestas en Pedro Almodóvar y su La Piel Que Habito. Sin embargo, no pudo luchar contra la favorita de esta temporada de premios en el terreno de Mejor Película Extranjera. Nader y Simin, Una Separación consiguió el galardón y su director aprovechó en el escenario para pedir paz en la zona.
En el apartado de series de televisión, Homeland se ha coronado como el Mejor Drama mientras que Modern Family no encontró competencia alguna para llevarse el Globo de Oro a la Mejor Serie de Comedia. Kelsey Grammer y Claire Danies han levantado sendos galardones por sus papeles dramáticos en Boss y Homeland mientras que Laura Dern y Matt LeBlanc han hecho lo propio como Mejor Actor y Actriz de Comedia.
Downton Abbey, la gran favorita junto a Luther, se alzó con el esperado Globo de Oro a la Mejor Miniserie mientras que Idris Elba y Kate Winslet han confirmado su condición de favoritos en el apartado de Mejor Actor y Actriz en Miniserie. Jessica Lange por American Horror Story y Peter Dinklage por Juego de Tronos cierran el palmarés de los Globos de Oro como Mejor Actriz y Actor de Reparto en Serie o Miniserie.

Crítica Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres; Fincher reinventa a Larsson

6,5/10

David Fincher llega de nuevo a las pantallas de nuestro país para devolvernos la ilusión por el buen cine. El problema es que adapta una novela de la que sabemos demasiado y se ha perdido totalmente el factor sorpresa inherente a una película de este género concreto.
He de confesar, antes de iniciar cualquier comentario positivo o negativo de la película, que acabé de leer la primera novela de la trilogía de Stieg Larsson apenas cuatro horas antes de contemplar la novena película del endiosado David Fincher, el último intelectual del cine americano.
Es por eso que conservo frescas las líneas que el periodista sueco redactó a lo largo de las seis centenas de páginas que pueblan la primera novela de la saga Millenium. Tampoco he visto la versión sueca protagonizada por Noomi Rapace con lo cual me mantengo objetivo, dentro de la subjetividad adyacente a la interpretación de una obra cinematográfica, al análisis de Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres.
Con un arranque espectacular y unos títulos de crédito realmente sorprendentes basados en el uso de la fuerza visual que recuerda a los mejores trabajos de David Arnold y, vagamente, sugiere una potencia como la que transmitió Álex de la Iglesia el año pasado con su Balada Triste de Trompeta. Salvando las distancias, la obra de Fincher merece una clasificación aparte por sus créditos como ya clasificamos en el reportaje sobre su figura.
La lástima que transmite el visionado de la cinta es la forzosa necesidad de haber leído la novela antes de ver la película puesto que sus molestas elipsis y transiciones privan a la trama de una continuidad definida y diáfana, algo que se hubiera agradecido en este thriller de suspense con una historia prometedora que Fincher podría haber convertido en un ejercicio de estilo salvando las deficiencias narrativas de las que adolecía Stieg Larsson.
El tenebrismo de su director se nota en todos los poros de la película. Las secuencias son oscuras, la luz brilla por su ausencia y el color blanco de la nieve es la única señal que nuestra retina posee para continuar en el espectro visual de la cinta, donde la trabajada fotografía de Jeff Cronenweth sirve al Fincher menos delicado.
El realizador siempre ha sido amigo de mostrar la crueldad humana hasta sus máximas consecuencias y exponentes. Desde Seven hasta El Club de la Lucha, David Fincher se ha recreado en la nulidad de bondad de la especie para traernos interpretaciones psicológicas de la medida de la maldad. Bien es cierto que las secuencias más crudas del libro son disimuladas en la película, recordemos que los americanos son muy puristas todavía en este sentido, y Fincher se salta los convencionalismos y ofrece hasta dos violaciones anales que escandalizarán al más cuadriculado.
Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres quizás no destaque por su guión que, al fin y al cabo, no es más que una interpretación de Steven Zaillian de la novela de Larsson. Lo verdaderamente llamativo son los roles de Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander, recreados por un gran Daniel Craig y una soberbia Rooney Mara, una actriz muy prometedora a la que seguro veremos en un futuro no muy lejano. Por su parte, fuera del dueto protagonista destaca un amplio reparto de actores secundarios capitaneados por Christopher Plummer y Stellan Skaarsgard que dan la réplica a sus correspondientes personajes literarios.
Quizás no sea la mejor película de David Fincher ni tampoco una cinta en la que haya roto moldes. El patrón de su cine sigue estando claramente definido tanto para amantes como para detractores. Esperamos mucho más de la secuela, si finalmente llega a realizarse y confiamos en el saber hacer de Fincher y su equipo para confeccionar otra película de un nivel superior.
Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres tiene una duración de más de dos horas y media que apenas se nota en el cómputo global del tedio pero confiamos en que las secuelas provoquen mayor implicación con el espectador y no infundan el odio ni la segregación entre aquellos que no hayan tenido ni el tiempo ni las ganas para leerse la novela.

Crítica Sherlock Holmes 2, La fascinación de un personaje inmortal

6/10
La fascinación suscitada por el personaje literario ideado por Arthur Conan Doyle a finales del siglo XIX parece no entender de épocas o tiempos históricos. Puede que sea su irreverencia natural, su inaudita capacidad deductiva o su intuición para investigar los casos más extraños y peligrosos; la cuestión es que Sherlock Holmes y su fiel (a su pesar) escudero, el doctor Watson, continúan aún hoy, a comienzos del siglo XXI, en plena forma y actualidad. La que ya se augura como una dilatada y exitosa saga cinematográfica bajo la dirección de Guy Ritchie y el carisma incuestionable de Robert Downey Jr. y Jude Law, ha sabido trasladar a la gran pantalla y, lo que es más importante, al gran público parte de la esencia de las novelas de Conan Doyle aunque adaptándola a los recursos contemporáneos del cine comercial a partir de los cómics de Lionel Wigram.
La primera película, estrenada en 2009 con una fulgurante notoriedad entre público y crítica, sorprendió por su estética demoledora, un ritmo frenético y el retrato algo gamberro de su personaje central, quien aportaba una comicidad a la que trama que, conjugada con la acción, los efectos visuales de inspiración barroca y una histérica banda sonora a cargo del gran Hans Zimmer, conformaba un cóctel explosivo confeccionado para ser disfrutado en el cine. Según los patrones actuales de la industria cinematográfica, la película de Guy Ritchie era una candidata perfecta para ser exprimida hasta la última gota de originalidad en una saga que podría perpetuarse indefinidamente.
Y, efectivamente, así ha sido. Aunque esta secuela, titulada Juego de Sombras, preserva aún cierta dosis de ingenio y calidad sustentada en parte por el atractivo de su dúo protagonista, empieza a dar señales evidentes de repetición de una fórmula que funciona pero que no aporta nada nuevo. Es un hecho, por otro lado, natural pues, al fin, se trata de la continuación de una historia con esquemas muy similares a la original y con los mismos personajes. No obstante, la esperada aparición del antagonista de Holmes, el profesor Moriarty (papel para el que sonaron Brad Pitt o incluso Daniel Day Lewis y que finalmente ha desempeñado eficazmente Jared Harris), se antojaba como un as en la manga de Guy Ritchie para mantener el interés y de paso escenificar una batalla de altura entre dos grandes genios.
El resultado no es decepcionante aunque tampoco encandila por su brillantez. La primera media hora de la película naufraga en la búsqueda de un discurso coherente al que el espectador pueda asirse ante una sucesión de escenas inconexas y confusas en las que es sumamente fácil perderse y que, en cierto modo, lastra el resto de la trama. De hecho, la acción no ofrece descanso alguno y en ciertas ocasiones surge la pregunta de por qué los personajes se encuentran en esa determinada situación o cuándo hemos cambiado de escenario. Afortunadamente, hacia el final de la película se consigue hilvanar una serie de secuencias lógicas llenas de tensión (incluida el combate entre Holmes y Moriarty) que en cierto modo palian la acción atropellada que las antecede.  A esta secuela, en resumen, lo que le falta es la claridad narrativa que sí detentaba su predecesora, conformando una película confusa y apresurada en el que tan sólo destacan algunos momentos aislados de absoluta brillantez (la persecución en el bosque es sensacional) 
Por otro lado, no podemos obviar los atributos que hicieron de la primera entrega un divertido espectáculo y que se reeditan en la secuela para el goce del público, como las luchas escenificadas a cámara congelada en la mente fugaz de Holmes, la complicidad entre sendos protagonistas en una divertida relación de amor-odio, el sello inconfundible de Ritchie en las escenas de acción, la música pegadiza de Zimmer (en esta ocasión menos presente), o la sugerente recreación de la época.
Sherlock Holmes 2; Juego de Sombras es una secuela tolerable de lo que promete convertirse en una saga auspiciada por su éxito comercial en la que, esperemos, la calidad no desfallezca en favor de las ganancias. De hecho, la tercera entrega ya ha sido confirmada con sus respectivos protagonistas aunque sin la seguridad de que Guy Ritchie continúe. Mientras tanto, y aunque inferior a la original, este Juego de Sombras ofrece un espectáculo visual interesante al servicio de un personaje fascinación por el que parece no pasar el tiempo.

Dulce Cine de Juventud Especial Reyes; Mary Poppins

Con un poco de azúcar todo adquiere un sabor más delicioso. Y la señora Mary Poppins bien lo sabía. Cómo si no ganarse el afecto de tantos niños a los que encandilaba con dulces canciones a pesar de su ya de por sí complejo cargo como institutriz. Acostumbrados a rígidas mujeres maduras de impecable formación pero tan frías como el hielo en su trato cotidiano, la misteriosa llegada de Mary cuando todo parecía perdido ante la intransigencia del severo padre de familia, dispuesto a imponer mano dura a sus díscolos hijos, cambió radicalmente el panorama de la acomodada casa victoriana de la calle londinense del Cerezo de principios de siglo gracias a una mágica combinación de disciplina y cariño aderezada por bonitas canciones, trepidantes aventuras y un mundo fascinante desplegado ante los embelesados ojos de unos niños con una evidente carencia de ternura.
Quizás parte de esta asombrosa historia se debía a la mágica palabra más larga jamás inventada y que ha pasado a la historia del cine como sello de identidad de una película por la que asombrosamente no pasa el tiempo. El Supercalifragilísticoexpialidoso, más que un divertido trabalenguas, es la expresión más encantadora de una fábula sobre la felicidad, la alegría de vivir, el valor del afecto y las emociones o el cariño a veces obviado en el seno de la familia. Y es que Mary Poppins no vino desde los cielos para reformar a unos niños rebeldes a los que meter en cintura, sino para enseñar a unos progenitores demasiado ocupados con sus respectivos quehaceres la necesidad de dedicar tiempo a sus hijos y todo ese amor que no pueden hallar en personas contratadas para tal fin. Ni el puesto de trabajo mejor considerado en el banco más prestigioso de Londres puede asemejarse al mero placer de pasar una soleada tarde de invierno volando una cometa junto a dos hijos anhelantes de atención. De ello se percata el señor Banks (un sensacional David Tomlinson) justo en ese preciso momento en el que todo se auguraba oscuro (e iba a ser despedido) y, como un relámpago de lucidez, se cruzó en su mente la palabra mágica que daba sentido a su existencia como padre.
Describir las bondades de Mary Poppins, tanto de la película como la del fantástico personaje, puede llegar a ser una tarea ingente pues cada instante de la trama es un absoluto espectáculo de ingenio y gracia; desde la aparición estelar de la niñera en el dormitorio un tanto desordenado de los chicos (quién no ha soñado alguna vez con adecentar su cuarto con tan sólo un chasquido de dedos y una canción pegadiza); hasta ese placentero periplo por un mundo animado donde todo era posible; pasando por los interludios emotivos en los que Julie Andrews desplegaba todo su talento lírico. Y es que Mary Poppins puede considerarse como la cima absoluta e irremplazable del cine familiar al conjugar magistralmente una historia tierna y divertida con personajes inolvidables (mención aparte precisa el camaleónico Dick Van Dyke), originalidad a raudales a partir del uso pionero de la animación con la imagen real (fórmula que años más tarde volvería a utilizar su director Robert Stevenson en la también sensacional La Bruja Novata), una recreación maravillosa del Londres victoriano y hermosas canciones que permanecen inalteradas en nuestro imaginario colectivo popular.
Si todo a ello unimos que su reposición periódica en televisión se ha convertido ya en una grata costumbre especialmente bien recibida en la temporada navideña, la película adquiere naturaleza de mito viviente de la historia del cine. De hecho, pocos podrían apuntar que su fecha de estreno data de 1964, fundamentalmente porque la película no ha perdido un ápice de actualidad (incluso ha inspirado uno de los mejores capítulos de Los Simpsons) y los recursos narrativos y visuales utilizados, aunque en cierto modo anacrónicos, continúan fascinando a pequeños y mayores.
Qué mejor forma, pues, para celebrar el día de Reyes (uno de los momentos álgidos del año para todos) que con una edulcorada píldora de felicidad, bondad y fantasía de la mano de un personaje tan cálido y dulce como Mary Poppins.

La Cosecha del Año; Las 10 Mejores Películas de 2011

2011 ha sido uno de los años más prolíficos en lo que a buenas películas se refiere. Es por eso que, al igual que mi compañero Jesús Benabat, ha costado escoger una decena de las cintas más importantes de los últimos 365 días. Sin embargo, existen muchas coincidencias y muchas divergencias fruto del necesario debate sobre algo tan subjetivo y sujeto a particulares interpretaciones como es el Séptimo Arte. Es por eso que yo, Antonio Sánchez-Marrón, os ofrezco mi selección de las 10 mejores películas del pasado 2011 sin orden aparente.

1. El Árbol de la Vida (Terrence Malick). Es una de las películas más importantes de todo este 2011. Una declaración de intenciones de uno de los realizadores más representativos de la última mitad del siglo XX. Una interpretación sobre la vida y la muerte a través de los ojos de la Creación y el desarrollo de la especie humana cuestionándose planteamientos filosóficos y metafísicos. Una película que posee una experiencia fotográfica imperdible.


2. Drive (Nicolas Winding Refn). Sin duda, es un homenaje al cine. Winding Refn coge elementos de Michael Cimino, Tarantino o David Lynch y nos trae una ya mítica historia sobre un conductor anónimo que presta sus servicios a delincuentes. Tan violenta como magnífica, las interpretaciones de Ryan Gosling y Albert Brooks son de lo más destacable de la película.


3. Attack The Block (Joe Cornish). Los británicos no suelen excederse en sus propios convencionalismos. Sin embargo, rompieron con sus reglas y trajeron una fresca, original y adictiva película sobre unos chavales de los barrios bajos de Londres que luchan contra una peculiar invasión alienígena. Triunfadora en Sitges, la película ha cosechado un gran éxito allá donde ha sido exhibida.


4. Medianoche en París (Woody Allen). Era necesario que el director neoyorquino volviera por sus fueros tras las desastrosas Conocerás al Hombre de Tus Sueños y Si La Cosa Funciona. Y vaya si lo hizo. Woody Allen volvió a consagrarse con esta deliciosa historia protagonizada por Owen Wilson que retrata el sueño de un joven norteamericano por el que se interrelaciona con sus autores literarios preferidos.


5. Super 8 (Steven Spielberg / J.J. Abrams). Una de las películas más exitosas del año es la que recupera el espíritu de las cintas de aventuras de los años 80 como Gremlins, ET o Indiana Jones. Gracias a Super 8 recordamos lo que era la infancia y la niñez ahora perdidas.



6. También la Lluvia (Icíar Bollaín). Una de las grandes perdedoras en la pasada temporada de premios y que adaptó la brutalidad que supuso la llegada de los españoles a Suramérica para aquel pueblo, el cual reclamó sus bienes y sus tierras al invasor en forma de rodaje de película sobre el Descubrimiento. Una maravillosa película con tres protagonistas de altura, Luis Tosar, Gael García Bernal y Karra Elejalde.



7. La Piel Que Habito (Pedro Almodóvar). El director manchego se reinventa a sí mismo con esta sorprendente película que posee la mejor interpretación de Antonio Banderas en muchos años. Una historia de suspense, fría y muy calculada que ha supuesto uno de los éxitos de autor en nuestro país con un Almodóvar en estado puro dejando atrás los tópicos más latentes de su cine.



8. The Artist (Michel Hazanavicius). Cualquiera que no haya visto a estas alturas esta producción muda francesa rodada en blanco y negro no tiene ni idea de lo que es el cine con mayúsculas. Arriesgada, potente y favorita a los grandes premios, The Artist es un punto de inflexión en estos tiempos de nuevas tecnologías y 3D. La obra maestra del año.



9. Melancolía (Lars Von Trier). En Europa, en 2011, se han producido grandes películas. Pero, sin duda, Von Trier ha rodado una película tensa sobre el Apocalipsis que dejó a más uno con la boca abierta y que ha cosechado gran éxito allá donde ha sido exhibida. Precedida por la polémica que dejó su director en Cannes, Melancolía debe ser uno de los platos fuertes para la próxima ceremonia de los Oscars.



10. Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio (Steven Spielberg). Spielberg y Peter Jackson adaptaron el cómic de Hergé con una espectacularidad mágica que despertó la curiosidad de los nostálgicos de las aventuras de este joven reportero. Sin duda, competirá por ser una de las mejores películas del año de la mano de dos pesos pesados del mundo del cine.



La Cosecha del Año: Las 10 mejores películas de 2011

El cine es en sí mismo una experiencia personal, por lo que confeccionar la habitual lista de las mejores películas del año es un ejercicio cuyo resultado puede ser muy diferente según quien la realice. En la siguiente lista, un servidor (Jesús Benabat) únicamente pretende ofrecer una visión particular de lo que a mi juicio ha sido lo mejor que nos ha regalado el cine en 2011, un año, por otro lado, con un nivel notable en el que destaca la escasa presencia de cine de Hollywood (a pesar de que es el que copa buena parte de nuestro tiempo) y la buena cosecha de cine español y europeo. Aún quedan muchas películas por ver (entre ellas la laureada The Artist) que pueden hacer cambiar la lista, pero mientras tanto, esta es la selección de películas estrenadas en nuestro país en 2011:

En un Mundo Mejor 
El drama de la danesa Susanne Bier es capaz de remover los cimientos morales del espectador hasta abocarlo a un hondo precipicio sin asideros. El retrato crudo y despiadado de la violencia es presentado a partir de un complejo entramado de relaciones asimétricas donde se difuminan las fronteras entre civilizaciones, donde la razón es sobrepasada por la venganza, donde ya no resisten los valores para enfrentarse a la injusticia. Una película sin concesiones que pone en tela de juicio nuestra propia sociedad y la percepción que cada uno de nosotros tiene de la misma, propiciando una reflexión profunda y pertinente en la época que vivimos. La narración de Bier no ofrece respiro alguno, y su depurado aunque agresivo estilo visual zarandean al espectador en un vórtice dramático magistralmente resuelto. Una obra maravillosa que se alzó con el Oscar en la pasada edición y que coloca a su directora entre las más interesantes del panorama europeo.

Medianoche en París
 Woody Allen regresa en plena forma con una nueva comedia coral ambientada en un París mágico donde se dan cita algunos de los grandes genios de comiezos del siglo XX ante la fascinada mirada de Owen Wilson, un descreído escritor norteamericano que en la soledad nocturna de las calles de la capital francesa encuentra su verdadera inspiración. Cada nueva película de Allen es todo una delicia dialogada independientemente de la verosimilitud de la trama, no obstante, esta película reúne todas las particularidades del realizador neoyorkino en una armónica fábula a medio camino entre la postal cinematográfica de una bellísima ciudad, y la nostalgia hacia un pasado siempre inalcanzable. Todo ello acompañado por una banda sonora sensacional y un reparto heterogéneo de grandes actores al servicio de una mente de originalidad inagotable.

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte II)


El anhelado final de la saga cinematográfica no defraudó. Tras una evolución repleta de altibajos, el desenlace de las aventuras de Harry Potter cumplió la expectativas de espectacularidad que sus precedentes auguraban en una batalla final llena de tensión, magia y épica, en la que se enfrentaron el terrible Lord Voldemort y un Potter ya adulto e inspirado por un espíritu de heroicismo fascinante. Muchos hemos crecido con las andanzas del joven mago y no podemos más que rendirnos ante una película que plasma parte de la fantasía emanada por los libros de J.K. Rowling gracias a un despliegue impresionante de recursos digitales. Con esta segunda parte de Las Reliquias de la Muerte se pone fin a un conjunto de ocho películas que, a pesar de sus excesos y errores, forman ya parte ineludible del legado de cine popular de los últimos tiempos. Un merecido reconocimiento a un esfuerzo ingente que ha hecho soñar a millones de jóvenes y adultos de todo el mundo.

Another Year
Cada nuevo proyecto del veterano realizador británico Mike Leigh supone una agradable sorpresa para el mundo del cine. Su mirada mordaz e implacable de las emociones humanas contribuye a retratar un sugestivo fresco que crece con cada nuevo película sin más ayuda que el diálogo como camino a la indagación introspectiva. Another Year profundiza en esa senda y nos ofrece una demoledora perspectiva de esa soledad que nos rodea y que no advertimos. Para ello, Leigh se rodea de un grupo de actores que configuran interpretaciones magistrales y dotan de verosimilitud a una trama tan real como la vida misma. Mientras queden creadores como Leigh, el valor de la palabra no terminará de perder su función en el cine, la de comunicar y transmitir emociones como un fiel reflejo de la realidad que en ocasiones no observamos con suficiente detenimiento.

Super 8

La nostalgia es un sentimiento que también merece reconomiento. Muchos hemos crecido en el cine con las películas del sello Amblin, ese que iniciara en 1982 Steven Spielberg con E.T. el extraterrestre y al que seguirían cintas inolvidables como Los Goonies, Regreso al Futuro o Quién engañó a Roger Rabbit?. El espíritu de aventura y de amistad que inspiraban el cine juvenil de los 80 parecía haberse difuminado entre la espectacularidad de los efectos digitales y la explotación de nuevos recursos cinematográficos al servicio de la taquilla, sin embargo, cuando todo parecía perdido, el exitoso creador televisivo J.J. Abrams nos brinda una hermosa fábula nostálgica de ese cine que aún permanece inalterable en nuestro imaginario colectivo. Super 8 es un poco disimulado tributo a Spielberg y a todos aquellos directores que alimentaron la imaginación de espectadores de diferentes generaciones, a partir de una historia trepidante repleta de extraterrestres, amigos incondicionales y amores imposibles; una batidora de referencias cinéfilas que nos ha devuelto parte de nosotros mismos.

Blackthron/Valor de Ley

En incontables ocasiones se ha augurado la muerte de un género cinematográfico tan particular y clásico como el western. No obstante, tan sólo en 2011 tengo el placer de destacar dos grandes películas que se niegan a dar por perdida una forma de contar historias, de sentir el cine. Por un lado, los hermanos Coen recobran parte del encanto del Viejo Oeste de la mano de un abrumador Jeff Bridges en el papel de Rooster Cogburn (personaje al que daría vida John Wayne en la cinta original de 1969) y de una joven promesa como Hailee Steinfeld, en una gran película de ritmo sostenido y dirección magistral. Por otro, reivindicamos ese curioso híbrido realizado por el director español Mateo Gil, protagonizado por un inconmensurable Sam Shepard y ambientado en el altiplano boliviano, llamado Blackthorn, una pequeña joya de nuestra cinematografía injustamente obviada a pesar de la calidad de sus interpretaciones y el pulso clásico de una trama que demuestra que el género western va mucho más allá de una demarcación geográfica.

Primos
Puesto que no sólo de dramas vive el hombre, me parece pertinente destacar una película que halla en la risa una fantástica forma de llegar al espectador para hacerlo sentir bien, para suscitar esa incierta sensación de felicidad al salir del cine. Primos es una comedia que elude el chiste fácil, el humor grueso con el que suele catalogarse el cine español, y que sustituye por una combinación de sentimentalismo veraz, situaciones rocambolescas y personajes entrañables. En la película del sobresaliente Daniel Sánchez Arévalo todo parece estar medido para provocar un estado de constante bienestar con cierta dosis de melancolía por aquellos veranos en el pueblo donde no existía más preocupación que pasarlo bien con los amigos y la familia. Por si fuera poco, Primos cuenta con una terna de actores en estado de gracia encabezada por Raúl Arévalo que hacen de la película una experiencia para disfrutar en todos los sentidos.

Tambien la lluvia
La historia puede llegar a ser una disciplina fascinante, más aún si muchos de sus episodios vuelven a repetirse una y otra vez en el tiempo. La realizadora Icíar Bollaín parece sugerir que nada cambia, que los pobres y marginados continúan siendo los mismos siglos después al servicio de idénticos patrones, y lo hace a partir de la historia de un equipo de rodaje que pretende recrear la implacable conquista del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón en una Bolivia contemporánea inmersa en un conflicto por un recurso tan básico como el agua. La ficción deviene en realidad, como una gigantesca ironía que no entiende de progeso o civilización. El guión de Paul Laverty contribuye a dotar a la película de un sesgo ideológico incontestable, notablemente retratado por la cámara de Bollaín e interpretado por un elenco de grandes actores liderado por Luís Tosar. Una película tan necesaria como conmovedora.

Un Dios Salvaje


Este colosal baile de máscaras que es la sociedad occidental ofrece un inagotable material para la comedia absurda que la inspira. La dramaturga francesa Yasmina Reza ha sabido explotar esa mina a través de sus numerosas obras teatrales y Roman Polanski no ha querido perder la oportunidad de disfrutar de su ingenio trasladando Un Dios Salvaje a la gran pantalla con la inestimable ayuda de cuatro actores de la talla de Jodie Foster, Kate Winslet, Christph Waltz y John C. Reilly. Es cierto que la materia prima era una realidad, pero la maestría de Polanski en la administración del tiempo fílmico, la recreación de los espacios y la dirección de los intérpretes es digna de nuestra más rendida admiración. En esta película subyace una crítica mordaz de la hipocresía que mueve nuestras relaciones humanas y la mejor forma de retratarlo es a través de una historia que supura sarcasmo y mala leche.

José y Pilar
La talla de un intelectual como José Saramago puede resultar inalcanzable para el resto. No sólo por su obra literaria, merecedora de todos los elogios posibles, sino por el humanismo del que hizo gala a lo largo de toda su vida. La película documental del portugués Gonzalves Mendes consigue retratar parte de esa grandeza a partir de la narración amena de su cotidianeidad, de su forma de mirar la vida y de su relación con su mujer, Pilar del Río. Y lo hace con humor, sin graves discursos con más pose que sustancia, desde un enfoque cercano y entrañable, conmoviendo y suscitando a la vez la risa más liberadora. José y Pilar es un documento fílmico indispensable para la aproximación a un escritor que logró llegar a los corazones y conciencias de millones de personas sin más arma que la humildad, un hombre ejemplar que nunca caerá en el olvido.

Menciones Especiales
Por otro lado, no podría dejar de hacer referencia a otras películas de una calidad indudable que finalmente no han sido incluidas en la lista anterior pero que merecen ser reconocidas. Entre ellas cabe destacar, Cisne Negro,  Animal Kingdom, Criadas y Señoras, Más allá de la vida, Winter’s Bone, Chico y Rita, El niño de la bicicleta, Mientras Duermes y Maktub