El cine español parece estar condenado a una perpetua lucha de supervivencia que lo enfrenta a su propio sustento; el público. Las cifras de recaudación anuales continúan inmersas en su partícular dinámica decreciente (este año un 30% que el anterior) y la cuota de mercado apenas supera un risible 10% del volumen del total en el que impera el cine norteamericano de las majors. Ante estas circunstancias, se nos antoja absurdo e incluso fraticida la campaña de hostilidad desarrollada por el Gobierno español y su Ministra de Cultura a la cabeza, Ángeles Gonzáles Sinde, contra un nutrido sector de la audiencia potencial del cine patrio, la comunidad internauta. Un enfrentamiento que ahonda sus raíces en el empecinamiento del ejecutivo, previamente presionado por intereses empresariales extranjeros, por legislar con carácter represivo la libertad en la red y el uso compartido de contenidos, cuya principal manifestación son las denominadas "descargas ilegales".
El futuro se presenta aciago para el cine español si la incompetente clase política que nos regenta aviva el conflicto de una forma tan incongruente, pues al fin y al cabo, es la propia industria la que se resiente con la polémica y el surgimiento de odios viscerales. La 25º edición de los premios Goya no ha estado exenta de controversias, tal y como ha ilustrado la rivalidad manifiesta entre el hasta hoy Presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, y la Ministra González Sinde; y ello ha empañado de forma evidente el verdadero objetivo de una gala de estas caracteríscas, una glamourosa estrategía para la promoción del cine nacional. De hecho, en estos momentos estoy escribiendo sobre pugnas y debates en lugar de tratar los galardones entregados, las cintas vencedoras o los monólogos divertidísimos de ese excepcional maestro de ceremonias que es Andreu Buenafuente, rebajando desde el primer momento los niveles de tensión.
Así, sin más preámbulos, hablemos de cine, ese que hacen cientos de profesionales con el único objetivo de llegar a un público, que puede estar tanto en una oscura sala como en la pantalla de un ordenador, un público con el que sentir, con el que llorar, con el que reir. De la Iglesia, en un discurso portentoso lo ha dejado claro, "Internet es la salvación y, si queremos que nos respeten, tenemos que respetar primero". Condenados a convivir en un complejo proceso de crisis económica, creadores y espectadores deben de hacer del respeto su máxima para que la industria cinematográfica del país continúe creciendo y ofreciendo películas tan notables como las hoy nominadas. Balada Triste de Trompeta, Buried, También la Lluvia y Pan Negro son, sin duda, excepcionales ejemplos para seguir creyendo en una forma de hacer cine arraigada en nuestra propia cultura.

Por su parte, la Balada Triste de Trompeta de Álex de la Iglesia se queda con tan sólo dos premios (Maquillaje y Efectos Visuales) de los 15 a los que optaba, por lo que el Presidente de la Academia se despide con un evidente sabor agridulce, También la lluvia cosecha tres (Karra Elejalde como actor de reparto, diseño de producción y Música original), Buried también se alza con tres estatuillas (Guión Original, Montaje y Sonido) y Javier Bardem gana su quinto Goya gracias a su papel en Biutiful.
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El discurso de Álex de la Iglesia fue de lo mejor. Es 1 pena que se vaya.
ResponderEliminarMe encantó la actuación de Luis Tosar con Paco León, Hugo Silva... Estuvo muy bien.
Estuvo muy bien esa actuación que comenta Sonia, es verdad. Leñe, y el Tosar no sólo sabe actuar, sabe también cantar. Un saludo, Jesús.
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