Un antiguo proverbio swahili dice que el ser humano es tan sólo memoria y regreso, lo cual nos puede ayudar a entender la razón de esa costumbre tan arraigada de mirar hacia atrás cuando el deshojar implacable del calendario nos arroja a un desenlace que siempre nos sorprende con demasiados propósitos por realizar y un regusto de melancolía por lo vivido. La retrospección es un ejercicio tan arbitrario como necesario, más aún en los tiempos de la autocomunicación de masas, como catalogó Manuel Castells a ese revolucionario y enigmático fenómeno por el que se instituía a gran escala el onanismo mental de los que prefieren escuchar su propio eco en las resonantes cavidades de la Nube antes que atender pasivamente a las idioteces de otros mejor posicionados en la toma del altavoz.
Es por ello que no voy a eludir la responsabilidad de, como cada año, elevar el subjetivismo a su máxima expresión elaborando una caprichosa lista carente de cualquier tipo de rigor, validez y/o utilidad de las diez películas que, desde mi juiciosa percepción, lo han petado en el ya difunto año 2012. Entiéndase todo ello dentro de los límites de ese Yo mayúsculo que dota de sentido a la incoherencia natural de tal selección.
Muchos ya habían pronosticado el fin irrevocable del mundo para ese año y, ciertamente, llegó el momento en que los creí a tenor del ambiente de funeral de pueblo que parece haberse instalado en nuestro país y, en extensión, en la toda esfera occidental a causa de la interminable crisis que acecha ante cualquier atisbo de esperanza. Quizás por ello los productores de Hollywood decidieron, en un alarde de cooperativismo solidario, incrementar la dosis de entretenimiento rancio de la mano de un batiburrillo de superhéroes de la Marvel y semihéroes literarios. Y es que 2012 ha sido el año de Los Vengadores, Spiderman o Batman, de la continuación postmoderna que Guy Ritchie se ha sacado de la manga en torno a la figura de Sherlock Holmes, del final de la saga Crepúsculo, del inicio de la de Los Juegos del Hambre y de El Hobbit, de la enésima aventura del espía británico más famoso de la historia, del fracaso a escala Disney de John Carter, de las tres versiones de Blancanieves, o las secuelas de Men In Black, Los Mercenarios, Ira de Titanes, Ice Age, Madagascar, Resident Evil, Venganza y un largo etcétera. Lo que queda claro a la luz de esta lista es que la originalidad no es un valor especialmente estimado en la fábrica de sueños estadounidense.
Suerte que no sólo de Hollywood vive el cinéfilo y de los cientos de películas estrenadas a lo largo del año consiguen filtrarse un grupo reducido de propuestas notables que mantiene vivo el interés en tan respetable arte (nótese la elevada representación española).
Sin más dilación, ahí van las 10 mejores películas de 2012, más un bonus especial de la joya inédita del año. Porque lo digo yo.
Intocable
Puede que a estas alturas sea una obviedad carente de todo ese afán snob de críticos rebuscados en caza y captura de joyas ocultas, pero la película de Olivier Nakache y Eric Toledano es en sí misma un fenómeno cinematográfico que ha logrado complacer a casi todos los que la han visto, que no han sido pocos. Su éxito arrollador parte del osado ejercicio de malabarismo melodramático desarrollado sobre la delgada cuerda que separa el pastel lacrimógeno del drama condescendiente en un virtuoso juego de luces y sombras sustentado por la complicidad certera de Francois Cluzet y Omar Sy. Poco se puede alegar contra una película que camina con paso seguro entre los recodos emocionales del espectador hasta engatusarlo con las malas artes de una comedia teñida por un punto de melancolía que hace más verosímil si cabe la hermosa (y verídica) historia que narra.
La invención de Hugo
Pocos hubiesemos acertado a imaginar en alguna ocasión a un Martin Scorsese que, en la recta final de su carrera artística, se reinventase de una forma tan radical abandonando sus ya tradicionales tramas de gángsters y personajes torturados. Por ello, tras gozar con juvenil entusiasmo La invención de Hugo y comprobar una vez más que, efectivamente, en los títulos de créditos aparece el realizador neoyorkino como responsable máximo, tan solo cabe quitarse el sombrero ante tan temerario desprecio de una reputación forjada durante décadas (incluyendo Kundun). Al bueno de Scorsese le salió bien la jugada y nos brindó una aventura visualmente fascinante que buceaba en las mágicas raíces de un arte que aún nos sigue sorprendiendo un siglo después de los imposibles trucos de Melies. Como apuntábamos al inicio de este artículo, tan sólo somos memoria y regreso.
El Hobbit
Tras el épico espectáculo brindado por la trilogía de El Señor de los Anillos y el efervescente inicio de una nueva (y dilatada) adaptación literaria en tres entregas de El Hobbit, no puedo dejar de ver a Peter Jackson como una suerte de albacea cinematográfico del fantástico mundo acuñado por J.R.R. Tolkien hace más de medio siglo. Puede que ningún otro realizador hubiera podido captar con tanta fidelidad el espíritu literario en su mudanza a la gran pantalla, dotándole incluso de vida más allá de las páginas de los libros originales. Como aficionado a ese universo de elfos, enanos, orcos y hobbits, es difícil no rendirse al cautivador talento visual de Jackson y, sobre todo, a su heterodoxa disección del mito de Tolkien, eludiendo así las tradicionales cadenas de una encorsetada adaptación para los que deseen ver en el cine lo que ya dibujaron en sus mentes.
La vida de Pi
El ser humano tiene una insana obsesión por examinar con excesiva pulcritud la veracidad de los hechos ignorando que estos no se desarrollan de forma autónoma a nuestra propio percepción subjetiva de los mismos. Quizás por ello, la ambiguedad intencionada de Ang Lee y, consecuentemente, del autor de la obra original, Yann Martel, a la hora de narrar la fábula real del joven Pi en su particular odisea por el océano pacífico sin más compañía que un majestuoso tigre de Bengala, logra instar al espectador a ese necesario ejercicio de creer más allá de lo que dicta nuestro raciocinio. De hecho, los instantes de mayor intensidad de La Vida de Pi se hallan en las secuencias más inverosímiles, como el desembarco en la isla caníbal de los suricatas. Puede que no fuese del todo así, pero lo que está claro es que es mucho más fascinante. Y si además lo ponemos al servicio de las nuevas tecnologías cinematográficas, la experiencia es inolvidable.
Grupo 7/ El mundo es nuestro
Probablemente no tengan muchos elementos en común, pero como soy juez soberano de esta lista he querido crear el binomio sevillano del año por excelencia. De un lado, la minuciosa reconstrucción de la capital hispalense pre-Expo '92 de la mano de Alberto Rodríguez en el laberíntico mapa de actuaciones del Grupo 7, una suerte de exterminador de plagas en el centro histórico de la ciudad con un porcentaje de éxito elevadísimo a tenor de la mayoritaria presencia en la actualidad de hombres con patillas y mujeres con cardados en lugar de yonkis con el mono. De otro lado, la reconstrucción simbólica de una Sevilla en tiempos de crisis donde dos poligoneros deciden tomarse la justicia por su mano y asaltar una sucursal bancaria. El resultado en ambos casos es el de películas con un ritmo ágil e intenso que deambulan entre el drama psicológico y la comedia más gamberra, respectivamente.
Luces Rojas
Partiendo de la base de que no soy un aficionado acérrimo a ese género muy de la marca Hollywood (ahora reinterpretado por numerosas industrias nacionales, incluida la nuestra) en el que una ya de por sí enrevesada premisa argumental se complica más y más hasta alcanzar su climax en un apoteósico e inexplicable final, el valor de una película como la de Rodrigo Cortés es mucho mayor del que aparenta. Llámeme temerario pero, con tan sólo tres películas en su haber, este realizador español hace augurar una carrera plagada de éxitos en base a su talento innato para engatusar al espectador. Luces Rojas es una triquiñuela efectista que funciona de principio a fin, por más absurdo que pueda parecer este.
Lo Imposible
No puedo dejar de preguntarme qué hubiese pasado si esta película la hubiese rodado Roland Emmerich, ese extraño visionario del apocalipsis en sus múltiples vertientes tan incomprendido por la crítica (nótese la ironía). Desde luego, sus tramas son tan 'imposibles' como la de Bayona, pero la diferencia reside en la empatía que se logra con el público. La película española más taquillera de todos los tiempos puede parecer a simple vista un remedo del cine de catástrofes estadounidense, pero consigue un plus que la hace especial. El hecho es que 'Lo Imposible' nos atenaza desde esos momentos previos a la gran ola hasta un final tan esperado como improbable que nos hace exhalar el aliento que hemos contenido al sumergirnos en esa vorágine dramática. Es cierto que Bayona parece tener un excesivo interés por meternos el dedo en el ojo; puede que sea un puro defecto profesional.
Profesor Lazhar
La muerte no es un tema muy recurrente en el cine actual, aunque pueda parecer paradójico. Y es que me refiero a la muerte como un asunto existencial, de lo que significa en su contraposición a la vida. Por ello, la valentía de Philippe Falardeau a la hora de afrontar la muerte desde esta perspectiva y, además, relacionarla con la niñez, es digna de admiración. Con ese objetivo, parte de una premisa brutal como es el suicidio de una maestra de escuela en su propia aula, para vertebrar todo una lección de pedagogía de la mano de un profesor argelino exiliado que elude los clásicos cuentos de hadas y teorías imbéciles para aplacar la inquietud natural de sus pupilos. Una película hermosa que plantea preguntas devastadoras.
Los Miserables
El género musical tiene mucho de pose y artificialidad. Al fin y al cabo, la comunicación cantada no está académicamente establecida junto a la verbal o la corporal. Y esta puede que sea la razón del poder de evocación que puede llegar a desencadenar en su plasmación en la gran pantalla, si se administra en su justa medida. La magna obra de Victor Hugo, en la versión de Tom Hooper, llega a ser cargante en algunos momentos pero la tónica que prevalece es la de una belleza cautivadora, gracias en parte a la fuerza visual que detentan las secuencias álgidas de sus números musicales, en especial los más revolucionarios. Digno de destacar es, de igual modo, la comicidad gamberra y excéntrica introducida a partir de los personajes interpretados por Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter, que aligera ese dramatismo romántico de gran novela que impregna la trama.
Arrugas
Ya sea por criterios artísticos o mercantilistas, la animación ya no es territorio limitado al público infantil. De hecho, este año hemos disfrutado con películas tan notables como Brave o Rompe Ralph. Algo más novedosa es la utilización de esta técnica para narrar historias con un fuerte componente humano, por decirlo de alguna forma. El año pasado ya destacamos la deliciosa Chico y Rita, y este año queremos repetir con otro largometraje español que va un paso más allá. Arrugas aborda el auténtico drama del deterioro del ser humano en los últimos compases de la vida como lo haría una auténtica obra maestra; con ironía, originalidad y poca o nula condescendencia. A pesar de algunos deslices en el guión, el resultado de la adaptación del cómic de Paco Roca es una devastadora muestra de lo que nos queda por afrontar... si llegamos.
Like Crazy
Intentar desgranar las bondades de una película como esta en apenas unas lineas es una tarea compleja. Me sobra con una palabra; amor. No hay más. Drake Doremus (apunten este nombre) narra una historia tan sencilla como el enamoramiento de dos jóvenes universitarios y su posterior deriva por los vericuetos de una relación a distancia. Pero lo hace con la delicadeza, la elegancia y la verosimilitud de alguien dotado con una sensibilidad especial. Sus intérpretes hacen el resto; Anton Yelchin y Felicity Jones logran una complicidad en pantalla que trasciende los límites de la propia narración hasta hacer suyo el sufrimiento del desapego y la misteriosa química del reencuentro. El hecho de que no se haya estrenado en cine en nuestro país tan sólo puede obedecer a un operativo especial contra el romanticismo más veraz. No esperen más en descubrir la joya más resplandeciente de los últimos años.
La de películas que me quedan por ver...
ResponderEliminarP.D.: Enhorabuena! :) Como sabrás (tal vez, quién sabe), mi blog ha sido elegido en uno de esos concursos cadena llamados "meme" y entre los nominados que a mi me toca premiar no podía faltar tu blog. http://premiosdelpublicotv.blogspot.com.es/2013/01/mi-tercer-premio.html
Un abrazo!
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