Crítica HappyThankYouMorePlease; Hablemos de amor...

6/10
La comedia romántica con el inconfundible sello 'indie' norteamericano parece que prosigue en su ardua conquista del terreno monopolizado por los grandes estudios y las rutilantes estrellas mediáticas del género; y lo hace filtrándose por las rendijas de un mercado profundamente competitivo a través de apuestas originales que encuentran un foro idóneo en festivales alternativos como Sundance. Hace dos años, una comedia pequeña aunque de gran interés titulada (500) días juntos y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel consiguió abrirse camino entre el gran público internacional con una narración que rompía los esquemas tradicionales del género, con una cadencia más pausada y tintes dramáticos que conferían mayor hondura a sus personajes, en contraposición a la llanura intelectual exhibida por el ingente número de productos estandarizados y pseudorrománticos que fabrica Hollywood cada año.
Josh Radnor, vértice narrativo de una de las series cómicas más 'legendarias' de toda una generación, Cómo conocí a vuestra madre, se une a este movimiento cinematográfico joven y alternativo al embarcarse en un ambicioso proyecto personal en el que pretende contar de forma diferente una historia de amor (en este caso tres) que no deja de obedecer a la típica dinámica de 'chico-conoce-a-chica'. HappyThankYouMorePlease es una comedia romática que deforma los códigos homogeneizados de su categoría al introducir variables y elementos contradictorios en su desarrollo discursivo. Sólo así podemos entender la cadena de casualidades que llevan a su protagonista (el propio Radnor), un aspirante a escritor con escaso éxito, a iniciar una curiosa amistad con un chico de edad incierta al que encuentra desamparado en el metro cuando se dirigía a una importante reunión que resultó ser un fracaso mayúsculo. Su inesperada paternidad sobrevenida por la negativa del niño a regresar con su familia de adopción, lleva a Sam Wexler a compaginar esta nueva vida con el romance tormentoso al que se ve abocado cuando conoce a una dulce camarera (Kate Mara) de la que queda prendido inmediatamente.
La acción de la película escrita, dirigida y protagonizada por Radnor, se desgaja asimismo en otros dos ejes argumentales enlazados que nos presenta los problemas amorosos de una vitalista chica con alopecia (una excepcional Malin Akerman) incapaz de elegir a la persona correcta para sentirse feliz; y las diatribas existenciales de una pareja joven conmocionada por la noticia de un embarazo inesperado. Si bien es cierto que las historias tienden a cruzarse de forma fluida y sin grandes obstáculos narrativos, el interés de estas es cuanto menos discutible, y su yuxtaposición a lo largo de la trama suscita una cierta sensación de estar siendo entretenidos mientras el relato principal se va desarrollando hasta su esperado final.
El trabajo de Radnor en la dirección es suficientemente eficaz como para mantener la atención activa del espectador a lo largo de toda la película, inyectando un ritmo sosegado y configurando una atmósfera teñida de un ligero tono melancólico y derrotista con la gran urbe neoyorkina como telón de fondo y actor imprescindible de la trama. 
Las emociones desatadas van jalonando la narración a impulsos inconscientes, como si la apatía exhibida por el personaje central sólo fuese interrumpida por el énfasis romántico del momento preciso, en el que su naturaleza de esperanzado escritor emergiera entre el pesimismo de su fallida carrera profesional. Por ello adopta durante cierto tiempo a un chico que lo necesita a pesar de las consecuencias que ello puede acarrearle, o sugiere a la chica a la que acaba de conocer una disparatada proposición por la que ella se mudaría a su casa durante tres días para corroborar si su amor fulminante es real. Ese espíritu apasionado e insensato se esfuerza en escapar de un angustioso desánimo que lo paraliza y le imposibilita entregarse completamente a todo aquello que ama; un círculo vicioso del que quizás se evada gracias a una canción, una oda a la certidumbre, al optimismo más entregado e inconsciente.
HappyThankYouMorePlease (consiguió el Premio del Público en Sundance 2010) supone una interesante y necesaria aportación alternativa a un género castigado por la previsibilidad y el cinismo supuestamente transgresor de sus actuales planteamientos, al erigirse como un inocente (y hasta cierto punto autocomplaciente) juego de niños  en torno a un asunto tan trascendente como el amor. Niños grandes que luchan por despojarse de todo aquello que los arrastra hacia la tristeza y la autodestrucción, hasta brotar con el ímpetu ilusionado de una madurez plena y colmada de ternura, pasión y cariño. Quizás haya que mirar más allá, en nuestro interior, en el del otro. Qué mejor forma para concluir que con una sonrisa, una historia por escribir en nuestra febril imaginación de espectador.

1 comentario:

  1. Que buena crítica, hace poco me había animado a verla, principalmente por ver a Tony Hale en un rol que no sea el de Buster en Arrested Development, pero con los buenos comentarios que he leído sobre el filme, como la que haces tu, parece que es una muy buena alternativa para ver.

    Saludos!

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