7/10
Se podría decir que el thriller es un género cinematográfico concebido por y para la mayor gloria del entretenimiento de masas producido en serie por la industria de Hollywood con mayor o menor fortuna. De hecho, las características definitorias del mismo, acción trepidante, historia algo enredada y notorio despliegue técnico, obedecen a un patrón de película reconocible a kilómetros como puramente estadounidense. Otras cinematografías han intentado imitar este estilo con suerte dispar, sin embargo su trascendencia entre el público es siempre menor. En el caso español, es difícil encontrar una película que pueda calificarse sin ambages como thriller, al menos con los ingredientes referidos anteriormente. Pues bien, el realizador sevillano Alberto Rodríguez se atreve con el limitado registro del cine patrio y compone una película de acción policiaca de pulso vibrante que reformula los patrones universales del género a partir de rasgos inequívocamente locales.
Y es que el extenso abanico de opciones que ofrece los tejados y las callejuelas de una Sevilla de contrastes no es sólo escenario de excepción para vertiginosas persecuciones entre un grupo de policías antidroga demasiado eficaces y una legión yonkis y maleantes de diversa índole que luchan por sobrevivir en el centro de una ciudad en plena eclosión; sino también un elemento más del cóctel folclórico-dramático que nos brinda su director con un brutal sentido del espectáculo y una efectividad argumental digna de admirar. Grupo 7 es una película que hace de la cotidianeidad de nuestro entorno urbano un laberinto de tramas oscuras interpretadas por personajes oscuros con objetivos que pretenden ser deslumbrantes pero que no dejan de confundirse en la amalgama de miserias que los circunda.
Es por ello que la película no es sólo un thriller fácil de ver por su claridad narrativa y lo fascinante de su acción sin descanso; ahonda en las conductas de unos personajes desquiciados por un sentido del deber excesivo valiéndose de un reparto interpetativo que nos confirma una serie de aspectos:
1. El talento desbordante de Antonio de la Torre va más allá del de un secundario eficaz con papeles protagonistas ocasionales (e igualmente memorables). La facilidad del actor malagueño para construir personajes inimitables basados en una presencia en pantalla demoledora es circunstancia suficiente para considerarlo uno de los intérpretes más interesantes del actual panorama cinematográfico españo.
Y es que el extenso abanico de opciones que ofrece los tejados y las callejuelas de una Sevilla de contrastes no es sólo escenario de excepción para vertiginosas persecuciones entre un grupo de policías antidroga demasiado eficaces y una legión yonkis y maleantes de diversa índole que luchan por sobrevivir en el centro de una ciudad en plena eclosión; sino también un elemento más del cóctel folclórico-dramático que nos brinda su director con un brutal sentido del espectáculo y una efectividad argumental digna de admirar. Grupo 7 es una película que hace de la cotidianeidad de nuestro entorno urbano un laberinto de tramas oscuras interpretadas por personajes oscuros con objetivos que pretenden ser deslumbrantes pero que no dejan de confundirse en la amalgama de miserias que los circunda.
Es por ello que la película no es sólo un thriller fácil de ver por su claridad narrativa y lo fascinante de su acción sin descanso; ahonda en las conductas de unos personajes desquiciados por un sentido del deber excesivo valiéndose de un reparto interpetativo que nos confirma una serie de aspectos:
1. El talento desbordante de Antonio de la Torre va más allá del de un secundario eficaz con papeles protagonistas ocasionales (e igualmente memorables). La facilidad del actor malagueño para construir personajes inimitables basados en una presencia en pantalla demoledora es circunstancia suficiente para considerarlo uno de los intérpretes más interesantes del actual panorama cinematográfico españo.
2. La amplitud del registro interpretativo de Mario Casas es inversamente proporcional al tamaño de sus trabajados músculos de gimnasio. El joven actor muestra una vez más que el abanico de personajes que puede abarcar es muy limitado, ya que su capacidad gestual es igualmente exigua. En esta película cumple aunque no puede evitar que su presencia desentone en un entorno que no es el suyo.
3. El resto del elenco de actores que aparece en la película es el resultado de uno de los mejores castings de los últimos años en el cine español. Cada uno de los personales desprende autenticidad, desde el bonachón Joaquín Núñez hasta el último drogadicto que intenta huir de la implacable brigada (digno de mención es el papel de Julián Villagrán).
El resultado, como puede ser previsible con estos datos, es una buena película de acción desarrollada en la Sevilla anterior a la Expo 92 y resuelta tras las cámaras con vigor por Alberto Rodríguez. Cada semana recibimos en nuestras carteleras nuevos thrillers estadounidenses con finales unívocos, escenarios anodinos y estrellas que se debaten con tramas repetitivas que dan sensación constante de deja vu; que el espectador español no pierda el norte y se atreva con un fascinante drama policíaco del sur que no defraudará ni a los adictos de la adrenalina ni a los dependientes de los complejos dramas personales.
3. El resto del elenco de actores que aparece en la película es el resultado de uno de los mejores castings de los últimos años en el cine español. Cada uno de los personales desprende autenticidad, desde el bonachón Joaquín Núñez hasta el último drogadicto que intenta huir de la implacable brigada (digno de mención es el papel de Julián Villagrán).
El resultado, como puede ser previsible con estos datos, es una buena película de acción desarrollada en la Sevilla anterior a la Expo 92 y resuelta tras las cámaras con vigor por Alberto Rodríguez. Cada semana recibimos en nuestras carteleras nuevos thrillers estadounidenses con finales unívocos, escenarios anodinos y estrellas que se debaten con tramas repetitivas que dan sensación constante de deja vu; que el espectador español no pierda el norte y se atreva con un fascinante drama policíaco del sur que no defraudará ni a los adictos de la adrenalina ni a los dependientes de los complejos dramas personales.
Alberto Rodríguez es, en mi opinión, uno de los directores más interesantes que tiene actualmente España. En lo de Mario Casas estamos de acuerdo, no entiendo muy bien por qué es uno de los actores de moda del momento, a lo mejor por su tirón entre féminas jovencitas, a saber. De todas formas la veré seguro. Un saludo.
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