[Crítica] Prisioneros

8/10

Prisioneros, la nueva película del realizador canadiense Denis Villeneuve, es todo un ejercicio de suspense, angustia e ira que nos sumerge en un peligroso infierno hasta desembocar en uno de los mejores thrillers de lo que va de año y, esperemos, cabeza de serie de cara a los próximos Oscars.
Ante la atenta mirada del paternal, e impresionante, Hugh Jackman, Villeneuve nos muestra el doloroso sufrimiento de dos familias que se ven azotadas por el secuestro de sus respectivas hijas. En Prisioneros nos encontraremos una muestra de lo que puede llegar a suceder cuando alguien, rabioso y lleno de ira, decide tomarse la justicia por su mano. Y precisamente ahí es donde se sitúa uno de los pilares de la película, la conjunción entre dos actores absolutamente impagables en sus papeles. De un lado, un Hugh Jackman avanzando en su status dentro del Hollywood moderno y optando de nuevo a ser considerado entre los grandes intérpretes del año. De otro, un Paul Dano ya consagrado gracias a sus papeles en Pequeña Miss Sunshine o Pozos de ambición, donde le valieron el favor y la consideración de crítica y público.
Una sorpresa nos llevamos al descubrir a Jake Gyllenhaal en el que posiblemente sea el papel de su carrera. Un policía, con un distintivo tic nervioso, culpable en todo momento de lo que está sucediendo sin poder hacer más de lo que la burocracia le permite. Su papel, discreto y en ocasiones ensombrecido por el colérico Hugh Jackman, es un punto fuerte a la hora de descubrir y disfrutar de Prisioneros.
El argumento puede resultar algo enrevesado y la duración es excesiva para una película de estas características. Sin embargo, al salir de la sala se siente que no sobra ninguna escena. Todo está calculado de manera sobresaliente para hacer caer al espectador en un submundo de miseria, maldad, fe y venganza. La religión está presente en la película de una manera latente y veremos cómo se oponen las cualidades más ruines del ser humano con las oraciones propias de la religión católica.
En la película, todos los personajes son prisioneros de sí mismos, de su pasado. Estamos ante un laberinto de culpabilidad, una espiral de violencia, sed de venganza. Hay giros argumentales que, aunque esperados, no dejan de sorprender. Prisioneros es un gran ejercicio cinematográfico, una de las películas más impactantes del año. El estilo visual de su director, cultivando una fotografía oscura, áspera, ayudándose en un montaje rápido, cortante, distante, sin tiempo para hacer una reflexión sobre lo que vemos en tiempo real.
Prisioneros es extremadamente cruel. Lo mejor que tiene la película es que podemos empatizar con todos y cada uno de los personajes, culpables o no. Prisioneros es un rompecabezas donde todas las piezas encajan a la perfección y poseedor de uno de los mejores finales que se hayan podido ver en mucho tiempo. ¿Debe perdérsela? No lo creo. Por nada del mundo.

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