6/10
Ridley Scott es uno de esos realizadores respetados, admirados y odiados a partes iguales con una filmografía tan irregular que da para largos y profundos estudios. Los signos de autoría en las películas de Ridley Scott son escasos pero su capacidad para contar historias es, cuanto menos, digna de mención. En su haber se cuentan algunas de las obras maestras del cine contemporáneo, léase Alien: El octavo pasajero o Blade Runner así como cintas de una calidad tan alabada como Thelma & Louise, Gladiator o American Gangster.
Por otro lado, al nombre de Ridley Scott le unimos el del escritor Cormac McCarthy, rey de la literatura “sureña” contemporánea y uno de los dramaturgos más respetados de su tiempo. En su descanso entre una novela y la siguiente, decidió emprender la aventura de escribir un guión cinematográfico, que acabó siendo esta película que nos ocupa. McCarthy ha sido adaptado al cine en otras tres ocasiones (Todos los caballos bellos, No es país para viejos, La carretera) por lo que ya tiene experiencia en ver sus novelas llevadas a la gran pantalla, siendo ésta la que le afecta en primera persona.
El consejero está impregnada de todos los códigos literarios que abundan en la prolífica obra de McCarthy. Hay frialdad, sobredosis de violencia, un cierto revisionismo del western, conflictos metafronterizos, donde las barreras físicas se eliminan dejando a los personajes enmarcados en un lugar y un tiempo determinados pero con un destino abierto, libre (véase el tratamiento que Ethan & Joel Coen realizan de No es país para viejos en la película homónima). En estos términos aparece un abanico de personajes que se caracterizan todos por dominar el espacio, amplio y abierto, en el que transcurre su cotidianeidad. El reparto de El consejero, hábilmente liderado por el siempre eficaz Michael Fassbender, encuentra un reto muy complejo al que obedecer. Y es que McCarthy, el único hasta ahora que lo ha conseguido, ha sacado todo el partido posible a una actriz muy escondida en cierto tipo de papeles. Le ha escrito el mejor personaje de su carrera a una Cameron Díaz que resulta lo mejor y más complejo de todo el metraje.
Apoyado en Díaz, cuya escena de sexo salvaje a lomos de un Ferrari representa lo mejor y lo peor de su personaje, aparece un Javier Bardem muy dependiente de los demás compañeros de reparto y con la ya estridente caracterización capilar de costumbre. No es de extrañar que la cinta donde Bardem pide que le tomemos más en serio sea la última aventura de Terrence Malick, To The Wonder. Brad Pitt se limita a conseguir que nos creamos su papel, víctima de sus propias decisiones. Penélope Cruz está discreta, a la sombra de Fassbender pero con un elemento circundante a su alrededor que motiva buena parte de la trama.
McCarthy sabe lo que quiere contar. Y Ridley Scott le ayuda como puede. El consejero requiere de la máxima atención a cada palabra que se está contando. Todo es importante, nada se cuenta de forma baladí. Cualquier línea que no se siga es un elemento perdido para la continuidad de una trama tan compleja como actual. El tráfico de humanos, el mercado de la droga, las adicciones o algo tan simple como verse en el lugar equivocado en el momento menos acertado es lo que plantea una película estimulante pero no apasionante. El consejero se deja ver. Y agradeceremos, si nos espolea el universo McCarthy, dos horas de una cinta tan extraña como recomendable.
Por otro lado, al nombre de Ridley Scott le unimos el del escritor Cormac McCarthy, rey de la literatura “sureña” contemporánea y uno de los dramaturgos más respetados de su tiempo. En su descanso entre una novela y la siguiente, decidió emprender la aventura de escribir un guión cinematográfico, que acabó siendo esta película que nos ocupa. McCarthy ha sido adaptado al cine en otras tres ocasiones (Todos los caballos bellos, No es país para viejos, La carretera) por lo que ya tiene experiencia en ver sus novelas llevadas a la gran pantalla, siendo ésta la que le afecta en primera persona.
El consejero está impregnada de todos los códigos literarios que abundan en la prolífica obra de McCarthy. Hay frialdad, sobredosis de violencia, un cierto revisionismo del western, conflictos metafronterizos, donde las barreras físicas se eliminan dejando a los personajes enmarcados en un lugar y un tiempo determinados pero con un destino abierto, libre (véase el tratamiento que Ethan & Joel Coen realizan de No es país para viejos en la película homónima). En estos términos aparece un abanico de personajes que se caracterizan todos por dominar el espacio, amplio y abierto, en el que transcurre su cotidianeidad. El reparto de El consejero, hábilmente liderado por el siempre eficaz Michael Fassbender, encuentra un reto muy complejo al que obedecer. Y es que McCarthy, el único hasta ahora que lo ha conseguido, ha sacado todo el partido posible a una actriz muy escondida en cierto tipo de papeles. Le ha escrito el mejor personaje de su carrera a una Cameron Díaz que resulta lo mejor y más complejo de todo el metraje.
Apoyado en Díaz, cuya escena de sexo salvaje a lomos de un Ferrari representa lo mejor y lo peor de su personaje, aparece un Javier Bardem muy dependiente de los demás compañeros de reparto y con la ya estridente caracterización capilar de costumbre. No es de extrañar que la cinta donde Bardem pide que le tomemos más en serio sea la última aventura de Terrence Malick, To The Wonder. Brad Pitt se limita a conseguir que nos creamos su papel, víctima de sus propias decisiones. Penélope Cruz está discreta, a la sombra de Fassbender pero con un elemento circundante a su alrededor que motiva buena parte de la trama.
McCarthy sabe lo que quiere contar. Y Ridley Scott le ayuda como puede. El consejero requiere de la máxima atención a cada palabra que se está contando. Todo es importante, nada se cuenta de forma baladí. Cualquier línea que no se siga es un elemento perdido para la continuidad de una trama tan compleja como actual. El tráfico de humanos, el mercado de la droga, las adicciones o algo tan simple como verse en el lugar equivocado en el momento menos acertado es lo que plantea una película estimulante pero no apasionante. El consejero se deja ver. Y agradeceremos, si nos espolea el universo McCarthy, dos horas de una cinta tan extraña como recomendable.
Sentimos disentir, a nosotros nos pareció realmente mal.
ResponderEliminarDesde la Ignorancia, Lucas Liz.
http://cinesincriterio.blogspot.com.es/2013/12/the-counselor-el-consejero.html