[Crítica] Dom Hemingway

Existe una categoría de actores a los que, da igual el trabajo que hagan, siempre consideraremos como un atractivo personal en la pantalla. En el caso de este cronista, Jude Law representa esa actitud de predisposición ante cualquier producto que presente un actor que con el paso del tiempo se ha ido ganando un status y posición bastante respetable.
La película que nos ocupa, el estreno de esta semana de 20th Century Fox, es Dom Hemingway. Una de esas cintas que recuerdan a otras tantas pero que no se asemeja a ninguna. Lo que viene siendo un batiburrillo de influencias buenamente llevadas pero, en muchas ocasiones, peligrosamente ejecutadas. Dom Hemingway, como mayor aliciente, es el personaje interpretado por un Jude Law absolutamente pasado de rosca como posiblemente jamás lo hemos visto y jamás lo veremos.
Lejos queda aquel Dan de Closer (Mike Nichols, 2004), el gigoló Joe de Inteligencia artificial (Steven Spielberg, 2001) o el apasionante Vassili de Enemigo a las puertas (Jean-Jacques Annaud, 2001), por solo hablar de algunos de sus mejores trabajos. Ahora, Jude Law sigue en proceso constante de maduración y probando nuevas formas de demostrar su ya consabido talento delante de la cámara. En Dom Hemingway se estrena con 12 kilos de peso más y su calvicie, para su propia desgracia, mucho más marcada. Con este fin, el intérprete británico dibuja un personaje deslenguado, misógino y con un carácter profundamente ególatra. El prólogo de la película, un curiosísimo plano secuencia en honor del miembro viril, da perfecta cuenta de lo que es capaz este particularísimo protagonista.
Sin embargo, y pese a que el comienzo nos hace una promesa de frenesí a lo Guy Ritchie, la película se va desinflando conforme comienzan a suceder los extraños y surrealistas acontecimientos que se van desarrollando. La secuencia del accidente, excepcional ralentí, parece ser la última muestra del poder de convicción del comienzo de la película. Detrás de todo lo artificioso del asunto, se ejercita la redención del peor de los seres humanos. Un delincuente, irreverente e irrespetuoso que representa lo más oscuro de nuestra existencia pero que desea salvarse mediante continuas oportunidades. Veremos si Dom Hemingway se redime en taquilla y Jude Law sale airoso de una trampa con la que nos deja, personalmente, plenos y satisfechos.

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