Crítica Barry Lyndon; El museo de la pintura

8/10

1975. La innovación llega al cine. Unos métodos novedosos que pocas veces volverán a ser utilizados. Kubrick contacta con la NASA y ellos le dan la idea de usar en su nueva película. Pero, ¿qué es lo que distingue a estas cámaras de las convencionales? Pues las cámaras Zeiss son unas maravillas técnicas que disponen de unos objetivos tremendamente luminosos y que tratan el negativo de los rollos de una manera muy cuidadosa. Al positivar las imágenes, éstas dan como resultado unas escenas de una luminosidad impresionante que parecer retratar los mejores cuadros que podemos ver en cualquier museo que se precie. Y es que, si por algo es conocida esta película, es precisamente por los paisajes y escenas campestres las cuales parecen sacadas de cuadros de Rembrandt, Van Dyck o Caravaggio. El barroco reflejado en Barry Lyndon resume uno de los más preciosos legados cinematográficos de los que disponemos. Aunque, no obstante, las escenas más conseguidas de la película son aquellas en las que Kubrick utilizó sólo la luz de unas velas para alumbrar una estancia. La luz de estos objetos, combinada con los objetivos Zeiss de sus cámaras, hicieron que fueran las secuencias más bellas de la película. Si Kubrick hubiera utilizado cámaras convencionales, estas escenas habrían salido totalmente oscuras. De ahí el tremendo valor de Barry Lyndon como innovación.
Pero fuera de este aspecto técnico y justificando a todas aquellas personas que, unánimemente, piensan que es una obra menor dentro de la filmografía de Kubrick, hay que darles la razón cuando dicen que es una película con un guión bastante escaso. Se intenta reflejar la evolución que sufre el personaje de Redmond Barry, un muchacho nacido en una familia de clase trabajadora de Irlanda y su progreso hasta convertirse en un machista hombre adinerado que ha dado un braguetazo al casarse con la condesa de Lyndon. A pesar de que el libro en el que se basa la película es bastante largo y Kubrick pudo sacar más partido a sus páginas, el hecho es que se sacrifica a propósito el guión en detrimento de las maravillosas escenas anteriormente descritas.
Es de obligada referencia que la mayor parte del presupuesto se destinó a recrear escenarios de la época, el siglo XVII, especialmente el Castle Howard, impresionante construcción de la época que ha servido de escenario a películas como Retorno a Brideshead. La recreación de edificios, jardines, interiores, vestuario constituye la perfecta excusa que tuvo Kubrick para rodar, según sus intenciones, no una película sino un documental de la época. Y es que es lo que el director neoyorquino tenía en mente. Él no quería hacer una película sobre el siglo XVII al uso ya que sobre ese tema ya había demasiadas películas, algunas incluso mejores que Barry Lyndon. Lo que pretendía era reflejar la vida cotidiana de la gente de la época y construir un personaje con el que sentirnos identificados. En algunos momentos de la película llegamos a vernos envueltos en la intimidad de la familia Lyndon o incluso en las aventuras extramatrimoniales que Barry tiene noche sí, noche también.
Pero sin duda ninguna, por lo que esta película-documental ha pasado a la Historia es por el uso de la música en la película. Piezas clásicas y obras maestras de la música clásica se unen en Barry Lyndon para deleitar al espectador. Sarabande del maestro Friedrich Häendel, El Barbero de Sevilla de Giacomo Rossini, pequeñas piezas de Bach y Schubert amén de piezas de folklore irlandés interpretadas por la banda The Chieftains. Estas piezas musicales, sobre todo Sarabande, llegan al clímax de la cinta en la escena de la muerte del hijo de Lyndon. Es inevitable no soltar alguna lágrima mientras vemos el carro fúnebre y a los destrozados padres cuando suena de fondo esta magistral pieza de Häendel. También es utilizada por Kubrick en todos los momentos en los que aparece Redmond Barry llegando a llamarse en la posterior edición en CD de la banda sonora como "Barry Lyndon´s Theme". También en el final de la película, en los créditos finales, el director vuelve a usar Sarabande para trazar un montaje rítmico con todos los nombres de los participantes en la película.
En el aspecto artístico destaca la interpretación de Ryan O´Neal, un actor no demasiado destacable que solo vivía de su presencia en la pantalla. De hecho, el papel del imbécil Barry Lyndon le viene como anillo al dedo puesto que es un hombre que no posee demasiada capacidad de organización en su vida y que vive de las rentas. Tanto Marisa Berenson como Philip Stone o Leon Vitali tejen personaje absolutamente maravillosos. La amistad de Vitali con Kubrick fue tan intensa que a partir de Barry Lyndon, el director lo contrató de ayudante de dirección.
Nominada a 8 Oscar entre los que destacan Mejor película, director, guión adaptado, fotografía, dirección artística, banda sonora y vestuario, sólo consiguió ganar los cuatro últimos alzandose como una de las películas triunfadoras del año. En los Globos de Oro estuvo nominada a la mejor película y al mejor director. En los BAFTA estuvo nominada a la mejor película, director, dirección artística, fotografía y vestuario ganando solamente el galardón al mejor director para Stanley Kubrick.
Toda una proeza del cine en los años 70 que revolucionó el concepto de luminosidad en el cine. Nunca jamás volveremos a ver esta innovación y sentirla como lo que es: una auténtica obra de arte que incluye alguna de las escenas más espectaculares de la Historia del Cine. Porque no hace falta hacer películas sobre marcianos, naves espaciales, espadas láser y esas cosas para crear maravillas visuales.
Barry Lyndon es el ejemplo perfecto.

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