En una tendencia peligrosamente redundante, el Festival de Cine de Berlín, uno de los más prestigiosos del mundo (no en vano este año se cumplía su 60º edición), está cayendo en una palpable anodineidad, una cierta sensación de hastío que está conduciendo a su destierro de los medios de comunicación. Berlín ha perdido poder en detrimento de los festivales y premios americanos, incluso a favor de otros festivales europeos en los que las grandes estrellas hollywoodienses adornan sus alfombras rojas. En la presente edición, pocas han sido las estrellas que se han trasladado a la capital alemana para aparecer ante los flashes de las cámaras, fundamentalmente porque la sección oficial ofrecía pocas oportunidades para ello. Ejemplo claramente ilustrativo es la cinta elegida para poner el broche final al festival, la japonesa Otouto, que fue proyectada ante una sala semivacía. Curiosamente, el premiado con mayor relevancia internacional, el gran Roman Polanski, tampoco pudo estar en la gala de clausura debido al arresto domiciliario al que se ve sometido. Una lástima.
Entre lo más destacado, podemos citar la nueva película del mencionado Polanski, El escritor, protagonizada por Pierce Brosnan y el hiperactivo Ewan McGregor, en la que éste último tiene el cometido de redactar las memorias de un ex Primer Ministro británico con asuntos oscuros por destapar. Un thriller con tintes del gran maestro del suspense que fue galardonada con el Oso de Plata al mejor director. Igualmente destacables; la francesa Mammuth, interpretada por Gerard Depardieu, Greenberg, la última película de Ben Stiller, Shutter Island de Martin Scorsese, y la última vuelta de tuerca del prolífico y muy interesante director británico Michael Winterbottom, que en esta ocasión se atreve en El asesino dentro de mí a trasladar a la pantalla la violenta novela homónima del escritor norteamericano Jim Thompson.
Como gran triunfadora del certamen destaca el Oso de Oro para la turca Miel de Semith Kaplanoglu, que versa sobre la tierna relación entre padre e hijo que muchos críticos han visto similar a El espíritu de la colmena. El Gran Premio del Jurado fue destinado, por su parte, a la rumana Si quiero silbar, silbo de Florin Serban, lo que ratifica el auge de esta cinematografía puesta en el mapa con la apabullante 4 meses, 3 semanas, 2 días; mientras que los premios a la interpretación fueron repartidos entre Grigory Dobrygin por la rusa How I ended de summer (que también se hizo con el premio a la mejor fotografía) y la japonesa Shinobu Terajima por Caterpillar. El Oso de Plata al mejor Guión fue para la china Separados, Juntos.
Como conclusión a esta 60º edición del Festival de Cine de Berlín, debemos hacer referencia a cómo este certamen pierde el pulso ante ofertad más atractivas tanto dentro como fuera del continente europeo, lo que debe hacer recapacitar a sus organizadores que cómo alcanzar el equilibrio perfecto entre calidad y espectacularidad. Mientras tanto, se erige como una verdad insoslayable que, Berlín, permanece un año más en el ostracismo.
Como gran triunfadora del certamen destaca el Oso de Oro para la turca Miel de Semith Kaplanoglu, que versa sobre la tierna relación entre padre e hijo que muchos críticos han visto similar a El espíritu de la colmena. El Gran Premio del Jurado fue destinado, por su parte, a la rumana Si quiero silbar, silbo de Florin Serban, lo que ratifica el auge de esta cinematografía puesta en el mapa con la apabullante 4 meses, 3 semanas, 2 días; mientras que los premios a la interpretación fueron repartidos entre Grigory Dobrygin por la rusa How I ended de summer (que también se hizo con el premio a la mejor fotografía) y la japonesa Shinobu Terajima por Caterpillar. El Oso de Plata al mejor Guión fue para la china Separados, Juntos.
Como conclusión a esta 60º edición del Festival de Cine de Berlín, debemos hacer referencia a cómo este certamen pierde el pulso ante ofertad más atractivas tanto dentro como fuera del continente europeo, lo que debe hacer recapacitar a sus organizadores que cómo alcanzar el equilibrio perfecto entre calidad y espectacularidad. Mientras tanto, se erige como una verdad insoslayable que, Berlín, permanece un año más en el ostracismo.
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