[Crítica] Reality


6,5/10

Matteo Garrone regresó a Sevilla durante el pasado SEFF´12 con Reality, una historia en la que asistimos a un cambio de personalidad del protagonista motivado por aquello que siempre hemos llamado “caja tonta”. La televisión tiene el poder de hacer modificar nuestra conducta hasta límites insospechados y eso es lo que le ocurre, precisamente, al protagonista de la nueva cinta del director de Gomorra.
Con la excusa de contarnos la trágica y dramática historia de Luciano, Garrone se adentra en una crítica hacia los instrumentos de control de la personalidad y compara la fuerza de un Gran Hermano, o cualquier vehículo televisivo, con incluso la de la Iglesia oponiéndolos en un final digno pero que no está a la altura del resto del metraje.
Este paranoico final es consecuencia de toda una serie de acciones previas en las que, alejados de la concepción de las películas italianas contemporáneas, encontramos a un hombre que posee un trabajo que le sirve para alimentar a su familia ayudado por pequeñas y cómicas estafas que le proporcionan unos ansiados ingresos extra. Su misma familia es la que le convence para que caiga en la espiral psicológica en la que desembocará sus ansias de participar en un programa de televisión de una mecánica tan absurda como exitosa que ya ha triunfado en el mundo entero.
Luciano parece estar descontento con lo que tiene alrededor y busca lo que ve en televisión. Un ente superior que le haga olvidar lo aparentemente nefasta que es su vida actual. Tiene envidia de aquellos que salen del programa y cobran sólo por acudir a bodas y eventos de toda índole para decir dos frases a gente que ni siquiera conocen. Los conocidos como “bolos” son el único vivir que Luciano ve en su futuro. Matteo Garrone comienza el film con un plano secuencia aéreo envidiable, con un nivel técnico que permanecerá a lo largo del metraje. Un enigmático comienzo, en el que trataremos de ponerle cara a los actores de esta función, le sirve al director como punto de partida para una película muy destacable en la presente Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo.
Su protagonista, Aniello Arena, es un actual convicto que permanece en régimen de cadena perpetua. Su participación en un ajuste de cuentas por parte de la Camorra y el asesinato de dos personas le llevaron a la prisión de Volterra. Garrone quiso contar con este ahora actor, curtido en el teatro, en Gomorra pero las autoridades le denegaron el permiso que sí le concedieron para rodar Reality. Sin duda este es uno de los aspectos más interesantes del background de la película, algo que animará a más de uno a acudir a la sala de cine.
Matteo Garrone utiliza la metáfora del Gran Hermano para preguntarnos cuál es el precio de nuestras ilusiones. ¿Estaríamos dispuestos a dejarlo todo por seguir un supuesto sueño? ¿Son realmente las ilusiones meras fantasías o hay algo detrás de ellas que pueda cambiar nuestra vida? Reality consiguió, con su sencilla premisa, el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes donde consiguió mayor proyección y se hizo con un puesto en el disparadero del cine europeo.

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