Crítica Territorio Prohibido; La inmigración como excusa....

7/10

La nueva película de Wayne Kramer es sin duda un ejercicio de denuncia contra la administración norteamericana (y porqué no contra todos los gobiernos) y su manera de llevar un tema tan espinoso como es la inmigración ilegal. El director de cintas como The Cooler o la próxima Kyne & Lynch nos lleva hasta los rincones más oscuros de la maldad humana cuando se trata de defender un territorio que se cree propio por derecho heredado. 
Por una parte, gente que llega con documentación falsa y trata de hacer creer a las autoridades, con toda una red de mentiras, que su carnet es verdadero y que lo adquirió de manera totalmente legal. Este ejemplo se ve reflejado en dos personajes. Dos caracteres que se van a cruzar en este libreto de una manera humillante para uno y excesivamente favorable para el otro. El descubrimiento de la actriz Alice Eve, la cual muestra todas sus dotes interpretativas en la película, es uno de los puntos clave de la cinta de Kramer. El ansia por triunfar y ser alguien en la vida lleva a esta joven a intentar lograr la residencia en Estados Unidos sea cómo sea.
Si hablamos del segundo carácter que se cruza en la cinta, encontramos a Ray Liotta, en una resurrección más que aceptable, y el cual se hace cargo de un papel al que dota de una psicología muy determinada. No voy a desvelar absolutamente nada, puesto que lo que pretendo es que acudan a las salas para ver la película y disfrutarla. Pero tenga en cuenta que Liotta tendrá la clave de una de las historias que se nos van a narrar.
Si nos detenemos en la segunda historia importante, la de Harrison Ford, observamos que traza un personaje que trabaja para el Gobierno, que desmantela toda clase de talleres ilegales de trabajo pero que odia el cometido que tiene. Su trabajo no es nada agradable y ser agente de inmigración es todo un sufrimiento para él. La propia cara de Ford así lo indica (aunque muchos quieran escudarse en que lleva treinta años con la misma expresión facial) y verá cosas de las que nadie nunca querría ser testigo. Sólo al final descubriremos que sucede con él y con una de las "consecuencias" de su trabajo. Su implicación personal le hace sobrevivir, aunque con mucha dificultad.
Por otro lado, una joven de origen iraquí tendrá la oportunidad de expresarse en medio de su clase. Sin embargo, el tema que escoge para su intervención pública no es para nada delicado. Descubriremos como todavía hay gente que pretende excusar las barbaries más atroces cometidas por el hombre y son capaces de inculcárselas a niños que no tienen ni la mitad de conocimiento sobre el mundo de lo que se supone que tiene que tener un adulto. Esta joven sufrirá las iras del pueblo norteamericano, escenificadas en la película por toda su clase y su profesora. 
Por último, la historia más amable de todas, la protagonizada por Jim Sturgess en la que interpreta a un joven irlandés que entra en los Estados Unidos haciéndose pasar por judío. Su objetivo es entrar a trabajar en una escuela de enseñanza para niños de esta religión. 
Los engaños, las mentiras y un amplio catálogo de excusas para intentar entrar a formar parte de la potencia más supuestamente avanzada del mundo. Estados Unidos acoge cada día a miles de inmigrantes que llegan en busca de ese "American Beauty", que tan mal le salió al gran Kevin Spacey.
Usted verá la película y me gustaría que se introdujese de lleno en la mente de cada personaje. Todos están fielmente conseguidos y resultan absolutamente creíbles, aún no siendo fruto de portentosas interpretaciones.
Ninguno desentona en una película que, no siendo una superproducción, cuenta con buenos actores y destacables trabajos. Lo que más asusta de la cinta es la reacción poco ortodoxa del público a las películas sobre historias cruzadas. No espere usted un lío mental del estilo Amores Perros o Crash, que aburrían de una manera sobrehumana. Aquí todos los personajes y sus relaciones entre ellos están muy bien delimitados, con lo que el espectador disfrutará de una buena película sobre un tema sobre el que no estamos demasiado acostumbrados, sobre todo viniendo del corazón cinematográfico de Estados Unidos, un tema tabú como es el de la legalización de todos los extranjeros que copan las capitales y pueblos de Norteamérica y de todo el mundo.
La película no es propaganda pura sino una serie de historias muy humanas y de un tremendismo muy natural. No hay artificios ni sobreactuaciones.
Sólo una triste realidad.

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