8/10
Hay cierta ironía blasfema en la elección de esta mítica obra cumbre de los geniales Monty Python's para conmemorar el entrañable día 25 de Diciembre o, lo que es lo mismo, el nacimiento del niño Jesús. Esperemos que en su largo peregrinaje desde Oriente hasta el remoto pueblo de Belén, los tres Reyes Magos no se desvíen en su camino (ya sea por la crisis económica o por las intensas nevadas que asolan Europa) y erren en su adoración al recién nacido, como ya les ocurrió hace más de dos mil años cuando visitaron el humilde pesebre de un pobre diablo llamado Brian que, en contra de lo que esperaban, tendría escaso protagonismo en el devenir de la Historia de la humanidad. O al menos es lo que sugerían Terry Jones, John Cleese, Eric Idle, Michael Palin y Terry Gillian en la fantástica y épica obertura de esta joya descacharrante de la irreverencia en la que se revisitaba desde una óptica un tanto heterodoxa la vida (o más bien el ambiente histórico) del mesias más persuasivo que ha conocido el mundo.
No obstante, en esta película inmortal que se programa de forma reincidente en todas las televisiones del mundo coincidiendo con tan señaladas fechas para el disgusto manifiesto de los cristianos más recalcitrantres y encorsetados, no se retrata de un modo exhaustivo las peripecias del bueno de Jesús, sino que se traslada el foco sobre un personaje circunstancial y aparentemente carente de interés que tuvo la desgracia de vivir bajo la sombra de un ser excepcional destinado a acuñar una nueva religión, nada más y nada menos. Brian, por el contrario, se debía conformar con militar en el reivindicativo Frente Popular de Judea, soportar a su malévola madre, un tanto masculina, y lidiar con las hostiles hordas romanas y su complejo sistema de declinaciones lingüísticas. Cosas del destino.
Compuesta por un extenso repertorio de sketches hilarantes engarzados por un trama descabellada, La vida de Brian se ha erigido como la obra más importante del grupo cómico británico Monty Python's. Y no es para menos. Pocas citas se han dado en el cine con un humor tan surrealista y mordaz como el desplegado aquí con gran inspiración por la inefable compañía, regalando momentos inolvidables de carcajadas incontenibles. Entre ellos, esa lapidación "exclusivamente" masculina devenida en toda una batalla campal producto del ansia de un poco de entretenimiento, esa lucha de gladiadores escualidos pero con gran resistencia en la media marathón, o esa reunión clandestina de la oposición nacionalista donde se ensalzaban los grandes beneficios de la dominación romana; "Muy bien, pero además de la sanidad, la medicina, la educación, el vino, el orden público, las cañerías, las carreteras, los acueductos y la salud pública, ¡¿qué han hecho los romanos por nosotros?!".
Mención aparte precisan esos títulos de créditos antológicos al más puro estilo 007 o ese final apoteósico con todos los crucificados cantando al unísono. La vida de Brian es la sal del cine bíblico, esa nota discordante tan necesaria entre las edulcoradas revisitaciones cinematográficas en torno a la vida de Jesucristo que pueblan a la menor oportunidad las parrillas de nuestras televisiones. Humor inteligente, sarcástico, punzante, transgresor, surrealista, estrepitoso, verderamente divertido... Todo un clásico del cine idóneo para celebrar el nacimiento de un personaje diferente que, si bien no cambió el rumbo de la historia, sí que nos hizo pasar un rato agradable. Ahora, cantemos todos ese evocador Always look on the bright side of life.
... Y ¡Feliz Navidad!
Hay cierta ironía blasfema en la elección de esta mítica obra cumbre de los geniales Monty Python's para conmemorar el entrañable día 25 de Diciembre o, lo que es lo mismo, el nacimiento del niño Jesús. Esperemos que en su largo peregrinaje desde Oriente hasta el remoto pueblo de Belén, los tres Reyes Magos no se desvíen en su camino (ya sea por la crisis económica o por las intensas nevadas que asolan Europa) y erren en su adoración al recién nacido, como ya les ocurrió hace más de dos mil años cuando visitaron el humilde pesebre de un pobre diablo llamado Brian que, en contra de lo que esperaban, tendría escaso protagonismo en el devenir de la Historia de la humanidad. O al menos es lo que sugerían Terry Jones, John Cleese, Eric Idle, Michael Palin y Terry Gillian en la fantástica y épica obertura de esta joya descacharrante de la irreverencia en la que se revisitaba desde una óptica un tanto heterodoxa la vida (o más bien el ambiente histórico) del mesias más persuasivo que ha conocido el mundo.
No obstante, en esta película inmortal que se programa de forma reincidente en todas las televisiones del mundo coincidiendo con tan señaladas fechas para el disgusto manifiesto de los cristianos más recalcitrantres y encorsetados, no se retrata de un modo exhaustivo las peripecias del bueno de Jesús, sino que se traslada el foco sobre un personaje circunstancial y aparentemente carente de interés que tuvo la desgracia de vivir bajo la sombra de un ser excepcional destinado a acuñar una nueva religión, nada más y nada menos. Brian, por el contrario, se debía conformar con militar en el reivindicativo Frente Popular de Judea, soportar a su malévola madre, un tanto masculina, y lidiar con las hostiles hordas romanas y su complejo sistema de declinaciones lingüísticas. Cosas del destino.
Compuesta por un extenso repertorio de sketches hilarantes engarzados por un trama descabellada, La vida de Brian se ha erigido como la obra más importante del grupo cómico británico Monty Python's. Y no es para menos. Pocas citas se han dado en el cine con un humor tan surrealista y mordaz como el desplegado aquí con gran inspiración por la inefable compañía, regalando momentos inolvidables de carcajadas incontenibles. Entre ellos, esa lapidación "exclusivamente" masculina devenida en toda una batalla campal producto del ansia de un poco de entretenimiento, esa lucha de gladiadores escualidos pero con gran resistencia en la media marathón, o esa reunión clandestina de la oposición nacionalista donde se ensalzaban los grandes beneficios de la dominación romana; "Muy bien, pero además de la sanidad, la medicina, la educación, el vino, el orden público, las cañerías, las carreteras, los acueductos y la salud pública, ¡¿qué han hecho los romanos por nosotros?!".
Mención aparte precisan esos títulos de créditos antológicos al más puro estilo 007 o ese final apoteósico con todos los crucificados cantando al unísono. La vida de Brian es la sal del cine bíblico, esa nota discordante tan necesaria entre las edulcoradas revisitaciones cinematográficas en torno a la vida de Jesucristo que pueblan a la menor oportunidad las parrillas de nuestras televisiones. Humor inteligente, sarcástico, punzante, transgresor, surrealista, estrepitoso, verderamente divertido... Todo un clásico del cine idóneo para celebrar el nacimiento de un personaje diferente que, si bien no cambió el rumbo de la historia, sí que nos hizo pasar un rato agradable. Ahora, cantemos todos ese evocador Always look on the bright side of life.
... Y ¡Feliz Navidad!
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