No hay un año tranquilo en alguna de las categorías de los Oscar. Pero pocas veces una de las principales ha sido objeto de radiografía milimétrica como este año la de Mejor Actor. El nivel de los intérpretes sube hasta cotas pocas veces comparables. Idris Elba y su Nelson Mandela no se quedan atrás en esta dura competencia por el gran premio al intérprete masculino.
Mandela: Del mito al hombre, un homenaje muy acertado basado en la autobiografía del propio Mandela, no cuenta absolutamente nada que no sepamos ya acerca de uno de los líderes políticos más importantes del siglo XX. Su contenido autocomplaciente crece a medida que va transcurriendo la trama y no hay más que ojear las primeras páginas de libro homónimo para darse cuenta de que William Nicholson ha retratado lo más significativo a su juicio de la carrera de Mandela sin importarle cuantas elipsis utilizar.
Pese a lo rutinario de la cinta, lo realmente destacable es la implicación de un Idris Elba que sigue demostrando porqué es uno de los actores más destacados de su generación. Stringer Bell quedó atrás. Ahora es un actor con proyección cuya carrera, pese a los años que lleva delate de la cámara, está en franco ascenso. Su caracterización de Madiba, fuerte, voraz, distinguida, casi señorial, le hace ser el foco de atención de todo espectador que se acerque a la película.
Bien ambientada, desarrollada y planteada, quizás peca de demasiadas omisiones narrativas que nos llevan hacia los momentos que los telediarios de todo el mundo reflejaron sobradamente y nos alejan de las relaciones interpersonales, políticas, culturales y psicológicas que unieron a Mandela con los líderes de su tiempo, su familia y su propia persona.
Chadwick utiliza, quizás demasiado, la épica que le dan las imágenes aéreas con la banda sonora de Alex Heffes. Una técnica más que notable para llevar a la pantalla acontecimientos históricos de una importancia capital que unimos este año a los que, con más infortunio, narraba la abominable El mayordomo de Lee Daniels. El apartheid, la segregación y la lucha por los derechos civiles constituyen un manual histórico tan importante que no merece ni un segundo de distracción cualquier obra que llegue a nuestras manos, ya sea en Estados Unidos o en la Sudáfrica de Mandela.
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