Con esta premisa, pronunciada por Amy Adams más lejos que pronto, se resume la nueva película de David O. Russell, una de esas cintas con personalidad propia que transita en terrenos donde el espectador se siente defraudado vilmente o entra en juego con los personajes de un guión calibrado como una pieza de relojería.
Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence y Jeremy Renner se encuentran en una perfecta comunión interpretativa con su director y un guión que les hace justicia como intérpretes y les aleja de cualquier tópico o papel anterior. Sus concepciones a la hora de hacer frente a tan compleja, pero sencilla trama, les hacen ser merecedores de todo elogio que se pueda verter sobre ellos. Especialmente nos fijamos en sus dos inspirados protagonistas, Adams y Bale. Bale y Adams, un tándem perfecto que, juntos o por separado, se llevan el mayor aplauso.
Decía Jean De la Fontaine, fabulista francés, que “engañar al que engaña es doblemente entretenido.” En este sentido, saltamos de la pantalla al texto, para referirnos a un libreto que resulta absolutamente adictivo y fascinante. Cada línea de diálogo es diametralmente opuesta a la anterior. Cualquier premisa que se vierte, será tumbada instantes después. No hay lugar para la sorpresa porque no es su lugar. Simplemente, estamos ante una historia de estafadores narrada por otro estafador nato, un David O. Russell al que encumbramos este año por su capacidad para resarcirse tras aquel producto perecedero llamado El lado bueno de las cosas.
La gran estafa americana es una parada en la estación de la mentira, del engaño, donde hay que dejarse llevar y no pretender entender nada de lo que está sucediendo. Ya lo hicieron, y para muchos lo consiguieron, los hermanos Coen con su Quemar después de leer. Aunque no estamos ante una comedia absurda, sino ante una representación nada literal del Caso Abscam que sacudió a Estados Unidos en los 70 y que terminó con la detención de un senador y seis congresistas norteamericanos.
Con una fotografía inmejorablemente ajustada a los criterios de la época, una banda sonora que evoca los más grandes temas de aquellos días (Live And Let Die de McCartney & Wings con Delilah de Tom Jones, por ejemplificar) o un desfile de peluquería que en nada, si pudiéramos, desmerece la cinta, La gran estafa americana es deudora de guiones del mejor George Roy Hill, Martin Scorsese o Francis Ford Coppola, en sus etapas más inspiradas.
Diez nominaciones son las que reúne esta American Hustle para la próxima edición de los Oscar. La pelea de este año por convertirse, a ojos de la Academia de Hollywood, en la película del año no puede estar más reñida. Y O. Russell y su equipo parten con ventaja sobre muchas de sus competidoras al ser una de las propuestas más frescas y divertidas del año.
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