Hay que tenerlos bien puestos, muy bien colocados, para crear una obra de semejante calado social, económico y cultural. Gente en sitios, dirigida por Juan Cavestany, representa todo lo bueno y lo malo del ser humano en su interrelación con sus congéneres. De la mano de un reparto con lo más iluminado del cine español, el cineasta nos levanta una sonrisa con una desvergonzada muestra del surrealismo más cotidiano.
En el Manifiesto de André Breton, escrito en 1924, encontramos una definición del movimiento que encaja perfectamente con el sentimiento que demuestran los algo más de 80 minutos de metraje que propone Cavestany: “Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.” Aquí no hay razón, solo inconsciencia procedente de la más absoluta rutina y una total pérdida de valor estético de nuestro componente humano.
Si hay una película en la que podemos sentirnos identificados todos y cada uno de los que nos acercamos a ella, esa es Gente en sitios (y ojo al título, generalista, sobrio, neorrealista, autodescriptivo). Con temas tan trascendentales para la sociedad actual como es el fraude inmobiliario, la búsqueda infructuosa de empleo, la lucha vecinal, la incomunicación interpersonal, la pérdida de las sensaciones con los objetos que nos rodean. Todo ello se encuentra encajado en un conjunto de sketches que nos retratan de una forma auténtica, objetiva e incluso hiriente.
No podemos ser ajenos a lo que Cavestany, con una técnica natural, nada artificiosa, nos muestra. Hay un nombre y apellidos de esta España en cada uno de los personajes de Gente en sitios. Todos y cada uno de nosotros nos reímos de la existencia de estos caracteres pero, si hallamos el verdadero fondo, encontraremos una pequeña parte de nuestra existencia necesitada de cambio. Con esta propuesta, el director ahonda en nosotros y nos propone otra mirada a la vida, a la cotidianeidad, a la rutina.
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