Ignasi M., la nueva aventura fílmica que nos propone Ventura Pons, es un documental de factura intachable pero que poco aportará a la cinematografía general española a pesar del intento por retratar a lucha de un hombre frente a su enfermedad. El carácter de imperdible que posee este duro, pero por otro lado, simpático documental es un adjetivo otorgado por su protagonista. Un Ignasi Millet que se declara homosexual, seropositivo, restaurador de arte e independentista. Con este cóctel se cuece una forma de ver la vida y afrontar la adversidad rodeado de las posibilidades más positivas que ofrece vivir en cada momento.
Como en todo documental, se pueden extraer lecciones muy valiosas. Y más cuando sabemos que la enfermedad, el terrible SIDA, ataca duramente el cuerpo hasta llevarlo al límite de sus posibilidades. En ese contexto aparece un hombre dispuesto a entregarse a la cámara recordando sus mejores momentos en la vida e intentando repetir de nuevo viejas experiencias con sus amigos, familiares y gente más cercana.
Ventura Pons se acerca a la narración de Ignasi M. con una buena técnica aunque poco arriesgada en su planteamiento. De hecho, su nombre casi parece borrado de la factura final al contemplar la desplegadísima puesta en escena que realiza el propio protagonista de la cinta, dueño y señor de cada fotograma de una forma intensa e inmejorable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario