[Crítica] César debe morir


7,5/10

Shakespeare vuelve al teatro. Julio César regresa a la escena. En Rebibbia, una prisión italiana, una serie de reclusos se preparan para dar voz y vida a los personajes que retrató en sus páginas el dramaturgo inglés y cuyos actos pasaron a la Historia de la Literatura universal. César debe morir es una película acerca de la libertad encerrada, de la confrontación de dos sentimientos aparentemente opuestos.
El Sevilla Festival de Cine Europeo nos ha dado la oportunidad de asistir en el Teatro Lope de Vega a la proyección de una de las películas más destacadas del cine italiano del último año. Los hermanos Taviani, quienes ya visitaron el certamen hispalense con El destino de Nunik, se superan en la concepción de su última obra. Recuperando el estilo que legó Shakespeare, este pseudo-documental, o docuficción, inserta la cámara en los ensayos de un grupo de presos que preparan a conciencia su representación del César del inmortal dramaturgo.
Cada uno de ellos llega al casting y debe leer una línea de texto en diferentes estados de ánimo. De ahí saldrá el encargado de representar a Casio, Bruto, César, Antonio o Casca, personajes clave en la representación final de la obra. Pese a carecer de mayor profundidad en el aspecto psicológico de cada uno de los presos, los Taviani se limitan a plasmar la libertad que tiene cada reo a la hora de concebir sus movimientos, sus gestos, su manera de actuar ante el gran público. Y eso, precisamente, es lo que configura la magia de la película.
Con diferentes tipos de fotografía para cada uno de los momentos temporales en los que la cinta transcurre, el espectador va identificando de pleno a cada preso con su papel. Todo se vuelve teatro. Cuando nos queremos dar cuenta, ya no sabemos sí estamos asistiendo a los ensayos o si ya estamos de lleno en la representación definitiva. Los directores resucitan a Shakespeare y redimen a sus actores. Este drama pretende confiar la salvación de los condenados al uso de la cultura. Uno de esos presos llega a pronunciar una de las frases más hermosas escuchadas en este Sevilla Festival de Cine Europeo: “Desde que descubrí el arte, esta celda se ha convertido en una prisión para mí”.
Estas sencillas palabras resumen la sensación de libertad contenida de la que gozan aquellos que cometieron errores, presumiblemente muy graves, en el pasado y buscan una segunda oportunidad para volver a sentirse personas y seres capaces de llevar a cabo algo tan real y virtuoso como es la representación de una de las mayores obras jamás escritas en el teatro. Oso de Oro en Berlín, Selección EFA en nuestro certamen, 5 premios David Di Donatello y 4 nominaciones a los Premios del Cine Europeo. Son las credenciales para disfrutar de una película tan insólita como hermosa, tan veraz como sincera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario