[Crítica] Tesis sobre un homicidio


4/10

Cuando vemos que una película está protagonizada por Ricardo Darín, normalmente solemos congratularnos porque estamos ante una garantía de, por lo menos, una buena interpretación más allá de la calidad mejor o peor de la película en cuestión. En el caso de Tesis sobre un homicidio, nos encontramos ante una muestra del nuevo cine argentino en forma de cinta de suspense que arranca bien pero concluye de manera turbia y precipitada.
Al sentarse en la sala de cine, obtenemos una grata respuesta a nuestras plegarias. Ricardo Darín está pletórico en todas sus escenas y consigue robar sus secuencias a cualquiera que se le ponga por delante. Su director, Hernan Goldfrid, consigue tejer una historia solvente que, aunque mal resuelta, mantiene una cierta tensión durante buena parte del metraje. 
Adolece de una excesiva duración y de un actor coprotagonista que no está a la altura de las circunstancias y resulta absolutamente irrisorio. Buena parte de esas carcajadas que provoca Alberto Amman llegan por su incomprensible capacidad para imitar acentos y combinarlos de una forma surrealista. El acento puertorriqueño se mezcla con el gallego para terminar pareciéndose al argentino. Y es que una producción autóctona de este tipo no debería dejar que el público pierda la concentración por temas tan triviales como este. 
Este thriller en el que un profesor sospecha que uno de sus alumnos ha cometido un terrible asesinato es apetecible. De hecho sirve para una tarde de cine aunque los recuerdos de El secreto de sus ojos permanezcan en la retina. Y es que la película hizo tantas cosas buenas por el cine argentino como malas para los cineastas que intentaron reinventarse tras el estreno de este atronador éxito.
Tesis sobre un homicidio posee una fotografía cuidada, un guión con diversas lagunas repartidas equitativamente para que no se noten en cantidad y una dirección templada, concreta y muy correcta. Planos muy equilibrados se combinan con secuencias que aluden a una extraña experiencia extrasensorial del protagonista. El montaje cíclico que propone la cinta hace que el factor sorpresa quede algo oculto aunque no resulta lo peor de una película que se convierte con el paso de los minutos en un castillo de naipes. Sin embargo, y pese a su lento ritmo en la resolución del planteamiento inicial, resulta una película interesante aunque rápidamente olvidable.

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