7/10
La secuencia de créditos iniciales ya inspira una cierta confianza ante lo que vamos a ver. Recordando vagamente a Tarantino, Nicolas Winding Refn utiliza el gran tema Nightcall del músico francés Kavinsky para dibujarnos un panorama que redefine el género del cine de atracos. A través de una tipología muy particular, letras en color rosa, Refn nos trae un homenaje al cine ochentero con referencias a David Lynch, Brian De Palma, Michael Cimino o el uso de la cámara lenta para ilustrar una violencia de carácter brutal, en referencia a Sam Peckinpah.
Sin embargo, su director no copia plano tras plano sino que desarrolla sus ideas en base a estas referencias y combinándolas con su propio estilo narrativo. Nos sale así un ejercicio de autor que nada tiene que envidiar a las más representativas películas de los realizadores anteriormente nombrados. Winding Refn aparta los convencionalismos propios del cine independiente y realiza una obra que atrapa desde el primer minuto que incluso se divide en dos partes claramente diferenciadas, recordando a muchas obras del western y con reminiscencias al Death Proof de Tarantino.
Sin embargo, su director no copia plano tras plano sino que desarrolla sus ideas en base a estas referencias y combinándolas con su propio estilo narrativo. Nos sale así un ejercicio de autor que nada tiene que envidiar a las más representativas películas de los realizadores anteriormente nombrados. Winding Refn aparta los convencionalismos propios del cine independiente y realiza una obra que atrapa desde el primer minuto que incluso se divide en dos partes claramente diferenciadas, recordando a muchas obras del western y con reminiscencias al Death Proof de Tarantino.
En una de esas partes, se nos presenta a los personajes. Sin duda, el más característico es el encarnado por el cada vez más grande Ryan Gosling, un intérprete que está encontrando su sitio tras muchos años de trabajo en papeles como Titanes, El Diario de Noa o Fracture. Su personaje, sin nombre y con una seña de identidad como bandera recuerda al Stallone de Cobra. La inexpresividad mostrada por Gosling a lo largo del metraje no es sino una marca de héroe, de impasibilidad y de confianza en sí mismo. Por otro lado, encontramos a los exquisitos Bryan Cranston y Albert Brooks, este último favorito en las quinielas a los grandes premios por su interpretación del brutal villano de la trama. Lejos queda aquel periodista de Al Filo de la Noticia que le dio la fama internacional. Brooks le da una vuelta a su propio talento para presentarnos a un mafioso inquietante. Mientras, en la segunda parte se nos hace asistir al desenlace de una trama que posee secuencias de violenta extrema que asustarán a más de un espectador proclive a la grima.
Premiada con el galardón al Mejor Director en la pasada edición del Festival de Cannes, Drive posee una riqueza cinematográfica variada que sabe jugar con una banda sonora de corte electrónico homenajeando aquellas cintas que poblaron el género en los años 80. Sus piezas son para escuchar todas seguidas en un buen equipo de alta fidelidad en la oscuridad de nuestros hogares. Con un guión sólido, aunque en ocasiones algo perdido, Drive es toda una lección de estilo a partir de los elementos básicos de la construcción de un plano. El uso de los picados y los contrapicados para realzar o rebajar la condición de un personaje frente a otro o con respecto al espectador no quedan tan claros en otras cintas como lo hacen en Drive.
Quizás Drive sea una película tachada de violenta o brutal y a alguien puede incluso sonarle a algo ya visto. Tampoco estamos ante una de las obras maestras del año pero sí ante un entretenimiento muy destacable en la amplia variedad de estrenos que se nos muestran de aquí a la fecha de entrega de los Oscar, momento en que dará su pistoletazo de salida la nueva temporada de cine. Drive es una película para ir al cine ya que sus secuencias merecen ser vistas en una pantalla grande y ser disfrutadas a gran escala.
Premiada con el galardón al Mejor Director en la pasada edición del Festival de Cannes, Drive posee una riqueza cinematográfica variada que sabe jugar con una banda sonora de corte electrónico homenajeando aquellas cintas que poblaron el género en los años 80. Sus piezas son para escuchar todas seguidas en un buen equipo de alta fidelidad en la oscuridad de nuestros hogares. Con un guión sólido, aunque en ocasiones algo perdido, Drive es toda una lección de estilo a partir de los elementos básicos de la construcción de un plano. El uso de los picados y los contrapicados para realzar o rebajar la condición de un personaje frente a otro o con respecto al espectador no quedan tan claros en otras cintas como lo hacen en Drive.
Quizás Drive sea una película tachada de violenta o brutal y a alguien puede incluso sonarle a algo ya visto. Tampoco estamos ante una de las obras maestras del año pero sí ante un entretenimiento muy destacable en la amplia variedad de estrenos que se nos muestran de aquí a la fecha de entrega de los Oscar, momento en que dará su pistoletazo de salida la nueva temporada de cine. Drive es una película para ir al cine ya que sus secuencias merecen ser vistas en una pantalla grande y ser disfrutadas a gran escala.
Para mi es una pelicula que despierta no solo algo de nostalgia sino muchas emociones, es una película con clase y estilo, tan violenta y brutal como melancolica y hermosa. Como lo dije en mi blog, Drive es un baile sensual; maneja bien el enfoque de "heroe anonimo" y convierte los avatares y circunstancias en un complemento activo que en conjunto es irresistible.
ResponderEliminarMuy buena critica.
Saludos.
Buna crítica Antonio, yo he escrito una critica de drive en mi blog Diacine, obviamente no puedo escribirla aquí por falta de espacio, asi que os invito a pasaros por mi blog.
ResponderEliminarSaludos!