6,5/10
Robert Redford nos presenta La Conspiración, su octava película como director adaptando la conjura que la Unión juzgó tras el magnicidio del presidente Abraham Lincoln. Una cinta que narra de manera sobria unos acontecimientos que marcaron la época final de la Guerra Civil norteamericana. Redford, sobre todo tras Leones por Corderos, dejó claras sus intenciones a la hora de ponerse detrás de las cámaras utilizando su ideología política, perteneciente a un liberalismo muy férreo. Ello le ha permitido tomarse la libertad de revisar la historia de los Estados Unidos y sacar a colación un juicio que condenó a Mary Surratt a ser ahorcada por albergar en su fonda a los conspiradores que orquestaron el asesinato de Lincoln a manos del actor John Wilkes Booth.
No hay duda de que estamos ante una película que recupera el espíritu del cine en el que Robert Redford vio nacer su carrera como actor. Una época en la que las películas de juicios, tribunales, defensas y acusaciones estaban a la orden del día. Y es ahí donde La Conspiración falla por los cuatro puntos cardinales. Estamos ante una revisión de la Historia del primer magnicidio de Estados Unidos en el que no hay lugar a la reflexión sino que se nos presentan los acontecimientos puros y simples, sin ocasión para que el espectador juzgue sobre la marcha si estamos ante una venganza criminal o ante la justicia que se imparte en periodo de guerra por los llamados “vencedores”, los cuales desoyen las leyes y actúan según los sentimientos de odio y repulsión.
Otro aspecto en el que Robert Redford ha fallado sin clemencia ha sido en la elección de los actores encargados de llevar a cabo la acción principal de la trama. Una película histórica sobre Estados Unidos que está interpretada por el actor escocés James McAvoy y el inglés Tom Wilkinson. Aunque ambos son excelentes actores, Redford debería haber tenido mucho más ojo y reflexionar sobre la historia norteamericana con actores propios del país. Y no me sirve la máxima de que todos los norteamericanos son hijos del Mayflower. Aquí no. Los británicos tienen una forma de actuar mucho más correcta, elegante, sobria frente a los norteamericanos, en ocasiones más viscerales y mucho más oportunos para una película de estas características tan revisionistas. Hay quien se ha acordado de James Stewart en Caballero Sin Espada, de Gregory Peck en Matar a un Ruiseñor o de las palabras de Henry Fonda en Doce Hombres Sin Piedad.
No hay duda de que estamos ante una película que recupera el espíritu del cine en el que Robert Redford vio nacer su carrera como actor. Una época en la que las películas de juicios, tribunales, defensas y acusaciones estaban a la orden del día. Y es ahí donde La Conspiración falla por los cuatro puntos cardinales. Estamos ante una revisión de la Historia del primer magnicidio de Estados Unidos en el que no hay lugar a la reflexión sino que se nos presentan los acontecimientos puros y simples, sin ocasión para que el espectador juzgue sobre la marcha si estamos ante una venganza criminal o ante la justicia que se imparte en periodo de guerra por los llamados “vencedores”, los cuales desoyen las leyes y actúan según los sentimientos de odio y repulsión.
Otro aspecto en el que Robert Redford ha fallado sin clemencia ha sido en la elección de los actores encargados de llevar a cabo la acción principal de la trama. Una película histórica sobre Estados Unidos que está interpretada por el actor escocés James McAvoy y el inglés Tom Wilkinson. Aunque ambos son excelentes actores, Redford debería haber tenido mucho más ojo y reflexionar sobre la historia norteamericana con actores propios del país. Y no me sirve la máxima de que todos los norteamericanos son hijos del Mayflower. Aquí no. Los británicos tienen una forma de actuar mucho más correcta, elegante, sobria frente a los norteamericanos, en ocasiones más viscerales y mucho más oportunos para una película de estas características tan revisionistas. Hay quien se ha acordado de James Stewart en Caballero Sin Espada, de Gregory Peck en Matar a un Ruiseñor o de las palabras de Henry Fonda en Doce Hombres Sin Piedad.
Robert Redford se ha ganado muchas críticas en Estados Unidos por esta película y parece que el público no ha respondido positivamente a la proyección en los cines de una cinta que intenta ilustrar algo que podemos leer en cualquier libro de Historia y sacrifica gratuitamente la reflexión histórica. Sin duda, hay que destacar aspectos muy destacados de la película. Uno de ellos es la interpretación de una Robin Wright que, tras su enésima separación de Sean Penn, ha encontrado un papel a la medida de su talento dramático aunque no suficiente para cargar con todo el peso de la trama. También es impecable la secundaria aparición de un Kevin Kline que ya parecía olvidado y que resucita para interpretar al Secretario de Guerra Edwin Stanton.
Por otro lado, y en el aspecto técnico, tenemos una exquisita fotografía basada en el uso de las velas y el aprovechamiento hasta la máxima expresión de la luz natural creando un ambiente de luz en ocasiones ocre, en otras gris y siempre con una nebulosidad muy característica. Y, por si fuera poco, una dirección correcta y sin aspavientos de un Robert Redford al que se le va notando la edad.
No obstante, el actor y director nos brinda una clase de Historia en imágenes que, aunque no sea de carácter magistral, pretende ilustrar una época complicada de los Estados Unidos que servirá para que más de uno aprenda algo más sobre la Guerra Civil. Es necesario llevar un background a la hora de ver la película ya que, tanto al que no esté interesado en los últimos siglos en Norteamérica como al que le traigan al fresco las películas judiciales, La Conspiración le resultará ampliamente aburrida y tediosa.
Por otro lado, y en el aspecto técnico, tenemos una exquisita fotografía basada en el uso de las velas y el aprovechamiento hasta la máxima expresión de la luz natural creando un ambiente de luz en ocasiones ocre, en otras gris y siempre con una nebulosidad muy característica. Y, por si fuera poco, una dirección correcta y sin aspavientos de un Robert Redford al que se le va notando la edad.
No obstante, el actor y director nos brinda una clase de Historia en imágenes que, aunque no sea de carácter magistral, pretende ilustrar una época complicada de los Estados Unidos que servirá para que más de uno aprenda algo más sobre la Guerra Civil. Es necesario llevar un background a la hora de ver la película ya que, tanto al que no esté interesado en los últimos siglos en Norteamérica como al que le traigan al fresco las películas judiciales, La Conspiración le resultará ampliamente aburrida y tediosa.
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