Esta semana se cumplen los diez años de la muerte de uno de los genios más inmortales de la Historia del Cine. En nuestro reportaje especial analizamos su biofilmografía y, a través de una serie de críticas que iremos vertiendo en estos días, homenajearemos a todo un maestro como fue, es y será Billy Wilder.
Comenzamos por Berlín Occidente, película rodada en 1948 y que introduce el dedo en la llaga de aquellos que creyeron en la autenticidad de la misión rescatadora de los países occidentales en una Alemania destrozada por los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Billy Wilder, tan solo tres años después de terminar oficialmente la contienda, se atrevió a realizar una película con unas malas pulgas ejemplarmente escrita y magistralmente dirigida.
Las líneas redactadas por Wilder, su colaborador habitual Charles Brackett y por Richard L. Breen poseen una colección de chistes tan sátiros como malvados que reflejan la situación europea y americana al finalizar el conflicto bélico.
Comenzamos por Berlín Occidente, película rodada en 1948 y que introduce el dedo en la llaga de aquellos que creyeron en la autenticidad de la misión rescatadora de los países occidentales en una Alemania destrozada por los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Billy Wilder, tan solo tres años después de terminar oficialmente la contienda, se atrevió a realizar una película con unas malas pulgas ejemplarmente escrita y magistralmente dirigida.
Las líneas redactadas por Wilder, su colaborador habitual Charles Brackett y por Richard L. Breen poseen una colección de chistes tan sátiros como malvados que reflejan la situación europea y americana al finalizar el conflicto bélico.
- “Señores, este es el balcón desde el que Hitler profetizó que su Reich duraría mil años. Sin duda, ese fue su mejor chiste.”
Este es uno de los ejemplos más claros de las hirientes líneas a las que Billy Wilder puso imágenes en esta inmortal película que resume a la perfección los mejores elementos del cine del director germano. Protagonizada por Marlene Dietrich, quien a gusto del que escribe realiza una de sus mejores interpretaciones, obtiene la réplica perfecta del inimitable John Lund y de una exquisita Jean Arthur.
La sátira, la ironía, el sarcasmo y la mala uva son elementos primordiales de las comedias de Billy Wilder, que aún siendo clásicas, parecen rodadas hoy en día y permanecen imperecederas al paso del tiempo. Nadie ha sido capaz de reírse de una delegación de congresistas americanos como lo hace el director en las secuencias iniciales de la película, mientras vemos el consistente engaño al que han sido sometidos para acudir a la Alemania post-conflicto.
Billy Wilder no ha sido jamás considerado como un director que brilló por su excelencia en la dirección sino por la capacidad que tuvo de redactar unos guiones mordaces que ironizaban cínicamente sobre cualquier ser humano en movimiento y sobre las situaciones que le rodeaban dotando a estas películas de un carácter natural y nada adulterado. Los personajes se ofrecen tal como son, sin virguerías narrativas que alejen al espectador de lo que está viendo en la gran pantalla.
Quizás la magia del cine de Wilder se base precisamente en lo que se saca en conclusión tras ver Berlín Occidente. La complicidad con la que siempre trató al espectador lo ha hecho un director que generaciones de cinéfilos han admirado a lo largo de las décadas. Cuando realizó esta sátira bélica ya había triunfado con dos obras de un carácter magistral como son Perdición y Días Sin Huella. Y es que, si algo ha caracterizado a Billy Wilder, ha sido su gran capacidad versátil y su profundo conocimiento de las virtudes y defectos de todos los géneros cinematográficos. Un año rodaba una magistral cinta de cine negro y al mes siguiente ya estaba preparando una comedia romántica con dos o tres actores de altura.
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