Érase una vez una época en la que los más jóvenes de la casa, los niños como solíamos llamarlos, se entretenían viendo productos televisivos enriquecedores y de un espectáculo tal que las horas se consumían enteras detrás de unos personajes que transmitían vitalidad, energía e incluso, como es el caso de Peabody & Sherman, algo de cultura general que educaba por encima de cualquier otro modo de diversión.
20th Century Fox resucita a los legendarios personajes de los años 50, creados por Ted Key y que durante años sirvieron de entretenimiento a legiones de niños que disfrutaban con este singular dueto formado por un niño y su padre, un perro letrado, muy culto y que se presenta en la gran pantalla con un toque algo pedante.
Sin embargo, y aunque no se quiera, la carcajada asoma con cada movimiento histórico de estos dos personajes y su máquina del tiempo. A medida que avanza la película y nos encontramos con Tutankhamon, Menelao o Leonardo Da Vinci, la risa se desploma sobre nosotros impidiéndonos tomar en serio lo que estamos viendo. Sin embargo, aunque el público objetivo de la película es infantil, no resulta del todo fácil seguir la retahíla de chistes que plantean los dos personajes. Es necesario un conocimiento algo amplio para disfrutar ampliamente de la dimensión de los comentarios de tantos seres que pueblan la pantalla durante la hora y media de metraje.
Rob Minkoff, responsable de aquella masterpiece marca Disney titulada El rey león, dirige con temple una película que se podía haber vuelto en su contra con facilidad. Aunque el nudo de la historia parece querer anudarse aún más por momentos, su director hace levantar el final para concluir de manera más que decente una trama divertida pero muy condescendiente.
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