Crítica Winter's Bone; La naturaleza crepuscular de la América profunda

7/10
Como si de un western crepuscular se tratase, los parajes áridos y solitarios que han inspirado a todo un género cinematográfico enraizado en la industria hollywoodiense, han dado paso a un escenario en el que persiste la decadencia y la implacable ley por la supervivencia de sus orígenes. La actual 'América Profunda' continua siendo ese vasto e irredento territorio de tintes monocromáticos y anodina rutina, habitado por seres silenciosos en los que anida el rencor y la impotencia ante un destino designado de antemano: una atmósfera asfixiante en la que se aglutinan las más bajas pasiones humanas y donde el alcohol y las drogas hallan su particular e idóneo campo de batalla en el que devastar los frágiles espíritus que lo pueblan. 
Esa es al menos la descarnada visión que aporta Debra Granik de un hipotético lugar del entorno rural norteamericano en su Winter's Bone, una película con el incontestable sello de cine independiente que ha logrado franquear las rígidas fronteras de los círculos minoritarios de exhibición para internarse en los mercados comerciales internacionales gracias a sus cuatro nominaciones a los Oscar y su éxito en el pasado Festival de Sundance, donde se alzó con el Gran Premio del Jurado. 
Y es que la solidez de un guión sosegado, con momentos de gran brillantez narrativa y con un devastador y a su vez hipnótico  poder de atracción; la aspereza de una fotografía fiel al ambiente ruinoso y opresivo en el que se desarrolla la trama; y las interpretaciones inspiradas y dotadas de una poderosa veracidad de todo su elenco; hacen de Winter's Bone una cinta apreciable por su valentía al retratar sin concesiones la vida rural norteamericana.
Y lo hace con el ritmo pausado de las buenas historias, repleto de matices (es excepcional ese rito de iniciación con las armas), desvelando paulatinamente las claves de unos trágicos sucesos que giran en torno a la desaparición del padre de Ree, una joven de diecisiete años que se enfrenta al embargo de su casa con dos hermanos pequeños a su cargo y una madre con problemas psicológicos ausente de la realidad. A medida que se van desgranando los hechos, la historia comienza a cobrar coherencia y despertar el interés del espectador, todo ello vertebrado por el carácter intransigente de la joven, quien se enfrentará al cruel entorno en el que vive con la audacia de los desesperados. 
Ante la importancia central de Ree en el desarrollo de la trama, es digno de reseñar la portentosa interpretación de Jennifer Lawrence, quien ya demostró sus dotes dramáticas en la película de Guillermo Arriaga Lejos de la tierra quemada secundando a Charlize Theron, y que ahora vuelve a meterse en la piel de un personaje de una fuerza inaudita que ya le ha valido su primera y merecida nominación al Oscar. En Winter's Bone, la réplica se la concede un imponente John Hawkes, que actualiza el arquetipo del viejo vaquero venido a menos. 
Winter's Bone se nos antoja, al fin, con el contrapunto necesario a un cine de cifras abultadas y rostros estelares. Con sus virtudes y errores (el tramo final de la cinta es algo precipitado y pierde cierto poder de atracción), la película de Debra Granik es el apreciable último fruto del actual cine independiente norteamericano, que narra, sin ambages ni giros efectistas, una historia tan devastadora como veraz. 

1 comentario:

  1. Muy interesante artículo me invita a ver la película, leer la novela y volver al blog.

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