Crítica Héroes; La generación de los 80 comienza a dar sus frutos

 7/10
La generación que creció con los compases trepidantes de la década de los 80, incluso aquellos que llegaron un poco más tarde pero con un espíritu de aventura muy similar, ha desarrollado una particular capacidad para sentir nostalgia de todo aquello que marcó su infancia y juventud; se ha divinizado de algún modo unos años en los que nada parecía imposible, el mundo se abría ante nuestros ojos ingenuos como un infinito baúl de historias fantásticas que compartir con los amigos de toda la vida, aquellos con los que el tiempo carecía de límites o preocupaciones. El cine, en este sentido, fue el aliado perfecto para anclar el imaginario popular de esta generación a una época de tintes épicos y esencia inmortal a través de películas que hicieron de la amistad y la inocencia pre-adolescente sus máximas indiscutibles.
Esos jóvenes que pasaron las largas tardes de verano bajo un sol de justicia en la plaza jugando al fútbol, a las chapas o al trompo, inspirados por las imágenes icónicas del cine hollywoodiense, han madurado y, en cierto modo, han olvidado los preciosos momentos que atesoraron en su tierna juventud. Aunque no todos ellos. Algunos quedaron tan prendidos de esas historias heroicas de piratas, extraterrestres y tesoros que dedicaron sus vidas al noble arte del cine para recrear humildemente las leyendas con las que forjaron su imaginación. Pau Freixas y Albert Espinosa son el ejemplo español idóneo de esta estirpe de treinteañeros nostálgicos y mitómanos que no han podido desprenderse de su bagaje emocional juvenil y que han utilizado la creación cinematográfica como válvula a través de la que exorcizar la melancolía y ternura suscitadas por el recuerdo de una etapa de sus vidas que añoran desde su incipiente madurez.
En ese sentido, Héroes es una oda sincera y emotiva a un cine que marcó a toda una generación de jóvenes; un tributo ingenuo y franco a las aventuras y pesares de unos niños que comienzan a caminar dubitativamente hacia la incierta e inminente adolescencia. Su director, Pau Freixas, no se ha esforzado lo más mínimo en ocultar sus referencias; ese retrato descarnado y emotivo que compuso de forma genial Rob Reiner en Cuenta Conmigo (la recordamos hace apenas unos días en este blog), las fantásticas andanzas de Los Goonies (en el film podemos ver un póster colgado en el dormitorio de uno de los protagonistas), la mítica serie española Verano Azul, el tierno canto nostálgico de Spielberg en E.T el extraterrestre; y un largo etcétera de películas de la época. De hecho, hasta uno de los miembros de Héroes, el inadaptado Colo, ostenta una apariencia sorprendentemente similar a la de Corey Feldman en un alarde selectivo del director de casting, al igual que el jefe de la pandilla de los mayores es idéntico al joven Kiefer Sutherland de Cuenta Conmigo.
Héroes teje su hilo argumental en dos tiempos bien marcados; por un lado seguimos el accidentado camino de un exitoso aunque algo amargado publicista (interpretado por Álex Brendemühl) hacia una importante reunión tras toparse con una perspicaz mochilera llena de sorpresas (en la piel de una renacida Eva Santolaria); mientras que por otro regresamos a ese luminoso verano de los 80 del interior rural catalán repleto de bicicletas, pandillas, aventuras y emociones a flor de piel. A pesar de ese innegable espíritu intrépido deudor de la época (no en vano la obsesión de estos improbables 'héroes' es conseguir la mágica cabaña del árbol de la pradera), la película de Freixas no elude derivas dramáticas que tiñen la historia de claroscuros, cuya pertinencia puede estar sujeta a debate (estos episodios han sido extraídos de la propia experiencia del realizador a modo de terapia), pero que de cualquier forma conducen al ensalzamiento de la amistad por encima de todo.
Héroes está concebida con ternura, con una inocencia a la que no estamos acostumbrado en el cine contemporáneo pero que entronca a la perfección con la esencia de épocas pasadas. Aquí no hay lugar para el cinismo, las dobles morales o la envidia; tan sólo asistimos a un espléndido viaje retrospectivo hacia aquellos momentos inolvidables de los primeros amores, los largos días junto a los amigos, la ilusión sin límites de unas mentes estimuladas por la fantasía y el anhelo de aventuras. Para ello, Freixas recurre a un plantel de actores jóvenes cuya espontaneidad es su mayor virtud, sin despreciar la colaboración de intérpretes veteranos como Lluís Homar, Enma Suárez o los antes citados Brendemühl y Santolaria. La música de Arnau Bataller y la fotografía cálida de Julián Elizalde hacen el resto subrayando la carga emocional del guión escrito por Albert Espinosa (también guionista de Planta Cuarta y Tu vida en 65').
El público del festival de Málaga agradeció con entusiasmo este melancólico regreso al pasado concediéndole su premio y nosotros no podíamos más que recomendar una cinta hermosa, agridulce en su desarrollo pero profundamente evocadora en nuestra memoria, tanto en la cinéfila como en la más personal. Volvamos pues a soñar, a creer en las hazañas, a recobrar ese espíritu de inocencia perdido en los años de nuestra madurez. La generación de los 80 comienza a dar sus frutos. .

3 comentarios:

  1. Soy una condicional de esta película (después de leer tu reseña estoy deseando volver a echarle un vistazo). Yo soy de los 80, de los veranos en el pueblo, de las bicis, de irse a bañar al pantano/mar...y me guardo esta película como un homenaje a esos buenos momentos. No sé si será la película perfecta, pero de la cosecha española del año pasado es una de mis preferidas, porque da la sensación de que es "mi" película y la de todos los que vivimos algo parecido.
    Saludos!!

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  2. Esta bien comprobar que somos muchos los que nos sentimos herederos de esa época. Un saludo Elena y bienvenida a nuestro blog!

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  3. Bueno, la tengo en DVD en casa para verla cualquier rato, y seguro me llevaré una grata sorpresa. La trama me ha interesado, y tras leer tu reseña parece que me gustará.

    Un saludo.

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