[Crítica] La gran belleza

9/10

Paolo Sorrentino regresa con fuerza y lo hace con un homenaje implícito a Federico Fellini, gran poeta del cine italiano y de la capital romana. La gran belleza, con un importantísimo Toni Servillo como protagonista, reúne lo mejor y lo peor de todo aquello que su protagonista califica como “aparato humano”.
Es inevitable no pensar en los pasajes de La Dolce Vita o en la propia referencia más latente de la última del director de Il Divo o Un lugar donde quedarse. Aquella Roma de Fellini sirve como primer punto de referencia para un autor que ha decidido, además de retratar la filosofía humana, contratar como actriz a la mejor de las intérpretes: la ciudad de Roma.
Woody Allen hizo lo propio hace más de 30 años en Manhattan, cuando tomó a la ciudad como parte integrante de su película y la dibujó como uno de los homenajes más preciosistas que se han dado en la gran pantalla. De nuevo aparecía Fellini como principal influencia ya que, su particular visión de la ciudad capitolina, le hizo dar un paso más a la hora de intentar explicar su valiosa y patrimonial filmografía.
Aquí, y sin excavaciones arqueológicas de por medio, Paolo Sorrentino nos introduce de lleno en la maquinaria perversa del ser humano. Siempre solemos identificar la noche como ese momento en el que los más oscuros instintos se dan la mano y afloran para mostrar nuestros verdaderos rostros. Si la ciudad es una protagonista más, Servillo se sirve de ella para extrapolar su propio pasado a un existencialismo tan filosófico como actual.
Él, un periodista y escritor que consiguió el mayor honor de su carrera en su juventud, vive alejado de cualquier realidad cotidiana. Su filosofía, sin embargo, plantea numerosas cuestiones. ¿Qué es realmente la gran belleza? ¿La vida? ¿La muerte? ¿El hedonismo exacerbado? ¿La amistad? Ninguna de esas preguntas es respondida en la película y se plantean de una manera directa, sin ambages. Somos testigos de la desnudez psicológica de todos los personajes. Todos nos identificamos en alguno de esos enmascarados seres humanos que pueblan los horrores de la nocturnidad. Quizás no en la forma, pero indudablemente en el fondo.
Paolo Sorrentino convierte el aparato humano en una experiencia altamente disfrutable. Dos horas y media de metraje que pasan como un suspiro, como si de nuestras propias vidas estuviéramos hablando. Y lo hace de manera exagerada, muy poco barroca. Hay pompa y circunstancia por todos sitios. Nadie parece ser quien dice.
Un sacerdote francés llamado Henri Lacordaire decía que “la verdad se esconde en la inteligencia pero la belleza penetra en el corazón.” Este es el espíritu de una película en la que vemos mucha gente culta, letrada, artistas, gentes de razón. Pero nadie busca realmente lo que su protagonista intenta vislumbrar. Todo es mentira, todo es fachada. La belleza es lo que penetra dentro de nosotros, no lo que vemos desde fuera.

2 comentarios:

  1. Buenas!! Desde Afilms querríamos enviaros un link privado de ENCONTRADOS EN NYC, película que estrenamos en el pasado SEFF'13, ¿dónde podríamos hacerlo?
    Un abrazo!

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    1. Buenas!! Me lo puedes enviar al siguiente correo electrónico: asanchezmarron@gmail.com

      Gracias!!

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