[Crítica] Matterhorn

El calvinismo se define como una forma de entender la religión obedeciendo única y exclusivamente a los designios de Dios y a su autoridad omnipotente y omnipresente. Cada acto de la vida está, o debería estar, condicionado a obedecer la soberanía divina. Matterhorn, dirigida por un primerizo Diederik Ebbinge, nos introduce en una férrea comunidad que nos hará plantear y cuestionar la presencia y actuación ante un elemento herético que rompa las normas establecidas. 
¿Qué juicios se emiten cuando, tras unas malas decisiones pasadas, llega la oportunidad de redimir los errores cometidos? ¿Es Dios o el hombre el único dueño de sí mismo? En el momento en que el protagonista decide embarcarse en un viaje de autodescubrimiento, asistido por la incómoda presencia de un huésped inesperado, la película dará un giro hacia la redención, antes culpabilidad manifiesta, de un hombre perdido en sí mismo sin rumbo determinado. 
Matterhorn es también un tratado efímero sobre la paternidad, sobre las obligaciones de un progenitor ante las decisiones de su hijo. La moralidad supuestamente corrompida de un hijo será puesta a prueba por su mismo padre en una búsqueda egocéntrica de un futuro equívoco y lejano. La película analiza de manera sorprendente, en un curiosísimo número final, la capacidad de perdonar, de violar todos los preceptos y dejar al espectador la decisión de tomar o no la indulgencia ofrecida entre estos dos personajes. 
Matterhorn aprovecha en demasía los paisajes que Holanda posee y de los que se han creado, a lo largo de la Historia del Arte, numerosos retratos preciosistas que recogen, imitan o captan la luminosidad y el contraste de colores. Es aquí precisamente donde se halla uno de los mayores aciertos de la película. La vida que transmite cada fotograma exterior frente al oscurantismo religioso de la comunidad donde se desarrolla la trama. Matterhorn es una pieza interesante, donde cada línea de guión nutre una riqueza de planteamiento y curiosidad extrema ante la dualidad, moral y pasado de cada hombre, mujer y niño que habita este paisaje. 

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