Crítica The Lovely Bones; Onírico relato del Más Allá

7/10

Partiendo de la saludable condición de mi desconocimiento profundo de la obra literaria que sirve como raíz a la película de Peter Jackson, Lovely Bones se ha abierto ante mí como una estimulante flor que se desnuda, pétalo a pétalo, de su naturaleza dual; la del descarnado relato de una familia rota por la muerte de su hija, y la del Más Allá de fantasía que se abre ante la víctima como un tentador camino a la eternidad que, sin embargo, no será completo hasta que su familia conozca la verdad de lo sucedido.

El hecho de no haber leído las páginas del best-seller de Alice Sebold, Desde mi cielo, no es algo circunstancial. Es un debate explotado hasta la extenuación la idoneidad de las adaptaciones cinematográficas a partir de obras literarias, con argumentos a favor y en contra de la misma aunque sin una idea clara del factor clave; ambos son medios diferentes con recursos y lenguajes dispares que difícilmente pueden llegar a simultanearse fotograma a fotograma. Así pues, sin valorar el seguimiento escrupuloso del libro en la pantalla, se percibe una cierta sensación a libertad contemplativa que nos lleva al disfrute de buen cine, pues, al fin y al cabo es lo que esperamos.

Y, efectivamente, se trata de buen cine. Peter Jackson no nos defrauda y ofrece al espectador una compleja historia en la que se mezclan, con enorme talento, una gran diversidad de géneros que matizan, ahondan o rebajan, según convenga, las fuertes emociones que le trama destapa y desarrolla a lo largo de la película. El asesinato de una joven vital y resplandeciente a manos de un retorcido asesino con apariencia de anodino vecino de al lado bien podría haberse convertido en un drama antológico sobre la lucha de unos padres desesperados por conocer la verdad, y esa sin duda es una de las vertientes que explota Lovely Bones, sin embargo Jackson va más allá y complementa la historia con fantasía, intriga e incluso humor (para ello aparece, aunque parezca realmente paradójico, Susan Sarandon). Todo ello engarzado con un montaje prodigioso y una dirección francamente insuperable. Lovely Bones puede parecer a algunos algo remilgada o sencillamente desvirtuada, no obstante, lo que no se le puede negar es la pasmosa habilidad de Peter Jackson para engarzar la fantasía con la realidad, combinando planos, voces y lugares de forma continua, como una larga secuencia de dos horas de duración sin cortes aparentes.

Jackson ya demostró en la saga de El Señor de los Anillos (curiosamente, y en referencia a lo que mencionábamos anteriormente, una de los mejores ejemplos de adaptación cinematográfica exitosa en la historia del cine) el genial equipo que formaba junto a su mujer, Fran Walsh, y Philippa Boyens, en sus tareas como guionistas, y en Lovely Bones repiten éxito. Más allá de algunas escenas innecesarias y excesivamente oníricas (las cuales no desvelaremos por respeto a nuestros lectores) que rompen con la dinámica de la trama, la película funciona bien, atrae nuestra atención, nos emociona y nos conduce hacia donde el autor quiere. Además, cuenta con un elenco de actores de calidad reconocida; Mark Wahlberg (aunque no sea de mis actores-fetiche) como padre de la joven víctima, la siempre deliciosa Rachel Weisz como la madre, Susan Sarandon en el papel de abuela alocada (y algo desubicada dentro de la película), Michael Imperioli (en un importante cambio de registro tras Los Soprano) o Stanley Tucci, quien encarna magistralmente al asesino ebanista, papel que le ha valido sendas nominaciones a Mejor Actor Secundario a los Globos de Oro y los Oscar. Mención aparte merece Saoirse Ronan, una joven actriz que ya despuntó en Expiación y que promete convertirse en estrella gracias a papeles como el que interpreta con gran maestría en Lovely Bones, mostrando su dominio tanto en las escenas más dramáticas como en las que expresa una mayor naturalidad y viveza.

Recomendamos, pues, Lovely Bones a todos los que quieran emocionarse con una historia honda y descarnada aunque filmada con la sensibilidad e inteligencia suficientes para no caer en la depresión más absoluta.

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