[Crítica] Rio 2

Pixar, estáis acabados. El trabajo realizado durante años por DreamWorks, BlueSky y la resurrección de Disney con títulos como Rompe Ralph o Frozen: El reino de hielo ha hecho que la factoría que dominó la animación durante casi dos décadas tenga un serio problema de creatividad manifiesto. La decisión de continuar con polémicas secuelas de clásicos como Cars o Buscando a Nemo no hacen más que generar desconfianza en un público cada vez más cercano a otros estudios con mejores datos de taquilla y mayor calidad en sus producciones.
Es el caso de BlueSky, la división de animación de 20th Century Fox, quien ha apostado por una secuela de Río para seguir inundándonos de espíritu festivo, tópicos brasileiros y un marcado sentido de la actualidad en una producción que se caracteriza por divertir tanto a niños como a adultos. Temas como la deforestación del Amazonas o la llegada inminente del Mundial de fútbol convierten a Río 2 en una película cargada de diversión, canciones y buen ánimo.
Un guión nada rebuscado, con el regreso de los personajes que hicieron que la primera entrega fuese un éxito, es la excusa para dejarse llevar por una cinta que transita también, de manera humorística, por las complicadas relaciones familiares con Blu como curioso protagonista. Regresa una banda sonora muy característica con trazos de la música popular brasileña, el marcado colorido que hizo definitoria a su predecesora y un homenaje a los programas talent-show que aparecen ahora en televisión y que tan de moda se encuentran: The Voice, The X Factor y sucedáneos.
En conclusión, Río 2 ofrece un grato momento de diversión, risas y ciertos movimientos cadenciosos en el asiento mientras esperamos la llegada de la siguiente pieza musical que nos haga mover, aunque sea sólo un poco, nuestro esqueleto de cinéfilo.

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