[Crítica] Non Stop (Sin escalas)

Non Stop es la película más inverosímil de la semana. Cuando creíamos que había otras propuestas que superaban con creces la capacidad del espectador para conferir veracidad a lo que estaba viendo, de repente aparece la nueva película de Jaume Collet-Serra para traspasar la delgada línea roja de la benevolencia. Non Stop, de nuevo, recurre al viejo elemento de hacernos sospechar de todo cuanto árabe se suba a un avión aunque sea para no hacer más que el loable gesto de dormir durante el viaje.
Liam Neeson vuelve a colaborar con el cineasta catalán tras Sin identidad, un protagonista al que se le suma Julianne Moore y la reciente ganadora del Oscar Lupita Nyong´o. El reparto no consigue convencer pese a lo equilibrado de su planteamiento. Son muchas ya las películas que transcurren en un avión y la sensación de angustia ya comienza a desvanecerse tras numerosos intentos por sorprender.
Un prólogo mal desarrollado presenta al melancólico Liam Neeson, convertido en los últimos años en un tipo duro del cine de acción. Su presencia en las dos entregas de Venganza le ha hecho merecedor de un status respetable dentro de un género que pide a gritos nuevas fórmulas con cada experimento que se estrena. En esta ocasión, y sintiéndolo mucho, Collet Serra no acierta como pudo haberlo hecho en Sin identidad con esta pretendida intriga sobre SMS, terrorismo y un avión en vuelo internacional.
En un intento por combinar Aeropuerto con Air Force One, Jaume Collet-Serra patina estrepitosamente. Un guión inconsistente, inverosímil como pocos, sostiene una película que ni sus propios protagonistas consiguen salvar de un naufragio anunciado. Non Stop no le hace ningún favor al género de acción ni a sus intérpretes, a los que deseamos una pronta mejoría y nuevos proyectos interesantes.

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