Crítica La Piel Que Habito; Mudando la epidermis

9,5/10
No me queda más duda que corroborar que estamos ante una de las mentes más lúcidas que ha dado el cine español en toda su historia. Cuando parece que el arte fílmico en nuestro país se reducía a los típicos clichés anclados en la Guerra Civil, las historias de barrio sin mayor trascendencia e incluso los tópicos alimentados por el público (y en ocasiones por los propios creadores), aparecen intentos muy acertados de intentar cambiar el rumbo.
Y en este cambio de orientación, situamos la nueva película de Pedro Almodóvar. Un director ególatra hasta niveles máximos que ha demostrado durante los últimos treinta años poseer un don especial para el séptimo arte y que, aunque anclado durante lustros, ha encontrado la horma de su zapato en una película distinta, alejado de los típicos melodramas a los que el manchego nos tiene acostumbrados en los que la homosexualidad o transexualidad eran la nota dominante. Cuando vemos una película del realizador y observa el comienzo, encuentra que tan solo aparecen cuatro palabras que se han convertido en todo un icono del cine español: “Un film de Almodóvar”. No hay nombres. Ni actores, ni técnicos. Sólo el apellido del manchego. Y esto es sólo una parte del amplio abanico de detalles que conforman el estilo de un realizador único e irrepetible.
Con La Piel Que Habito, Pedro demuestra que está en forma. Que conoce el oficio y sabe dirigir. Muestra de ello es la reconversión de Antonio Banderas en un terrorífico cirujano que debe vengar una serie de hechos que han golpeado su vida. Y para ello decide tomarse una de las venganzas más exquisitas que jamás hayamos podido ver en los más de cien años de Historia del Cine. Era impensable que aquel Banderas de Philadelphia o La Máscara del Zorro podría convertirse en este frío y calculador padre que pierde piezas ampliamente importantes de su vida. Antonio Banderas está imponente, irresistible, convirtiendo a su Robert Ledgard en lo mejor de la película en el terreno interpretativo demostrando porqué después de 80 películas, sigue siendo el referente hispano en Hollywood.
Almodóvar nos regala una de las mejores películas de su filmografía, e incluso me atrevería a decir que es considerablemente superior a Átame o Volver, sus dos obras de referencia. Una cinta de terror psicológico a la que ayuda la impresionante banda sonora de un Alberto Iglesias absolutamente inspirado. Combinando piezas orquestales con temas donde los tambores llevan al espectador al suspense más absoluto, elementos que rozan los límites de la psique consiguen que estemos ante una película muy distinta, donde encontramos la motivación de Almodóvar por regenerarse a sí mismo y mudar esa piel a la que hace referencia el título.
Con escenas sobrecogedoras, alejadas de cualquier convencionalismo o tópico previo sobre el director manchego, Banderas y su partenaire Elena Anaya ejecutan una partitura interpretativa casi perfecta. Pocas veces en el cine español dos interpretaciones habían resultado tan creíbles en una trama que recoge los mejores elementos de aquel cine de suspense frío francés o incluso, del primer Polanski, aquel que nos sobrecogió con El Cuchillo en el Agua o Repulsión.
Aunque Almodóvar quiera reinventar su propio cine hay algo que también sabe hacer y es introducir los elementos que le han hecho mundialmente reconocido con el único fin de no perder su identidad como director, algo que le honra como uno de los pocos realizadores de los que podemos presumir en España que poseen estilo propio. Una serie de detalles que el espectador tendrá que ir intercalando con magistrales secuencias donde la acción, la lucha, la muerte, la venganza o la ira se combinan con los sentimientos más oscuros del ser humano.
La Piel Que Habito puede parecer incluso una cinta de una crudeza considerable. Pero debemos pensar que todo lo que aparece en ella pertenece a nuestra condición de seres débiles, tentados por un mal con el que nacemos por naturaleza y que, en ocasiones, se manifiesta de las maneras más trágicas con el único objetivo de defender lo que consideramos como nuestro.
Si decide ir a ver La Piel Que Habito, debe alejarse de los tópicos con los que hemos sido criados con respecto al cine de Almodóvar y que se repiten continuamente a lo largo de una vida llena de películas. Libere la mente. Piense que está usted ante un ejercicio de estilo absolutamente irrepetible. Ya lo hizo Álex de la Iglesia el pasado año con Balada Triste de Trompeta con un éxito más que notable y ahora le toca el turno al manchego.
Créame. No lo lamentará jamás y gozará de una de las mejores películas de nuestro director más internacional.

1 comentario:

  1. Gracias a ti voy con muchas más ganas a ver la peli...sigue criticando!! :).

    Cristina.

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