Crítica Cowboys & Aliens; Sentimientos encontrados

4,5/10
La última vez que se juntaron Indiana Jones y James Bond salió una obra maestra del cine de aventuras: Indiana Jones y la Última Cruzada. Estamos en el año 1989 y sus protagonistas eran un Sean Connery pletórico y un Harrison Ford que venía de probar las mieles del éxito. Ahora, en 2011, otra reunión de estos dos héroes nos deja una sensación un tanto insípida acerca del resultado final de este estreno, Cowboys and Aliens, que trataremos de analizar fríamente.
Lejos queda comparar a aquel escocés con porte elegante y sobrio cuyo apellido sirvió para ensombrecer a todos los intérpretes que tuvieron la suerte y agallas de encarnar a Bond, James Bond. Connery fue el que sentó las bases y el encargado de dar vida al agente 007 en estos tiempos es el rudo Daniel Craig, que por su apariencia física, parece ser la antítesis de lo que Ian Fleming tenía pensado para su Bond.
No es que Craig actúe mal. Es que la película no está hecha para él. Cowboys and Aliens es un producto confuso, quizás el más indefinido del año. Una cinta que navega entre la ciencia ficción y el western. Éste que os escribe es muy poco dado a las mezclas extrañas. Y este cóctel entre La Guerra de los Mundos y Sin Perdón me parece un tanto retorcido.
A priori, su reparto resulta incluso interesante. Harrison Ford, Daniel Craig, Sam Rockwell, Olivia Wilde, Keith Carradine, visto en la segunda temporada de Dexter y Paul Dano, excelente actor joven que triunfó con Pequeña Miss Sunshine y Pozos de Ambición. Pero todos estos intérpretes se hallan perdidos en medio de un pozo sin fondo que parece no tener término.
Con un argumento absolutamente inverosímil, parece querer plantear en el espectador que en el Lejano Oeste aterrizaron los extraterrestres para aterrorizar a indios y vaqueros. Aunque parezca una completa tontería, lo cierto es que peores cosas se han visto en el cine durante los últimos años. Si atacan la Tierra en pleno siglo XXI, ¿por qué no lo iban a hacer dos centurias atrás? Suponemos que los aliens son una civilización avanzada y nos atacan cuando nos da la real gana.
Es por eso que tengo sentimientos encontrados con una película. Por una parte, mi instinto me dice que es una absoluta gilipollez. Sin embargo, y aunque los actores no me digan absolutamente nada y haya pasado dos horas de absoluta insulsez viendo esta sucesión de secuencias a cual más grotesca para ambos géneros cinematográficos, algo me dice que no debo ser cruel. El poder de innovar hace más que el placer de destrozar cualquier película.
Podemos intentar excusar a Jon Favreau, que se debió quedar en el backstage de Iron Man, excusándonos en que se trata de la adaptación de un cómic publicado en 2006 y que mezcla con mucha ironía los dos géneros más propensos al espectáculo. Favreau comienza la trama como si de una película de Sergio Leone se tratara pero termina convirtiéndose en un Roland Emmerich cualquiera.
¿Cuál es mi conclusión? Pues ciertamente no lo sé. No me ha gustado que Harrison Ford se venda ante cualquier guión que le ofrezca un suculento cheque. Tampoco me ha gustado que un poderoso Craig que tan duro luce en la saga Bond no tenga absolutamente nada que decir en esta cinta. Que por no decir, no dice ni su nombre. Tampoco me ha gustado que se desaproveche el talento de dos fantásticos intérpretes como Paul Dano y Sam Rockwell.
Sin embargo, tampoco creo que sea para tanto. Es cierto que el guión no resulta todo lo sólido que debería y que la banda sonora es demasiado insustancial para una película que podría haber ofrecido mucho más espectáculo del que da. Quizás ver a unos vaqueros liándose a mamporros con aliens en vez de con los tradicionales indios del Mississippi, bien vale una entrada de cine.
¿Entretenimiento? Puede. Pero tampoco es para tirar cohetes.

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