Crítica La Naranja Mecánica; Violencia, Ultraviolencia y Beethoven

9/10

Seguimos con nuestro particular homenaje a Stanley Kubrick en esta retrospectiva que hemos dividido en cuatro películas por mes, para poder abarcar las doce cintas que el director neoyorquino nos dejó en herencia. Si en febrero ya comentamos Eyes Wide Shut, La Chaqueta Metálica, El Resplandor y Barry Lyndon, en este mes de marzo tocaremos en profundidad La Naranja Mecánica, 2001: Una Odisea del Espacio, Teléfono Rojo: ¿Volamos hacia Moscú? y Lolita. Todas ellas películas polémicas, obras maestras e imperecederas en nuestras retinas.
Comenzamos esta retrospectiva de marzo hablando de La Naranja Mecánica, una de las películas más prohibidas de la Historia del Cine. De hecho, en el propio país del director y donde se rodó la película, estuvo prohibida durante 30 años. En Inglaterra nadie podía ver La Naranja Mecánica. Parecía que la sociedad británica no estaba acostumbrada a tanta realidad en el cine. Bien es cierto que se exageran algunos aspectos, pero normalmente suelen ser aspectos decorativos y formales.
Si comenzamos nuestro análisis debemos hacerlo por la novela en la cual se inspira la película. Anthony Burgess, gran autor de obras musicales así como de todo tipo de novelas, realizó La Naranja Mecánica en recuerdo de un suceso que le sucedió en 1944 cuando fue víctima de un robo y una violación a su mujer en la ciudad de Londres por parte de cuatro soldados del ejército norteamericano. Su esposa, embarazada, abortó como consecuencia de esta brutal agresión. Hay toda una serie de teorías que intentan descubrir el porqué del nombre de esta cinta, quizás uno de los más enigmáticos de toda la Historia de la Literatura así como del Cine. Sin embargo, hay quien se aventura a dar su propia opinión acerca del tema. Sin embargo, todos coinciden en lo mismo. Se trata de una paráfrasis psicológica acerca de la dulzura, el color y buen sabor de una fruta que puede ser condicionada ante cualquier circunstancia asimilándose a cualquier objeto mecánico, que actúa sin libre albedrío. Es una teoría un tanto complicada que el autor quiso explicar intentando decir que el nombre de su novela procedía del malayo, donde la palabra orang significa "persona". De ese modo, y haciendo un juego de palabras, el título real de la obra sería El Hombre Mecánico. Sin duda, es otra vuelta de tuerca a todo el cómputo de teorías que existen acerca del nombre de la novela.
De lo que nadie tiene duda es del poder que ejerció el libro en la sociedad de la época. Para empezar, la jerga que utiliza su protagonista, Álex, para introducirnos de lleno en su mundo. El autor inventó este "dialecto", por llamarlo de alguna forma, al que llamó nadsat. Burgess lo identificó con el idioma de los adolescentes combinado con palabras procedentes del ruso: drugos, pijotera, etc. La utilización de esta jerga dota a la novela y posteriormente a la película de un aire de atemporalidad, la cual no hubiera sido posible si se hubiera hecho con un guión inspirado en la época.
Cuando Stanley Kubrick hizo la película decidió recurrir a las técnicas que lo hicieron conocido en todo el mundo. La aceleración, ralentización del tiempo, la utilización de la cámara manual, la inserción en determinados momentos de la cinta de fragmentos de películas clásicas y la fantástica adaptación de piezas clásicas tanto del gran Ludwig Van Beethoven como de Edward Elgar o Rossini así como composiciones originales de Walter Carlos, compositor que se cambió de sexo durante el rodaje de la cinta pasando a ser Wendy Carlos y que aún hoy sigue premiándonos con auténticas bellezas musicales.
Las escenas de violencia extrema e incluso de sexo explícito hicieron que se coartase la proyección de la película en ciertos países todavía sometidos a los yugos de las dictaduras o que, simplemente, eran presa del catolicismo imperante en la Europa de los 70. Sin duda, el suceso más triste que se recuerda es la sucesión de una serie de crímenes horrendos acaecidos en el Reino Unido tras el estreno de la película. Los detenidos eran todos jóvenes que declararon que se habían visto influenciados por el conjunto de lo que habían ido a ver al cine. A partir de entonces, los medios apuntaron como principal culpable de lo sucedido a Stanley Kubrick, quien se vio tremendamente afectado debido a que descubrió que no todo el mundo había comprendido el mensaje que la película quería transmitir. Tras esto, Kubrick obligó a Warner Bros. a retirar la cinta de los cines de Inglaterra después de más de dos meses de exhibición. De esta forma, La Naranja Mecánica no pudo ser vista en los cines del Reino Unido hasta la muerte de Kubrick en 1999.
Una de las escenas más memorables de la película es aquella en la que nuestro protagonista tiene los ojos abiertos a la fuerza mediante un sistema de pinzas que le sujetan los párpados. A Álex se le administra una droga que le hace tener horribles pesadillas cuando "videa" imágenes en las que aparecen signos de violencia. Encima, si las imágenes están acompañadas de la Novena Sinfonía de Beethoven, el músico preferido de Álex, la cosa se pone interesante. Es lo que se llamó "Experimento Ludovico" y que nadie nunca se atrevió a poner en práctica en la vida real.
Si hay algo que destaca de la película, aparte de la técnica anteriormente mencionada, el tema, la música y las consecuencias es una persona. Un actor joven que vio como su carrera comenzó a caer en declive ya que, aunque la cinta le dio un reconocimiento inesperado con un sinfín de premios, tardó largo tiempo en deshacerse del papel que le dio la gloria. Para separar a Álex de Malcolm McDowell, el actor se llevó años y años haciendo papeles menores. Actualmente es un gran actor de televisión al que podemos ver en Stargate o Héroes.
Obligado visionado de La Naranja Mecánica a todas aquellas personas a las que les guste el buen cine. Pero cuidado con lo que se dice, que aunque vivimos en el siglo XXI, no sabemos todavía de lo que es capaz una persona. Y yo me hago una pregunta:
¿Usted es humano o.... mecánico?

1 comentario:

  1. Una de las obras maestras de finales de siglo. Tiene su público, no lo niego, pero cono dices, es visionado más que obligatorio para todo aquel enamorado del séptimo arte.

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