Death Proof: 7/10
Planet Terror: 4/10
No puedo evitar sentarme en una silla tranquilamente y no reírme ante lo que me dispongo a hacer. No me rio porque vaya a hacer algo malo sino porque se que mi compañero de fatigas en este blog estará con la mosca detrás de la oreja por atreverme a hacer una crítica sobre esta película dividida en dos partes que es Grindhouse. Querido Jesús Benabat, es mi venganza por tu Querido John. Espero que lo entiendas.
Después de esta amable dedicatoria, quiero comenzar esta poniéndome en la piel de dos directores que han ido de la mano durante toda su carrera y a los que se deben mutuamente sus éxitos, especialmente los primeros y más los del mexicano Robert Rodriguez. Quentin Tarantino no necesita presentación. Sus trabajos, auténticos manuales del cine actual, son referencia clara en todas las escuelas de cine, mesas redondas y círculos especializados. Y a todo el que nos guste el cine tendremos la obligación de ver, al menos dos veces en la vida, alguna de sus genialidades. Desde Reservoir Dogs hasta Malditos Bastardos pasando por Kill Bill o Pulp Fiction, sus obras son fantásticas muestras de una imaginación desbordante y un buen hacer que en el cine actual se agradece. Por el contrario, Rodríguez, un director que no me hace especial gracia, ha tenido altibajos en su carrera. Desde la fantástica Abierto hasta el Amanecer o Sin City pasando por las noñerías de Spy Kids y las estupideces de El Mexicano y Desperado, Robert Rodriguez ha realizado más películas irregulares que buenas, al contrario que su socio.
La primera de las películas que he visto de este díptico, Death Proof me ha resultado simplemente deliciosa. No siendo una fantástica película, ni tan siquiera osando a pasar a los anales de la Historia, el entretenimiento está asegurado durante la hora y media de duración. Con una historia tremendamente simple y unos diálogos perfectamente delimitados para sus personajes, todos ellos chicas de muy buen ver y con evidentes problemas con las drogas, el sexo y el alcohol además de la velocidad. Con un correcto Kurt Russell, que en toda la película tiene un rostro de incredulidad ante las diferentes situaciones que le acontecen. Desde ese baile de Vanessa Ferlito que ha conseguido pasar a mi videoteca personal al son de Down in Mexico de The Coasters, una banda de R&B que triunfó en los años 50, hasta la secuencia en la cual es perseguido sin descanso por una autopista por una banda de chicas que no le dejaran en paz hasta que acaben con él. Mención aparte merecen las féminas de la película. Vanessa Ferlito, Zoe Bell, Rosario Dawson, Sydney Poitier o Rose McGowan son algunas de las que aparecen en esta cinta realizada para ellas, para que se luzcan, algo que consiguen en demasía.
Sin embargo, de lo que todo el mundo habló cuando se estrenó la película fue de la secuencia de la persecución. Es una aventura cardiaca en la cual nos montamos en un coche con Tracie Thoms y Rosario Dawson. Zoe Bell quiere probar nuevas experiencias de velocidad y se sube al capó sujeta solo con dos cinturones atados a ambas puertas delanteras del vehículo. Hasta aquí todo parece ir normal. Pero es entonces cuando un asesino despiadado comienza a perseguirlas en una de las secuencias más espectaculares de los últimos años de la Historia del Cine. Con un final que hace justicia a la película, Death Proof es un agradable entretenimiento para una tarde lluviosa en la que usted quiera ver algo más que las películas nefastas de las cadenas de televisión. La dirección de Tarantino, las chicas, un duro del cine y la garantía de ver una más que decente película deben ser suficientes alicientes.
Por otro lado, Planet Terror, la segunda de las películas y la más irregular con diferencia. En toda pareja siempre hay un elemento que desentona. En esta ocasión y con un reparto no demasiado pésimo formado por Josh Brolin, Bruce Willis, Michael Biehn, Freddy Rodriguez (visto en A Dos Metros Bajo Tierra), Stacy Ferguson (la cantante de Black Eyed Peas), Naveen Andrews (Sayid en Perdidos) y Rose McGowan, Planet Terror es una película de zombies en el que se inoculan elementos de todas las películas de Rodriguez combinados con elementos fetiches de Tarantino, coautor del guión. Mientras Tarantino no muestra ni un solo desnudo ni más sangre de la necesaria, Robert Rodriguez se explaya en construir una completa carnicería que no aporta absolutamente nada al desarrollo de la trama. Rodríguez demuestra una vez más que se sigue rodeando de la gente con la que trabaja desde que empezó: Cheech Marin, Michael Parks y Tom Savini, totalmente reconocibles en otras obras del director. Planet Terror no resulta tan apetecible como su compañera y no me atrevo ni siquiera a recomendarla. Existen mejores películas sobre zombies con las que podremos pasar un rato más productivo.
Como acabar este repaso sin hacer un breve recordatorio acerca de la relación que existe entre el título original de la película, Grindhouse, y las salas donde en la época de los 50 y 60 se exhibían las películas de serie B que, por lo general, eran de terror. Un terror que en aquel tiempo tocaba las emociones de los espectadores y que tanta gracia nos hace ahora. Este es el homenaje que dos directores de renombre internacional le hacen a las películas de su infancia y que, sin duda ninguna, tanto les influenciaron a la hora de desempeñar su labor en la carrera cinematográfica. Esto, unido a la presentación que nos hacen ambos de las dos películas en las cuales vemos las típicas manchas visuales propias de las proyecciones en los cines combinadas con un montaje, en algunas ocasiones irreverente, y un par de trailers al principio de cada película dirigidos por Eli Roth, autor de la saga Hostel y colaborador habitual de Quentin Tarantino.
En resumen, yo recomiendo encarecidamente Death Proof y el coche "a prueba de muerte" de Kurt Russell. Disfrute de una película sobre chicas, coches y velocidad con una banda sonora excelente y deje de lado Planet Terror. Se ahorrará tiempo y dinero.
Hay muchas razones para alabar Death Proof, pero creo que las has dicho todas!!!
ResponderEliminarPELICULÓN!