Crítica Son of Babylon; Guerras sin sentido, muertes sin sentido

7,5/10
 
Ganadora del Giraldillo de Oro en la pasada edición del Festival de Cine de Sevilla debido a la amplia participación europea en el proyecto, Son of Babylon se ha convertido en un auténtico retrato de la situación que se vive en el Irak posterior a la dictadura de Saddam Hussein destinada a mentes preparadas para descubrir verdades muy turbadoras. Con el propósito de encontrar a su padre, un niño y su abuela se enfrentan a un viaje seco, árido y polvoriento por las carreteras de Irak. A lo largo de este viaje, donde podemos observar una magnífica evolución física y psicológica de sus personajes, ambos van a descubrir la triste realidad de su país, una nación devastada por la guerra donde los mismos pueblos autóctonos se enfrentan continuamente entre ellos y, por si fuera poco, con los soldados americanos, presentes en la zona desde el comienzo de la invasión.
Bagdad o Nasiriyah son las ciudades por las que esta abuela y su nieto irán descubriendo las maldades de una época que no parece corresponderles. Pobreza, miseria, guerra, tragedia, muerte son palabras que parecen conjugarse a la perfección en este veraz retrato de un país que parece perdido y sin rumbo tras la caída del dictador y la llegada del incierto gobierno provisional.
Con secuencias de una emotividad extrema, su director Mohamed Al Daradji ha dado en la tecla al transmitir a todo el mundo la realidad que sólo conocemos por centenares de medios de comunicación controlados por la otra parte del conflicto, unos Estados Unidos que no muestran al pueblo, sino a sus soldados luchando por esa “libertad duradera” que tanto proclaman. Ciudades humeantes por las que los protagonistas caminan con paso firme con la vista puesta en su objetivo. Esta road-movie quizás es una de las mejores muestras de este género que hemos visto en muchos años por su simpleza de planteamiento pero su complejidad a la hora de fotografíar una época histórica, una guerra, una sociedad y la devastación de la maldad humana así como las relaciones con este ambiente que perpetúan en la hora y media de metraje sus dos excelsos protagonistas.
La crudeza con la que el director asoma al espectador a la tristeza que supone llegar a tener que enfrentarse a búsqueda de seres queridos en fosas comunes, donde se echan a decenas de personas sin identificar y sin respetar su dignidad, es asombrosa. A pesar de lo sobrecogedor que resulta el hecho de reconocer lo duro que es sospechar que algún familiar yace perdido de la mano de Dios (o en este caso, Alá) contrasta con la pena de darse cuenta de que cada uno de los muertos encontrados en esas fosas tienen familiares detrás inmersos en la misma búsqueda, con los mismos traumas emocionales y pendientes de que se haga justicia, de alguna de las maneras posibles que el ser humano ha desarrollado a lo largo de su existencia.

1 comentario:

  1. Por esta razón los prejuicios ante películas creadas en países menos llamativos deben desaparecer, aprendí la lección con "Las tortugas también vuelan". Me apunté "Sons of Babylon" en cuanto leí de ella por primera vez y desde entonces no he dejado de leer críticas fantásticas. Ya la puedo ver en VOSE por alguna página pero probablemente espere para poder disfrutarla en algún cine de mi ciudad.

    Genial la crítica, ¡un saludo!

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