Mi compañero Jesús Benabat, inteligentemente, ha decidido recuperar para este blog todas aquellas películas que nos han llegado al alma, personalmente, de países con una cinematografía excelente pero poco publicitada. Es por eso que mi primera aportación a esta sección de Cine en la Otra Orilla es una cinta brasileña, quizás la que más me ha impactado de todas las que he visto procedentes del cine sudamericano.
Hablo de Ciudad de Dios, una película asfixiante dirigida por Fernando Meirelles (El Jardinero Fiel, A Ciegas). Con una forma de contarnos la historia de su protagonista, Buscapé, a lo largo de varias décadas en las que el pequeño va a evolucionar acompañado de las drogas, la violencia y la pobreza. Es una historia asfixiante, densa y tensa, narrada con un estilo "cámara en mano" que, personalmente, admiro y en un tono documental pseudobiográfico en el que observamos como Buscapé quiere ser fotógrafo, es el sueño de su vida. A medida que avanza el metraje comprobaremos si realmente llega a conseguir su objetivo en la vida, cuando a finales de los 60, con 11 años, quería convertirse en "captador de instantes" o si por el contrario sucumbe ante la complicada situación que vive su barrio, Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro.
Es una película dura y áspera pero que refleja la mala vida a la que los capos de la droga y los violentos pistoleros someten a toda la población. ¿Y por qué es una película necesaria? Porque ocurre día a día en todos los lugares del mundo. Es una denuncia en toda regla a la par que un retrato fiel de cientos de lugares del planeta todos los días del año. Gente joven que ve como su vida se termina gracias a la droga o a los disparos de mafiosos cabreados porque no han recibido su asignación mensual. Madres sin trabajo sosteniendo hogares destrozados. Niños pequeños jugando a la pelota en las calles de las ciudades mientras son víctimas de la caída de edificios destrozados por los balazos de los ajustes de cuentas que todas las noches se suceden en esas mismas calles.
No hay infancia, no hay juventud. No hay madurez. Todo ello está lejos de esa tierra. Los que tienen suerte, emigran a México o a Estados Unidos. Y los que tienen fuerza de voluntad, ganas y dinero, vienen a Europa a escapar de un futuro muy irregular.
Ciudad de Dios es una película que trata, bajo la piel de Buscapé, todo esto que hemos comentado. La imposibilidad de la población de enfrentarse a tanto peligro. No podrá salir de casa sin ser asediado por los capos de la droga, para que trabajen para él. Las autoridades no existen y la única ley es la de la violencia.
Es una cinta ampliamente reconocida incluso entre los últimamente degenerativos certámenes de premios. Consiguió 4 nominaciones a los Oscar (director, guión, fotografía y montaje), nominada al Globo de Oro a la mejor película extranjera, un premio que consiguió tanto en el respetado Círculo de Críticos de Nueva York como en el Festival de Toronto.
Visionado recomendado, aunque nada agradable, de una de las películas más necesarias que nos han llegado desde Brasil, un país que siempre aporta grandes metrajes a la cinematografía mundial y que tendremos tiempo de tratar en esta nueva sección que abrimos en este mes de septiembre: Cine en la Otra Orilla.
Disfrutadla.
Excelente elección la una de las películas más representativas y exitosas del continente. Meirelles consiguió traspasar fronteras (algo, sin duda, nada fácil para el cine brasileño) gracias a un estilo visual original e impactante y a una historia que muchos asemejaron a la saga El padrino.
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