[Crítica] Donald Rumsfeld, certezas desconocidas

Ganador del Oscar al Mejor Documental por Rumores de guerra, Errol Morris analiza de manera fría y muy calculada la figura del exsecretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, en The Unknown Known. Interesa poco, o casi nada, lo que este político de amplia trayectoria pueda intentar contar en un documental que se expone como su testamento político y audiovisual, sus memorias narradas a un veterano cineasta con el fin de dejar constancia de sus opiniones en torno a sucesos como el intento de asesinato a Gerald Ford, sus años de congresista o su intervención en las decisiones que llevaron a Estados Unidos a la Guerra de Irak.
The Unknown Known es un documental aséptico, frío, parece que realizado con la connivencia del propio entrevistado quien, con su sonrisa malévola, parece querer dar por zanjada cualquier cuestión que le plantee su interlocutor. Rumsfeld responde con paradójicas respuestas que se tornan contradictorias, con sonrisas esquivas y con silencios incómodos que nos hacen continuar con el sendero de opiniones que tenemos del equipo con el que el presidente George W. Bush emprendió su mandato de ocho años al frente del país más poderoso de la Tierra.
Donald Rumsfeld tiene respuesta para todo. Desde la justificación del ataque e invasión de Irak y la relación que, presuntamente, existía entre Saddam Hussein y la cabeza de Al-Qaeda hasta las sorprendentes revelaciones de cómo pidió matrimonio a su esposa casi sin quererlo. Todo ello mezclado con imágenes históricas, quizás lo más interesante de la película por su componente memorial a la hora de recordar turbios escenarios de la política norteamericana donde Rumsfeld estuvo presente desde que comenzó su carrera bajo el brazo de Richard Nixon.
The Unknown Known no nos descubre nada nuevo sobre la política de George W. Bush ni tampoco sobre las decisiones que se tomaron en un día tan cruento como el 11 de septiembre de 2001. En su lugar, nos encontramos en una sala oscura, sentados delante de alguien que podía haber dado respuesta a numerosos interrogantes históricos pero que prefiere mantenerse al margen, autorizado por su entrevistador, de una realidad de la que parece haberse zafado al dejar el mapa político. Errol Morris desaprovecha la oportunidad de poner a un peso pesado de Bush Jr. contra las cuerdas y se vuelve un ser condescendiente con las respuestas, siempre dudosas, de quien fue el máximo responsable de la Defensa norteamericana durante casi una década.

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