[Crítica] Por un puñado de besos

Es preocupante que, desde la gran pantalla, se lancen mensajes un tanto controvertidos sobre las complejas situaciones del enamoramiento entre jóvenes. Por un puñado de besos, la última película de David Menkes, posee algunas frases que suenan bastante mal. Por poner un ejemplo, “hasta que no te acuestes con un chico no sabes si te gusta”. No se entrará a valorar la validez o no de esta afirmación, la cual y personalmente encuentro casi ofensiava, sino el conjunto general de una película que quiere pero que no puede. 
El amor como punto de partida de un renacimiento, de la búsqueda de una nueva vida cuando la enfermedad ataca, sobre todo un mal como el SIDA, y parece arruinar todo cuanto se encuentra alrededor de la persona que lo padece. Ana de Armas y Martín Rivas, con dos interpretaciones bastante normales dentro de lo que podía haber sido, se embarcan en un viaje por la gestación del amor entre dos personas en su fase de enamoramiento. 
David Menkes, aunque no termina de dirigir con certeza cada paso que da, compone una película en la que sobran tantos elementos inusuales e inverosímiles que se va convirtiendo en una propuesta acartonada. Los personajes están desnaturalizados, no consiguen transmitir todos los sentimientos que podrían exigírsele a una trama de estas características. En la mayor parte de los minutos, los actores actúan de una forma tan teatral y despersonalizada que desvirtúan el escaso interés que puede tener el guión. 
Hay un montaje basado en varios conceptos procedentes del videoclip o del formato más televisivo, por ejemplo, la superposición o la división de un mismo plano para ofrecer dos puntos de v
ista distintos del mismo acontecimiento. Ni completa ni distrae, simplemente es un recurso que perfectamente va orientado a apartarse de una línea autoral preconcebida e intentar buscar una narración más cercana, cayendo en la indiferencia.
Por un puñado de besos es una oportunidad perdida para demostrar que, dentro de ese “cine para la juventud”, se pueden crear conceptos serios que reflejen las que deberían ser las preocupaciones de esas edades más que un adoctrinamiento barato que hace más daño del que nos creemos. Hay que ir con cuidado y precaución para no caer en la peor de las comparaciones. Es cierto que hay que apoyar al cine español, pero no a cualquier precio. 

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