Crítica La Cena de los Idiotas; Crueldad Intolerable

9/10

A la vista está el estreno de la revisión norteamericana de una de las mejores películas europeas de la pasada década. Es triste saber que ninguno de los actores ni el guión así como la dirección del bueno de Jay Roach, autor de las fantásticas comedias Los Padres de Él y Los Padres de Ella, van a estar a la altura de la gran comedia que supuso La Cena de los Idiotas.
Posiblemente la planteo como una de las películas más crueles que yo he visto en mi vida. Para colmo, se trata de una comedia. Pero esto es un arma de doble filo. Es inevitable reírse de las patochadas de François Pignon, interpretado por el tristemente fallecido Jacques Villeret, o de los intentos del personaje de Thierry Lhermitte por librarse de su incómodo compañero del que acabamos riéndonos al final sintiendo mucha más lástima por él que por el pobre Pignon. La historia es toda una crítica feroz a la hipocresía y la falsedad del ser humano. De cómo ponemos una cara delante de una persona y por detrás la vamos criticando como vulgares hienas, soltando las mismas carcajadas que esos indeseables animales.
La trama gira en torno a Pierre Brochant, un alto ejecutivo de una gran empresa, que un día decide organizar una serie de cenas en las que se invitan a auténticas calamidades con el simple fin de reírse de ellos descaradamente. Para la cena de esta semana invitan a François Pignon, un hombre menudo al que Brochant (genialmente interpretado por Lhermitte) conoce en el TGV. Es un personaje peculiar puesto que se dedica a la contabilidad y en su tiempo libre construye maquetas con cerillas. Durante todo el viaje obsequia a Brochant con fotos de sus maquetas. Este pobre hombre será la próxima víctima de una serie de pijos snobs con demasiado tiempo para jugar al golf y hacer vida social con gente similar y con muy poca clase.
Pero la historia terminará siendo totalmente la contraria. El burlado tendrá su venganza de la manera más ingeniosa que a su director, Francis Veber, se le podía ocurrir. Un dolor de espalda cambiará la relación entre estos dos personajes para el resto de la noche y de sus vidas. Ambos aprenderán una valiosa lección. Brochant aprenderá que reírse del prójimo no es saludable sobre todo si el que te ayuda en tus momentos de debilidad resulta ser el mismo al que estás humillando. Pignon aprenderá a no fiarse absolutamente de nadie por muy simpático que parezca y tanta atención ponga a su, por otro lado, loable hobby.
Quizás La Cena de los Idiotas sufra la devaluación del tiempo fruto de un final que no está a la altura del resto de metraje. Y es que desde los títulos de crédito, donde una pegadiza melodía nos va acompañando mientras conocemos al reparto y a los técnicos, la cinta resulta de lo más apetecible y fresca dentro del variado cine francés. Una cinematografía, la gala, que cada año nos regala las mejores obras del cine europeo. Con actores internacionales como Juliette Binoche, Gerard Depardieu, Isabelle Huppert, Jean Reno o la reciente estrella Melanie Laurent, una de las actrices galas con más proyección del panorama internacional.
La Cena de los Idiotas no dejó indiferente a nadie. El público se la tomó como un mero entretenimiento que cumplía notablemente las expectativas y la crítica la ensalzó en el apartado de guión e interpretaciones. Y es que todos debemos ver esta película para aprender cómo no debemos ir por la vida ni tratar a las personas. Se demuestra que nadie es inferior a nadie. Sólo hay diferentes capacidades que cada uno desarrolla mejor o peor.
Esa es la riqueza del ser humano.

1 comentario:

  1. Precisamente antes de ayer, hablaba de lo maravillosa que es esta película. Junto a Bienvenidos al Norte, es de lo mejorcito en comedias francesas que nunca haya visto.

    Increible y sobre todo, muy recomendable para todo tipo de público.

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