La 68 edición de los Globos de Oro, celebrada el pasado domingo 16 de Enero bajo la conducción del cómico británico Ricky Gervais, viene a certificar la irrupción de una nueva serie en el selecto grupo de joyas del panorama televisivo actual. Boardwalk Empire, estrenada el pasado mes de septiembre en Estados Unidos con el patronazgo de Martin Scorsese y la dirección de los responsables de Los Soprano, Terence Winter y Tim Van Patten, se ha erigido como la gran vencedora de una noche de premios sin grandes sorpresas aunque con la certera sensación de que la calidad y la creatividad se dan hoy día cita en el medio televisivo.
Sólo así podríamos entender la ingente inversión (económica y profesional) depositada en una serie como Boardwalk Empire, deudora del más puro estilo Scorsese, a la que se han sumado actores tan emblemáticos y consolidados como Steve Buscemi, ganador del Globo de Oro al Mejor Actor de Drama, y al fín con un rol estelar en la ficción.
Y es que la serie, más allá de la minuciosa recreación de una época tan oscura como controvertida que coincide con el periodo de aplicación de la Ley Seca en Estados Unidos (aquí en Atlantic City), recupera en cierto modo los patrones olvidados del cine clásico, ese género de gángsters sin escrúpulos, dobles morales y víctimas colaterales insertos en un escenario cerrado de miserias y traiciones. Y además lo hace con el formato de una serie televisiva idóneo para la profundización emocional de los personajes y el desarrollo pausado de los acontecimientos. El resultado no podía haber sido mejor, además de su calurosa aceptación entre el público, ahora la crítica le concede el Globo de Oro a la mejor serie dramática por encima de apuestas tan excepcionales como Mad Men, Dexter o The Walking Dead.
No obstante, la gala de los Globos de Oro en su apartado televisivo proveyó de muchos más titulares de importante, la mayoría relacionados con el éxito apabullante de la comedia musical Glee, el producto televisivo que más galardones cosechó en la noche del domingo. La serie de adolescentes concebida por Ryan Murphy consiguió revalidar el premio a la mejor serie de comedia, ya alcanzado el año anterior, venciendo a pesos pesados de la parrilla estadounidense como The Big Bang Theory, Modern Family o Rockefeller Plaza. Además, sus actores secundarios Chris Colfer y Jane Lynch también fueron galardonados, haciendo de Glee ua de las series más premiadas de los últimos tiempos con tan solo dos temporadas de andadura.
En el resto de categorías interpretativas, cabría destacar el premio concedido a Katey Sagal por su papel en la serie de moteros Sons of Anarchy, por delante de la favorita Julianne Margulies (The Good Wife); o el merecido reconocimiento a la maravillosa actirz Laura Linney por su interpretación en The Big C, la cáustica ficción de Showtime creada por Bill Condon. En el apartado masculino fue de nuevo Jim Parsons el vencedor de la noche, corroborando su estratosférica carrera iniciada en The Big Bang Theory, por la que ya recibió el máximo galardón en la pasada edición de los Emmys.
Para finalizar, debemos apuntar la sorpresiva victoria de la miniserie francesa Carlos, de Olivier Assayas, que supera de este modo las expectativas depositadas en The Pacific, Los Pilares de la Tierra o No Conoces a Jack. Precisamente por su interpretación en esta última, Al Pacino regresa a una gala de premios por la puerta grande, acompañando en la terna de vencedores a Claire Danes, quien da vida a Temple Grandin en la teleserie homónima.
Con la entrega de los Globos de Oro, la temporada de galardones televisivos se cierra por el momento. Ahora sólo queda esperar con entusiasmo las nuevas propuestas televisivas que comienzan a llegar paulatinamente en este comienzo del año 2011.
Sólo así podríamos entender la ingente inversión (económica y profesional) depositada en una serie como Boardwalk Empire, deudora del más puro estilo Scorsese, a la que se han sumado actores tan emblemáticos y consolidados como Steve Buscemi, ganador del Globo de Oro al Mejor Actor de Drama, y al fín con un rol estelar en la ficción.
Y es que la serie, más allá de la minuciosa recreación de una época tan oscura como controvertida que coincide con el periodo de aplicación de la Ley Seca en Estados Unidos (aquí en Atlantic City), recupera en cierto modo los patrones olvidados del cine clásico, ese género de gángsters sin escrúpulos, dobles morales y víctimas colaterales insertos en un escenario cerrado de miserias y traiciones. Y además lo hace con el formato de una serie televisiva idóneo para la profundización emocional de los personajes y el desarrollo pausado de los acontecimientos. El resultado no podía haber sido mejor, además de su calurosa aceptación entre el público, ahora la crítica le concede el Globo de Oro a la mejor serie dramática por encima de apuestas tan excepcionales como Mad Men, Dexter o The Walking Dead.
No obstante, la gala de los Globos de Oro en su apartado televisivo proveyó de muchos más titulares de importante, la mayoría relacionados con el éxito apabullante de la comedia musical Glee, el producto televisivo que más galardones cosechó en la noche del domingo. La serie de adolescentes concebida por Ryan Murphy consiguió revalidar el premio a la mejor serie de comedia, ya alcanzado el año anterior, venciendo a pesos pesados de la parrilla estadounidense como The Big Bang Theory, Modern Family o Rockefeller Plaza. Además, sus actores secundarios Chris Colfer y Jane Lynch también fueron galardonados, haciendo de Glee ua de las series más premiadas de los últimos tiempos con tan solo dos temporadas de andadura.
En el resto de categorías interpretativas, cabría destacar el premio concedido a Katey Sagal por su papel en la serie de moteros Sons of Anarchy, por delante de la favorita Julianne Margulies (The Good Wife); o el merecido reconocimiento a la maravillosa actirz Laura Linney por su interpretación en The Big C, la cáustica ficción de Showtime creada por Bill Condon. En el apartado masculino fue de nuevo Jim Parsons el vencedor de la noche, corroborando su estratosférica carrera iniciada en The Big Bang Theory, por la que ya recibió el máximo galardón en la pasada edición de los Emmys.
Para finalizar, debemos apuntar la sorpresiva victoria de la miniserie francesa Carlos, de Olivier Assayas, que supera de este modo las expectativas depositadas en The Pacific, Los Pilares de la Tierra o No Conoces a Jack. Precisamente por su interpretación en esta última, Al Pacino regresa a una gala de premios por la puerta grande, acompañando en la terna de vencedores a Claire Danes, quien da vida a Temple Grandin en la teleserie homónima.
Con la entrega de los Globos de Oro, la temporada de galardones televisivos se cierra por el momento. Ahora sólo queda esperar con entusiasmo las nuevas propuestas televisivas que comienzan a llegar paulatinamente en este comienzo del año 2011.
Tiene buena pinta la serie joer! A ver si llega a la altura de Los Soprano o de Dexter. Un saludo y buena entrada, Jesús.
ResponderEliminarNo imaginaba que Carlos se hiciese con el premio a la mejor mini-serie, confiaba demasiado en The Pacific y me dejó helada. De todas formas la mayoría de los premios me llamaron la atención, tengo muchas ganas de ver Boardwalk Empire, fijo que es estupenda. Lo mejor para mí (en series): La victoria de Jim Parsons.
ResponderEliminar¡Buen artículo! Cuídate
Desde aqui, tanto Jesús como yo, te recomendamos encarecidamente que no te demores más en ver "Boardwalk Empire".
ResponderEliminarTe aseguramos que no lo lamentarás.
Creo que hay categorías en las que siempre hay muchísima competencia porque son donde los productores y todos se esfuerzan más por hacer series complejas y buenas. Boardwalk Empire es una serie de mafiosos que tiene muy buena trama, una historia muy entretenida y una producción impresionante y conforme ha avanzado la serie se ha vuelto más intrincada y los personajes más creíbles, así que no me sorprende que siga cosechando premios.
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