4/10
Una de las características primordiales del thriller norteamericano es su audaz invitación al espectador a que halle verosimilitud en un trama sustentada en la espectacularidad de unos hechos poco creibles. Es cierto que, en ocasiones, el buen oficio del realizador o el guionista camufla la total falta de principios veraces con una maquinaria argumental artificiosa aunque elaborada, y en otras, es el propio espectador quien claudica en sus mínimas exigencias de autenticidad en favor del mero entretenimiento. Es una verdadera lástima que Los Próximos Tres Días no se inscriba en ninguna de las dos anteriores modalidades y quede en una suerte de limbo cinematográfico donde todo parece ser excesivo, barroco y definitivamente inconcebible.
La sombra de sospecha sobre la honestidad de su director, el laureado Paul Haggis, no ayuda demasiado, por otra parte, a la hora de analizar su última película. Lanzado a la fama por su labor como guionista en la oscarizada Million Dollar Baby de Clint Eastwood, Haggis se lanzó a la dirección con Crash (con la que cosechó el Oscar al Mejor Guión y Película), un efectista compendio de cuadros hiperrealistas en torno a los prejuicios raciales que ocultaba bajo la dureza de su tono y la espectacularidad de la acción un vacuo mensaje con ínfulas de discurso moral. En su siguiente película, En el valle de Elah, alcanzó ciertas cotas de credibilidad con una rotunda historia sobre los efectos de la guerra de Irak en los familiares de los soldados desaparecidos con un Tommy Lee Jones estelar, aunque, en el fondo, volviera a pecar de cierta tibieza a la hora de internarse en los farragosos terrenos de la política presidencial. Ahora Haggis regresa con un remake de una cinta francesa del 2007, Pour Elle, que muestra la peligrosa dinámica de anquilosamiento creativo que vive Hollywood basada en la adaptación cuasi idéntica de propuestas europeas al mercado norteamericano, algo en lo que incidirá Haggis en su próxima película, Celda 211, remake de la exitosa cinta española de Daniel Monzón.
La sombra de sospecha sobre la honestidad de su director, el laureado Paul Haggis, no ayuda demasiado, por otra parte, a la hora de analizar su última película. Lanzado a la fama por su labor como guionista en la oscarizada Million Dollar Baby de Clint Eastwood, Haggis se lanzó a la dirección con Crash (con la que cosechó el Oscar al Mejor Guión y Película), un efectista compendio de cuadros hiperrealistas en torno a los prejuicios raciales que ocultaba bajo la dureza de su tono y la espectacularidad de la acción un vacuo mensaje con ínfulas de discurso moral. En su siguiente película, En el valle de Elah, alcanzó ciertas cotas de credibilidad con una rotunda historia sobre los efectos de la guerra de Irak en los familiares de los soldados desaparecidos con un Tommy Lee Jones estelar, aunque, en el fondo, volviera a pecar de cierta tibieza a la hora de internarse en los farragosos terrenos de la política presidencial. Ahora Haggis regresa con un remake de una cinta francesa del 2007, Pour Elle, que muestra la peligrosa dinámica de anquilosamiento creativo que vive Hollywood basada en la adaptación cuasi idéntica de propuestas europeas al mercado norteamericano, algo en lo que incidirá Haggis en su próxima película, Celda 211, remake de la exitosa cinta española de Daniel Monzón.
Los Próximos Tres Días parte de una interesante premisa para un thriller de acción basada en el inesperado arresto de una mujer (interpretada por Elizabeth Banks) con marido e hijo por el supuesto asesinato de su jefa, hecho que no se corrobora ni desmiente hasta el mismo desenlace de la película con el objeto de añadir cierto suspense a los desesperados intentos del marido por sacar a su mujer de la cárcel. Y es que, cómo justificar el minucioso plan de John Brennan, el cual incluía un extenso repertorio de actividades ilícitas de suma gravedad (como el asesinato), cuando una manifiesta sombra de duda se cierne sobre los actos de su esposa, declarada culpable por todos los tribunales a tenor de las pruebas recogidas. Finalmente, la dicotomía moral, que por otro lado nunca amenaza la férrea disposición del protagonista, se resuelve de forma apresurada, previsible y vulgar con la introducción de un flashback explicativo que aúna la simpatía del público en torno al improbable héroe.
La sensación general suscitada es que Los Próximos Tres Días camina lindando con los peligrosos terrenos del telefilm de sobremesa cuando apuesta por abordar el complejo universo emocional de sus personajes, con una narración torpe y convencional que desaprovecha los alicientes del material original. Tan sólo en la recreación de algunas escenas de acción y parte de la ardua planificación de Brennan la película consigue salir a flote, manteniendo la atención del público con un ritmo sostenido y el buen hacer de Russel Crowe, quien carga sobre sus espaldas con todo el peso de la trama. Desgraciadamente, en el tramo final todo adquiere un cariz demasiado inverosímil que alimenta las dudas del público sobre la credibilidad de una película tan aparatosa como vacía.
Haggis lo ha vuelto hacer. Ha antepuesto el espectáculo a la honestidad de forma tan flagrante que su falta de principios queda de nuevo al descubierto. Y eso no se le puede perdonar. Los Próximos Tres Días entretiene a ratos como thriller de interesante planteamiento y momentos de acción verdaderamente intrigantes, pero deja ese amargo poso de desconfianza propio de los productos envasados en largas cadenas de producción. Podríamos habernos dejado embaucar, sin embargo, el balance general nos invita a lo contrario. La necesidad de perfeccionar las técnicas de un género tan manido como el thriller se hace, de esta manera, imperiosa si se desea la adhesión de un público experimientado en trampas argumentales y giros efectistas.
Haggis lo ha vuelto hacer. Ha antepuesto el espectáculo a la honestidad de forma tan flagrante que su falta de principios queda de nuevo al descubierto. Y eso no se le puede perdonar. Los Próximos Tres Días entretiene a ratos como thriller de interesante planteamiento y momentos de acción verdaderamente intrigantes, pero deja ese amargo poso de desconfianza propio de los productos envasados en largas cadenas de producción. Podríamos habernos dejado embaucar, sin embargo, el balance general nos invita a lo contrario. La necesidad de perfeccionar las técnicas de un género tan manido como el thriller se hace, de esta manera, imperiosa si se desea la adhesión de un público experimientado en trampas argumentales y giros efectistas.
Una película banal... He leído que su característica principal es su inverosimilud, eso no promete. De todas formas con tal de ver a Russell Crowe con gafas de aviador soy capaz de ir cada viernes al cine. Bueno espera, me he pasado, mejor no.
ResponderEliminarEl martes iré a verla.
Gran crítica ;D.