6/10
Viendo la última obra del director británico Michael Winterbottom nos queda claro que el talento interpretativo de la familia Affleck tuvo el honor de ser adquirido y mimetizado por el menor de los hermanos: Casey. Su portentoso rol en El Demonio Bajo la Piel es una muestra más del buen hacer de este chico que comenzó a hacerse conocido a raíz de sus apariciones en la trilogía de Ocean´s junto a Scott Caan, su compañero de fechorías. Clooney, Pitt, Roberts y García le ayudaron a dar el salto de calidad. Pero sobre todo uno de ellos, Brad Pitt, con el cual trabajó en El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford donde brindaba un papel exquisito.
Al igual que en sus anteriores apariciones cinematográficas, Casey Affleck se está convirtiendo en un valor seguro a la hora de referirnos a él como intérprete. Sin duda es lo más destacado de El Demonio Bajo la Piel, una nueva cinta de uno de los directores más prolíficos que recuerda el mundo del cine: Michael Winterbottom. Con continuos bailes de géneros, algunos de ellos realmente destacables como la ciencia ficción (Código 46), el drama de época, el romance (Génova) o incluso una película erótica como Nine Songs de la cual me reservo mi opinión.
Con un comienzo un tanto precipitado e incluso desconcertante, Winterbottom nos presenta una historia adaptada del gran novelista y guionista Jim Thompson en la cual un joven sheriff irá sufriendo delirios que le harán recordar trágicos acontecimientos del pasado llevándolo a una espiral de locura que le hará cometer atrocidades de una magnitud impensable.
Una de esas atrocidades es la que tenemos ocasión de contemplar, un nuevo caso de maltrato a la mujer y machismo, cuando a la media hora de metraje somos testigos de una secuencia de una violencia deplorable y realmente inexcusable. Winterbottom se recrea haciéndonos ser testigos del acto más cruel que puede cometer un hombre hacia una mujer. Y ese es quizá uno de los aspectos más negativos de la película. No se puede sostener la atención del espectador en una sola escena morbosa hasta la extenuación aunque rápidamente la dejamos en un segundo plano para quedar atrapados por cada acto y palabra que pronuncia el sheriff protagonista.
El Demonio Bajo la Piel posee grandes escenas suspendidas en el fino hilo argumental que el mismo director ha escrito. Sus diálogos son apasionados pero se quedan algo lejanos a la hora de poder relacionar unas secuencias con otras. También hay defectos evidentes de montaje con escenas que, quizás, no deberían estar ahí. Sin embargo, son escasos y no distraen la atención hacia una trama que poco a poco se va antojando a esas viejas cintas de film noir.
El crimen, la intriga y el romance son las principales notas dominantes de una película floja que podría haber sacado más de la novela de Thompson. Pretendía ser un thriller pero se queda en un simple drama que tiene a su principal valedor en la persona de Affleck, el cual lleva todo el peso de una trama que le viene como anillo al dedo para mostrar de lo que es capaz.
Y es que esta película es todo un homenaje del realizador británico al cine negro de los años 30 y 40, donde un policía investigaba incansablemente toda una serie de sucesos hasta dar con la más verídica de las soluciones. Había algo identificativo llamado femme fatale, esa mujer que lleva al protagonista a dudar de su propia integridad. Aquellas mujeres fueron siempre actrices de una factura impecable: Joan Crawford, Gene Tierney o Gloria Grahame. En El Demonio Bajo la Piel las encargadas de acompañar a Casey Affleck en su descenso a la locura son las dudosas Kate Hudson y Jessica Alba. La primera de ellas aporta una interpretación sentida pero sin apenas fuerza quedándose en un plano muy secundario en todas las secuencias en las que aparece con nuestro protagonista. Por otro lado, la efímera Jessica Alba, la cual aporta su ya manifiesta sensualidad en una interpretación pobre y basada en el erotismo más que en otro atributo y la cual le ha reportado una nominación a los premios Razzie como Peor Actriz de Reparto. También realmente reseñables se convierten las apariciones tanto del siempre correcto Elias Koteas como del olvidado Bill Pullman, rescatado en esta película con un papel breve pero intenso.
Se echa de menos en este interesante repaso al cine negro una banda sonora de mayor altura. No hay demasiada música en una película que se desarrolla en los musicales años 50, donde el rock & roll o las baladas de jazz estaban más que presentes en la vida cotidiana de la época. Alguna transición con algún tema consagrado de este género hubiese complementado la película de manera perfecta. Sin embargo, las pocas notas que suenan, creadas de la mente de Marcel Zyskind, resultan intrigantes a tono con la magnitud del metraje.
En resumen, El Demonio Bajo la Piel es una película apta para aquellos que no hayan puesto sus expectativas en ella. Una tarde de cine con Winterbottom siempre es agradecida y si somos testigos de la consagración "silenciosa" de Casey Affleck como un buen actor, merecerá la pena haberla visto.
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