Dulce Cine de Juventud; Gremlins. Consejos para que tu adorable peluche no se convierta en un diabólico monstruito

 Eran pocas y, además, meridianamente claras: no le des de comer después de medianoche, no lo mojes y evita que le dé la luz del sol. Sin embargo, el bueno de Billy desoyó más de una de estas pertinentes recomendaciones para conservar a su entrañable Mogwai y lo pagó bien caro. Concretamente con el dantesco espectáculo al que tuvo que asistir sus atónitos ojos cuando los Mogwai comenzaron a reproducirse hasta componer una temible cuadrilla, algo más agresiva que el candoroso Gizmo, liderada por un astuto bicho llamado Stripe, fácilmente reconocible por su mechón de pelo blanco al más puro estilo punk ochentero. Y como el apetito de estos nuevos compañeros era insaciable, su sagacidad para confundir al atolondrado adolescente encargado de su custodia fue tal que, tras quebrar otra de las normas imprescindibles para que la situación no se fuese de las manos, las encantadores criaturas de suave pelo blanco y apariencia inofensiva devinieron en auténticos monstruos de aspecto feroz con un particular sentido del humor para arrumbar con todo lo que encontraban a su paso.
Toda una trama, en fin,  de circunstancias absurdas e hilarantes que hace que hoy día, ya inmersos en el siglo por antonomasia de los efectos visuales, continuemos alabando el portentoso ingenio del siempre estimulante Joe Dante, todo un maestro del género, así como de su extenso equipo de producción (especialmente el encargado del diseño de las criaturas), al componer una de esas películas de culto que marcaron a una generación de jóvenes mediante ingentes dosis de socarronería fantástica y un vibrante espíritu de aventura. No en vano, Gremlins fue la segunda película de la factoría de cine juvenil de los 80's, Amblin, productora fundada tan sólo un par de años antes por Steven Spielberg con motivo de la realización de su magna obra, E.T. el extraterrestre, y verdadera carta de presentación de un género que avivó la imaginación a cientos de miles de jóvenes a lo largo de la década. Además, al ya mencionado Joe Dante en la dirección (quien ya había realizado apreciables productos comerciales como la divertidísima Piraña), se le unía Chris Columbus como guionista y Jerry Goldsmith como compositor de una apabullante banda sonora que aún hoy nos eriza los pelos de la nuca.
Y no es para menos ante la terrorífica presencia de esos diabólicos seres de una pasmosa perspicacia a los que se les tenía que meter en una batidora o en un microondas para acabar con ellos, con el consecuente engorro de limpieza que acarreaba para la asustada madre de Billy, a la que podemos imaginar fregando las paredes de la cocina para arrancar esa viscosa baba verde de la que estaban compuestos al tiempo que maldecía la estúpida idea de su entusiasta marido de traer a casa un bicho comprado en una tienda de chinos (extraigan ustedes su propia moraleja). Aunque suponemos que tampoco era fácil para el propio Billy (interpretado por Zach Galligan)  tener unas mascotas que liquidaban a su profesor de ciencias y aterrorizaban a la chica que le hacía tilín (Phoebe Cates), más aún cuando la estupefacción de la sociedad diese paso presumiblemente a una serie de catalogaciones cuya muestra menos ofensiva sería algo así como "el chico que guardaba monstruos verdes en su dormitorio".
Los Gremlins son un mito viviente que se han introducido en el imaginario popular de esta nuestra sociedad global. Cómo si no entender ese legendario insulto que todos hemos proferido alguna vez y que reza "eres más feo que el aborto de un gremlin" o su derivación "tienes toda la cara de un gremlin". así como "a esas no le eches agua que se reproduce" Incluso inspiraron al juguete de moda de hace unos años, el mítico 'Furby'. Y es que a medio camino entre el espíritu transgresor del cine de serie B y los patrones impuestos por el cine más comercial, esta bizarra muestra de ciencia ficción de andar por casa se ha erigido como una referencia indiscutible en el universo de cualquier cinéfilo que se precie, más aún si creció con sus rudimentarios aunque por otro lado bien conseguidos efectos visuales. De hecho, el film cosechó unos cifras de recaudación estratosféricas, en torno a los 150 millones de dólares, si se las compara con un irrisorio presupuesto de 10 millones, que lo convirtieron en uno de los estrenos más importantes del año 1984 y abrió el camino a la posterior secuela de 1990.
Y desde nuestro blog no podíamos perder la oportunidad de brindarle un sencillo homenaje. Los Gremlins tienen en sí mismos la peculiar capacidad de desatar carcajadas, acongojar hasta al más íntegro y enternecer con ese adorable Gizmo, pobre víctima de un bulling feroz y mascota que a todos hubiese deseado tener. Pero todo impregnado con ese espíritu de inocencia y aventura tan ochentero ya perdido entre el amasijo de efectos especiales e historias deliberadamente violentas y maniqueas. Los Gremlins ya viven en esa esfera de mitos y leyendas que nos ha regalado la historia del cine.

1 comentario:

  1. Recuerdo perfectamente el horror que me provocaba ver esta película cuando era pequeño. El pobre Gizmo en manos del inepto de su amo provocó un desastre de dimensiones considerables.

    Los asquerosos bichos que salían de su espalda me hicieron tener más de una pesadilla. Pero también es cierto que ya en mi época de instituto, tal y como apunta Jesús, hice míos varios de los variopintos insultos que se desprendieron de esta película, para sustituirlos más tarde por comparativas con los Orcos de Mordor...

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