Es imposible que no me acuerde de una de las películas más importantes de mi infancia en esta sección en la que rescatamos todas las cintas que significaron algo en nuestra más tierna juventud. Es el caso de Indiana Jones. Y sí, ha leído bien. Hablo de la trilogía. Sin duda, El Reino de la Calavera de Cristal es una película entretenida y bien hecha pero ha perdido la esencia de las anteriores. Indiana ya no es el mismo. La bifurcación de la trama en el hijo de Jones, Henry Jr. (interpretado por Shia LaBeouf) no me aportan nada. Pero es ineludible hablar de En Busca del Arca Perdida, Indiana Jones y el Templo Maldito y Indiana Jones y la Última Cruzada.
La primera de ellas, realizada en 1981, muestra la obsesión del creador, George Lucas, por lo sobrenatural. Es algo que advertiremos en esta y en la tercera, cuando Indiana busque el Santo Grial. En esta ocasión, el Arca de la Alianza y su fidedigna representación bíblica es el eje de la trama. Con una dirección trepidante de Steven Spielberg que hace que ésta sea la más entretenida de la saga para algunos críticos y para parte del público. Por su parte, Harrison Ford se hizo conocido y su estrella aumentó considerablemente. Esto, sumado a su papel de Han Solo en Star Wars, le hicieron un merecido hueco en el estrellato del cine y pasar a la Historia como uno de los más grandes aventureros del cine. Con un guión formidable de Lawrence Kasdan donde exploramos la selva sudamericana, los bazares de El Cairo, una desconocida isla griega y somos testigos de una de las mejores persecuciones jamás filmadas. Con secundarios de lujo como Karen Allen (vista en A la Caza, El Zoo de Cristal o La Tormenta Perfecta), Paul Freeman (un actor inglés curtido en el teatro británico), John Rhys-Davies (visto posteriormente en El Señor de los Anillos) o Denholm Elliot (un gran actor británico al que veremos en la tercera película y en alguna obra de Woody Allen o Peter Bogdanovich).
Con este plantel de actores, un guión formidable y frenético, una banda sonora digna de elogio del gran John Williams así como el aval de 8 nominaciones a los Oscar de los cuales consiguió 4: Dirección artística, sonido, montaje y efectos visuales. Estuvo nominada a la mejor película y al mejor director. ¿Qué más se necesita para disfrutar de las aventuras de Indiana Jones?
Por su parte, la segunda, una trepidante historia que tiene lugar en la India recibe el nombre de Indiana Jones y el Templo Maldito. Un templo de una antigua secta sirve de excusa para que Spielberg y Lucas, que por aquel entonces se estaba divorciando, tejieran una siniestra pero deliciosa aventura en la que nos reiremos y lo pasaremos bien si nos ponemos en la piel de nuestro protagonista. Mientras Karen Allen era el contrapunto perfecto para la personalidad del personaje de Jones, en esta ocasión es la esposa en la vida real de Spielberg, Kate Capshaw, la que interpreta a una inocente cantante de cabaret que sufrirá sin quererlo los avatares y aventuras del Dr. Jones. Acompañados por Tapón, un espabilado niño conductor y casi "niñera" de nuestro protagonista. Un guión de Gloria Katz y William Huyck acompaña a nuestro héroe por media Asia luchando contra poderes de sacerdotes y una secta. Yo, personalmente, es con la que más disfruto. Aventura, acción, drama, romance. Todo en una película. Y esa es Indiana Jones y el Templo Maldito.
La tercera parte, aquella de la que tengo decenas de copias en VHS de todas las cadenas de televisión habidas y por haber. Con un pletórico Sean Connery en el papel del padre de Indiana Jones, volvemos a recuperar a todos los secundarios de la primera película: Denholm Elliott y John Rhys-Davies. Jeffrey Boam se pone detrás de la pluma estilográfica para repetir la fórmula que tanto éxito otorgó a En Busca del Arca Perdida. Algunos agujeros de guión que no se notan en absoluto gracias al gran trabajo interpretativo. Mención especial merece Alison Doody, una bellísima actriz que hace las veces de buena y mala otorgándole a Indiana Jones la debilidad en el terreno femenino que no tenía en las cintas precedentes. Indiana Jones y la Última Cruzada es el punto y final a una maravillosa saga que marcó toda una infancia, la mía y la de muchos niños que disfrutamos con el cine de aventuras que hizo Spielberg en los años 80. Todo un homenaje al cine de los años 30. Bebiendo de cintas como, por ejemplo, Las Minas del Rey Salomón, Spielberg y Lucas tendieron la mano a toda una generación que echa de menos aquellas películas sin artificios informáticos y donde se valora el duro trabajo de efectos visuales "de cartón piedra".
Tres bellezas del cine que, sin duda, deberán ver las generaciones futuras. Aquellas que estarán contaminadas, desgraciadamente, por el cine en 3D y los ordenadores. Sólo espero que se valoren los grandes trabajos del pasado. Yo estaré ahí siempre, melancólico, para recordar el cine de mi infancia.
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