Retrospectiva Woody Allen; Todo lo Demás

6/10

Una gran y grata sorpresa es lo que me he llevado al ver, atónito, la que podría ser la primera parte de Si la Cosa Funciona, una cinta en la que Woody Allen traspapela su interpretación y dirige a otro actor para que trate de ponerse en su piel, la de un director inmortal y creador insaciable de excelentes historias como es Woody Allen. Y que tanto nos gusta, no hay que olvidarlo.
Mi compañero, Jesús Benabat, ha querido comenzar por una de sus magnas obras. Con él descubrirán ustedes muchas de sus obras mayores como La Rosa Púrpura del Cairo y otras obras menores. Conmigo, haremos primero una ruta por todas sus cintas menores para finalizar por las que, a mi juicio, son sus obras maestras. Aquel que me conozca lo suficiente sabrá cuál será la obra de Allen con la que daré por finalizada mi parte de trabajo en esta retrospectiva.
Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos al eje de la crítica. En Si la Cosa Funciona el protagonista era Larry David. Aquí es Jason Biggs. Miedo me daba encender el "play" tras conocer los profundamente mediocres trabajos de este actor en la saga American Pie. Pero la sorpresa radica en que yo puedo calificar la gran interpretación de Biggs en esta cinta como uno de los mejores trabajos de su carrera. Un actor con un registro muy limitado hasta la fecha que sólo había conseguido destacar en papeles cómicos rozando lo burdo. Para ser sinceros, Jason Biggs me cae mal.
Pero mi opinión ha sido modificada al contemplar su papel en Todo lo Demás, la que quizás sea una de las más flojas cintas, aunque no por ello mala, del genial cineasta neoyorquino. Biggs encarna al desdoble de Allen con un fantástico papel de hombre con evidentes desórdenes psicológicos, que acude a un terapeuta que no le ayuda en absolutamente nada y que ve como su mundo se desmorona sin que él pueda hacer nada para evitarlo. Aún así la película parece construir un ciclo casi perfecto en la vida del protagonista en el que lo que sucede es como "todo lo demás", según le dice Allen al principio de la cinta y un taxista al final de la misma.
Si Biggs resulta, no excelente, pero sí apetecible, aún más lo resulta su partenaire. Una actriz a la que recuerdo en películas como Casper o La Familia Addams. Y es que Christina Ricci por fin explota su potencial y talento como actriz y su atractivo sexual para introducirse en la piel de una joven inquieta ante el personaje de Biggs y la relación que se inicia entre ellos. Una relación que se empañará por su latente frigidez, la cual tendrá que remediar acostándose con otros hombres para comprobar la existencia de esta "falta" y como afecta a su relación. Es la primera vez que veo a Christina Ricci tras muchos años y he de manifestar mi agrado ante la extraña belleza que posee esta joven actriz ya adulta en esta película de Woody Allen.
Con un guión sarcástico, irónico y mordaz, el genio de Nueva York nos regala algunas de las mejores frases de sus películas. "Los judíos tienen la costumbre de empezar todas las guerras" o "Auschwitz no era más que un parque temático". Son frases de alto contenido histórico y sensible que hay que entender en el contexto de la película. Son perlas que Allen introduce para trazar un retrato de una sociedad en la que priman las faltas de respeto y la no consideración social hacia los otros miembros de la comunidad. Ya es de poca vergüenza calificar a Danny DeVito como "gnomo", pero es que Woody Allen es el único que sabe utilizar lenguajes, gestos y situaciones de una manera crítica, un espejo en el que todos debemos sentirnos identificados.
Calificada por algunos críticos como la "peor película de Woody Allen", tampoco creo que merezca esa consideración. Es una película menor. Quizá la más menor de todas las películas menores del director. Pero es imposible no detenerse a escuchar cada frase del guión ni disfrutar del cambio de registro de un actor tan mediocre como Jason Biggs. Tampoco hemos de pasar por alto ese enigmático rostro de Christina Ricci, bello y extraño al mismo tiempo.
Nos reiremos. Nos sentiremos identificados y sobre todo disfrutaremos con otra aparición más de Woody Allen, que aquí cede su testigo a Biggs y que traza para sí mismo el papel de un hombre que controla todas las situaciones, un poeta, un pintor. Un hombre resuelto que resulta la antítesis del hombre bajito, miedica, apocado, obseso sexual y neurótico del resto de sus películas. Aquí es él el que da lecciones de vida a su compañero de reparto, incluyendo la recomendación de un hilarante "kit de supervivencia" en una de las mejores escenas de la película.
Cuando termine de ver Todo lo Demás saldrá satisfecho. Pero le quedará cierto regusto amargo por no haber visto una obra maestra de Woody Allen.
Esté tranquilo. Hay mucho camino por recorrer y muchas películas por ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario